Cronista del municipio de Aguascalientes
En materia artística vivimos un interesante proceso de desacralización… Generaciones anteriores, incluida esta a la que pertenezco, crecieron con la idea de que las artes debían tener sus espacios específicos, los teatros, las galerías, las salas de concierto, etc., que además, eran sagrados. Por esto mismo parecían estar vedados para la gente supuestamente no iniciada. Además, uno debía asistir con una actitud solemne, dispuesta, silenciosa.
Si va a un concierto, no aplauda sino hasta el final de la obra, y no entre movimientos porque saca a pasear su ignorancia o se desconcentran los músicos, o por lo que quiera. Si va a un museo, no grite, no corra, no toque, etc…
¿Cuántas veces ha escuchado la triste afirmación de que las artes son para “gente intelectual”? Por desgracia para muchas personas estos elementos han constituido un impedimento insuperable para asistir a un concierto, a un museo.
Por fortuna esta situación está cambiando, en parte porque el arte ha salido a la calle y se ha posesionado de plazas y explanadas, para hacerse accesible a las personas, tal y como se muestra en la imagen. También ha ocurrido con el teatro, con la música, que de cuando en cuando podemos degustar fuera de sus espacios tradicionales, en dinámicas que deben profundizarse.
Por cierto, y hablando de espacios tradicionales, ¿cuándo se inaugurará la sala de conciertos de Tres Centurias? (Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a [email protected]).