Cincuenta años de Stand Up / El banquete de los pordioseros - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Seguramente recuerdas una canción de Bryan Adams que apareció en su cuarto disco en estudio llamado Reckless, la canción es Summer of ’69, o Verano del ‘69 que es su párrafo inicial dice: “Conseguí mi primera de seis cuerdas (con obvia referencia a una guitarra). La compré en cinco dólares y diez centavos. La tocaba hasta que me sangraban los dedos, y esto fue en el verano del ‘69”, es decir, el sueño de muchos jóvenes que en Estados Unidos -aunque Bryan Adams es canadiense- se quedaron en casa en lugar de irse engañados a perder su vida en Vietnam y por lo menos intentaron realizar su sueño de tener una guitarra en las manos y seguir los pasos de las grandes luminarias del rock de ese momento, que son las que finalmente han sobrevivido al tiempo y hoy, esas mismas luminarias siguen brillando con luz propia después de cincuenta años.

Por muchas razones es importante este 2019, sobre todo por los diferentes cincuentenarios que se cumplen, esto nos hace voltear necesariamente al casi mágico año de 1969 y todo lo que ocurrió, sobre todo en términos culturales y específicamente en lo que al rock y jazz se refiere, estamos ya a unas cuantas semanas de recordar los cincuenta años de la celebración del Festival de Woodstock, tres días de música, paz y amor, y paralelamente con esa fecha, a mediados de agosto, es más, yo creo que todavía estaban recogiendo los escombros dejados en la granja de Bethel, escenario del festival, cuando Miles Davis entró al estudio de grabación en Nueva York acompañado por un contingente de músicos conformando un auténtico dream team del jazz para la grabación de una verdadera obra de arte, el disco Bitches Brew pero de este disco, como del Festival de Woodstock, nos ocuparemos en su momento, lo que en esta ocasión nos ocupa es la publicación del disco Stand up del grupo inglés Jethro Tull que ocurrió el 1 de agosto de 1969, ese es el ingrediente para el banquete de hoy.

Siendo sinceros, Stand up no es el mejor, quizás ni uno de los mejores discos de Jethro Tull, está muy lejos, años luz quizás de monumentos como Thick as a brick, Aqualung, Too old to rock ando roll, too Young to die, Locomotive breath, Minstrel in the Gallery, incluso Heavy Horses, en fin, algunos otros que representan mejor el perfil de Jethro Tull, sin embargo el álbum Stand up, segundo en su generosa discografía representa especial importancia por el ingreso del guitarrista Martin Barre, que llegaría a ser el segundo en longevidad después, evidentemente de Ian Anderson en la formación de Jethro Tull. La situación fue que el guitarrista original, Mick Abrahams pretendía mantener un sonido cercano al blues mientras que Ian Anderson buscaba otros lenguajes quizás más atrevidos, esta diferencia de opiniones respecto a cuál debería ser el sonido de la banda originó este movimiento en la alineación que a fin de cuentas resultó muy afortunado, el sonido que propone Barre es uno de los mejores trazos en el dibujo sonoro de Jethro Tull, seguramente no podríamos definirlo todavía como rock progresivo, es decir, no al estilo de King Crimson que por cierto inició su vida musical ese mismo año de 1969 o The Nice, Emerson, Lake & Palmer o Yes, pero ya es evidente la búsqueda de nuevos rumbos musicales que vendrían a consolidarse durante la primera mitad de los años 70.

Uno de los rasgos importantes en Stand up es la inclusión de influencias de la música celta, que después sería un constante en sus grabaciones y el coqueteo con la gran música de concierto; en este disco, por ejemplo, el grupo incluye el Bourré de la Suite en mi menor para laúd BWV 996 de Johann Sebastian Bach que no tardaría en convertirse en uno de sus principales argumentos musicales, es una obra llena de sugerencias jazzísticas pero sin renunciar a lo que quizás sea el sello que define el sonido del grupo, ese toque de música celta que nos hace imaginar, invariablemente, la campiña inglesa, acento que por cierto, se presenta con mucho mayor definición en discos como Heavy Horses o Songs from the Wood, pero es una tendencia muy frecuente en toda la producción musical del grupo.

Se trata de la segunda producción musical de Jethro Tull, seguramente en el momento de su gestación ni ellos, los miembros del grupo ni la crítica especializada tuvo la menor idea de lo que se acababa de cocinar en el estudio de grabación, me refiero a que con toda seguridad no es un trabajo musical que se hizo en medio de las expectativas, por ejemplo, que rodearon al ya citado disco de Miles Davis, Bitches Brew, en este caso se trataba de la segunda producción de una agrupación que intentaba sobresalir en medio de la inmensa competencia que siempre ha ofrecido el rock británico, rock, por cierto, nada comercial lo que por supuesto hace más complicadas las cosas pero este es el discurso musical que eligió Ian Anderson para Jethro Tull, no se trata de presentar argumentos complacientes en los que se busque la vía fácil para triunfar, al contrario, el compromiso es con la música y solo con la música, y por supuesto, quienes gustan de la propuesta musical de Jethro Tull es un público que tampoco permite que sus oídos se engañen inocentemente con un facilismo musical estrecho de argumentos y que solo busca mezquinamente el interés económico poniendo éste por encima del compromiso con el arte.

Después de 50 años recordamos Stand Up de Jethro Tull, un trabajo, más que revolucionario, es el inicio de la búsqueda de una personalidad musical.


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