Flores de la abundancia / Memoria de espejos rotos - LJA Aguascalientes
15/11/2024

No encuentro palabras para decirlo

y a veces siento que el pensamiento

es un idioma de signos sin sentido…

Flor venenosa. Héroes del Silencio

 

Hace unos pocos años, alrededor de 2015, comenzó a propagarse en nuestro país un modelo financiero de carácter piramidal, y con cotas de rentabilidad poco claras, que se promovía mediante redes sociales o boca a boca, especialmente entre mujeres mediante el argumento de la sororidad y la economía cooperativa femenina. Este modelo financiero fue conocido como Mandala, Telar, o Flor de la abundancia, y no pocas personas entraron -con más fe y dinero que sentido común- a esta forma de traslado de capitales poco claro.

En esta carencia de claridad, y con la necesidad económica apremiante, las personas participantes no alcanzaron a comprender que el funcionamiento del sistema era insostenible. La razón de la insostenibilidad es simple: el ecosistema colapsa cuando ya no hay gente que pueda o quiera meter dinero en la cadena. Los modelos piramidales, o multinivel, funcionan básicamente con el esquema de propagación en el que quienes están más hacia la punta reciben los beneficios de quienes están más hacia la base, en un flujo de dinero lineal ascendente que demanda consumir los recursos de los crecientes miembros de la base.

En el caso de los telares, mandalas, y flores de la abundancia, sus promotores esgrimían el argumento de que no había un flujo lineal ascendente de dinero, sino que este flujo era circular y por “capas”, de tal modo que quien ocupa el centro del sistema (quien se apropia del dinero de las capas) sale del modelo una vez que ha recibido el dinero de los demás. Así, la siguiente capa ocupa el centro de una nueva flor, mandala, o telar, y recibe el dinero de las otras capas, más las nuevas que se suman para mantener el sistema, de manera “circular” y no “lineal”, con lo que pretendían desmentir que el sistema fuera piramidal o multinivel.

A pesar de que -a todas luces- se trataba de un modelo piramidal o multinivel; es decir, de una estafa fraudulenta, muchas personas entraron en esos sistemas de flujo de dinero. Incluso, en su momento, la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), por distintos medios de comunicación, entrevistas en prensa, y reportajes de investigación, alertó sobre la posibilidad de estafa en estos modelos, y sobre su propia incapacidad jurídica para defender a los agraviados, ya que esos esquemas ni son una institución financiera debidamente regulada, ni tampoco una figura legalmente reconocida. 


Entre la mercadotecnia utilizada para la propagación de esos esquemas fue común encontrar clichés propios de la literatura de autoayuda y “superación personal”, con una “mística” de las creencias New Age, tales como “decretar” el éxito, “alienar” al “universo” a nuestro favor, fomentar el “buen karma”, “regalar para multiplicar”, transmitir “buenas vibras”, y demás tomaduras de pelo, mezcladas con conceptos del feminismo (indispensables para la emancipación y la equidad, no así para el timo), como la sororidad, la economía cooperativista de mujeres, o el empoderamiento femenino.

Entre las explicaciones posibles para entender el crecimiento de estos modelos y esquemas fraudulentos, están básicamente las siguientes razones: las personas vivimos en precariedad económica; el capitalismo es insostenible, depredador y demandante, y nos rompe las relaciones comunitarias del “tú y yo” para suplantarlas con la competitividad del “o tú o yo”. 

A esto se añade la falta de cultura financiera en amplias capas de nuestra sociedad; la ilusión del “dinero fácil”, y las pésimas condiciones que el sistema económico nos impone para poder generar ahorros. Las personas somos damnificadas del fracaso educativo, de ahí que no poseamos herramientas intelectuales para ejercer el pensamiento crítico, y no sepamos cuestionar adecuadamente los modelos que no entendemos. 

En ese fracaso educativo, no hemos leído a Marx y desconocemos los procesos por los que el dinero se vuelve fetiche; es decir, de buena fe le damos al dinero características animadas y pensamos que éste se puede reproducir por sí mismo. Si a esto sumamos la propagación del “pensamiento mágico” mediante el cual intentamos explicar todas las oquedades intelectuales que tenemos para entender la realidad; y añadimos la necesidad de un sentido de pertenencia comunitaria, tenemos un coctel propicio para la estafa.

Visto así, una manera de impermeabilizarnos para los fraudes (financieros, y de cualquier tipo) es combatir las taras intelectuales, descartar el pensamiento mágico, y fortalecer nuestras herramientas cognitivas para entender y cuestionar la realidad de manera crítica, científica, y con plena conciencia de causas y efectos. Eso implica, por necesidad, una postura pública, porque lo personal también es político.

[email protected] | @_alan_santacruz |  /alan.santacruz.9


Show Full Content
Previous La automatización en México: una conversación de política
Next ¿Control difuso o control confuso? / Sobre hombros de gigantes
Close

NEXT STORY

Close

Sigue en pie impugnación de Morena contra triunfo de Martín Orozco

09/09/2016
Close