De política, una opinión / Nuevo Gobierno de la Republica: restauración o transformación - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Enrique Peña Nieto protestó –con omisión de palabras, según el texto determinado por el artículo 87 constitucional- el cargo de presidente de la república el pasado 1 de diciembre; la ceremonia ante el Congreso de la Unión se realizó sin mayores tropiezos, casi de acuerdo a lo esperado.

El mensaje a la nación lo hizo en Palacio Nacional, ante un selecto grupo de representantes del país y de otros países, incluidos los órdenes de gobierno y los poderes de la unión; las cualidades del mensaje, considero, son la precisión de sus líneas programáticas y las decisiones que como presidente tomará, para dar cauce a esas líneas de gobierno.

Los presupuestos que señaló el presidente Peña para dar sentido a sus líneas programáticas son dos: tener un gobierno eficaz y hacer realidad los derechos humanos. Los cinco ejes de gobierno resultaron claros y concisos, ya que fueron referenciados, de manera significativa, al punto central de la acción que debe tener toda política y gobierno, como es la persona y la familia: en el discurso priísta es una novedad, ya que muestra coincidencia con el discurso panista.

Los ejes se plantean como resultantes esperadas de las acciones de gobierno en la medida en que se vayan llevando a cabo; así, tendremos un México en paz, un México incluyente, un México con educación de calidad, un México próspero, y un México actor internacional participante. Habrá que esperar a la elaboración y presentación del plan nacional de desarrollo para observar si conservará este esquema, o lo cambiará, hecho que sucederá en los próximos meses. Es una interesante selección de planteamientos, aunque no es un resumen abarcador de todos los grandes aspectos que tiene la vida de un país y sus necesidades.

Las decisiones expuestas son una consecuencia directa de los ejes mencionados, que marcan los pasos inmediatos que las dependencias deberán dar: en el campo de la seguridad están la atención a la prevención del delito y la constitución de un solo código penal nacional; en el campo de la seguridad social destacan la cruzada contra el hambre, el seguro de vida para jefas de familia, y la ampliación del programa de ayuda 70 y más; en el campo de la educación son importantes las bases para el servicio profesional de carrera docente; en las comunicaciones planteó dos puntos, como es el acceso a la banda ancha y nuevas cadenas nacionales de televisión, y los trenes de pasajeros; y, por último, en el campo hacendario están la regulación de los endeudamientos de los gobiernos locales, así como la austeridad y el presupuesto con déficit cero.

Los mensajes inaugurales de los presidentes de la república, por lo general, tienen esquemas distintos, con ideas similares y propuestas comunes (revisar La Jornada, 2 dic. 2006 en la red). Las diferencias estribarían, de manera reducida, en dos aspectos: uno es el aspecto de las circunstancias que vive el país en el momento del cambio de administración; y, el otro, que ya tiene que ver con el paso del tiempo y los resultados que se logren, es la forma de hacer las cosas.

El escenario del cambio de administración federal en esta ocasión, estuvo marcado por dos circunstancias: la gran diferencia de cantidad de votos entre el ganador y la siguiente posición, y los indicios del manejo ilegal de dinero en la campaña priísta, asunto que todavía no está resuelto.

Las decisiones tomadas por los presidentes y dadas a conocer en sus mensajes de toma de posesión, reflejan el inmediatismo necesario, tanto para comenzar a trabajar en las acciones de los programas, como, también, por la necesidad de que los ciudadanos-electores veamos y apreciemos que el nuevo mandatario “está haciendo algo” en los diferentes rubros de las grandes necesidades de la población.

En esta ocasión, sucede de la misma manera; de esta forma llegamos, pragmáticamente, al punto que será la clave de la administración gubernamental: cómo hace las cosas (desarrollo humano y comunitario con calidad de vida, desarrollo económico como base del bienestar de la población, educación y salud para un mejor país, paz y seguridad públicas, etcétera), y para qué las hace (es decir, qué es lo que busca construir para la vida de la nación).


Es aquí donde apreciamos un punto fundamental: una mala imagen de los gobiernos priístas no tiene efectos automáticos en el nuevo gobierno de la república. La propuesta de gobierno es, a la vez, una nueva propuesta de hacer las cosas, y, como tal, tiene toda la posibilidad de llevarla a los hechos.

Considero que los ciudadanos también debemos disponernos a trabajar recíprocamente con el nuevo gobierno; si pedimos a los partidos políticos que cuando estén en los gobiernos superen el nivel del mero partidismo, los ciudadanos también debemos hacerlo cuando trabajamos, ya como sociedad, con los gobiernos.

No tardaremos mucho en poder percibir si el gobierno del presidente Peña será restaurador de los viejos y mañosos tiempos del auge priísta, o si, en verdad y como lo expone con reiteración al final de su mensaje, será un gobierno transformador de la sociedad y vida del país. Podremos apreciar si repite el vicio de hablar de valores y principios democráticos de gobierno –como cuando un gobernante habla de que nadie debe estar por encima de la ley, y es sencillo encontrarle las violaciones-, reiterados como señuelo encubridor, o, si de verdad, cumplirá y hará cumplir la ley, sin regateos y sin intereses particulares.


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