A propósito del inicio de las actividades de seguridad nacional en México, el capítulo 20 de la temporada 21 de la serie Los Simpsons, de Matt Groening, muestra una alegoría a la novela 1984, de George Orwell, donde la intimidad y los derechos se restringen con el pretexto de combatir la inseguridad.
En principio, Smithers, asistente del Sr. Burns, dueño de la Central Nuclear de Springfield, le informa que ya no tienen lugar donde ocultar residuos peligrosos de la fábrica; por lo que se le da la orden de esconder una barra de plutonio en la maleta de Homero Simpson; este personaje acude a una estación de trenes donde olvida su maleta, y nos muestran el pánico que nace por la “maleta olvidada”, evidencia del ambiente de miedo existente en la conciencia colectiva. Lo interesante es que la maleta no afecta por sí misma, sino que el propio sistema de “seguridad pública” es quien la hace explotar y se muestra que el peligro real lo creó el mismo sistema (“la guerra es la paz”). A partir de aquí, Kent Brockman, conductor del programa de noticias, informa de la explosión que califica de un “acto terrorista”. Es decir, primero hubo pánico, se provocó una explosión por el mismo cuerpo de seguridad, se genera miedo y se difunde a través de los medios (el Ministerio de la Verdad).
Luego nos muestran una reunión del pueblo para decidir cómo solucionarán el problema. El alcalde Diamante comenta que “hasta ahora todo lo que habíamos dicho de terrorismo era mentira, pero hoy le temo a la verdad…”, lo que muestra la manipulación de la conciencia colectiva con el miedo. Aparece entonces un asesor inglés de seguridad, que explica cómo Inglaterra es la ciudad más segura gracias a un sistema de videovigilancia total. Lisa Simpson, representación de la inteligencia, cuestiona hasta dónde van a ceder sus derechos por esa aparente seguridad, y es donde se ridiculiza a la democracia, pues aparece por primera vez un personaje, representando al grueso de la sociedad, que dice “yo soy Wally, el padre de Wally, y esto es justo lo que quiero…”, una reacción sin pensar, provocada por miedo, por lo que al tomar la votación, el alcalde Diamante se dirige a los asistentes de la siguiente forma: “los que estén a favor levanten la mano; los que estén en contra levanten la mano y digan odio al país…” (ama al Gran Hermano, o se su enemigo).
Springfield se llena de cámaras gracias a la empresa “Seguridad Orwell, establecida desde 1984”, cuyo logotipo es un ojo sobre una placa de policía. Estas cámaras son controladas en el cuartel de policía, que recluta a ciudadanos para que realicen la función de vigilancia. Ned Flanders toma el mando con la idea de crear un mejor Springfield, pero con lo que cree que es mejor para él mismo: la Policía del Pensamiento. El capítulo continúa y muestra un debate donde Lisa Simpson irónicamente señala que los estudiantes deben usar uniforme para verse iguales y generar un equilibrio, al ser mejor confundirse entre los demás; lo cual es una referencia a que en la novela 1984, los miembros del partido deberían verse iguales, para no “sentirse más” que los demás, lo cual generaría desequilibrio. Además, al igual que en la novela orwelliana, las cámaras no sólo ven, sino que también pueden hablar.
En otro lado de la ciudad, se encuentran Lenny, Carl, Homero y Moe haciendo apuestas sobre el clima. Flanders se da cuenta, les habla a través de las cámaras y los obliga a que dejen de hacer apuestas ilegales. Carl le contesta que las cámaras las pusieron para protegerlos de los actos terroristas que los quieren dañar, y Flanders le replica: “¿cuántos actos se han dado desde que instalamos las cámaras?”; en otras palabras: la vigilancia no es para vigilar actos de afuera, sino para vigilar y controlar a los que están adentro. Homero Simpson, que en un principio estuvo de acuerdo con la instalación de las cámaras, se molesta y alega que en casa sí estará a salvo, pero se da cuenta que eso no es verdad ya que todo espacio está controlado por el ojo vigilante. En síntesis, el riesgo de instalar una cámara para tu seguridad, provoca violentarte tu privacidad e intimidad, que en última instancia deja de existir (la libertad es la esclavitud).
Bart Simpson descubre un punto ciego, su patio; y se convierte en el lugar adonde todos van a hacer lo que en privado se torna su libre desarrollo de personalidad. Este punto ciego representa el área de la prole de la novela orwelliana, donde se encontraba la sociedad denigrada, la sociedad “maligna” que no quería comportarse como los demás, ni amar al Gran Hermano. Flanders se da cuenta, llega al lugar, y constata que todos los que en principio aceptaron las cámaras, ahora no están de acuerdo por sentirse controlados. Flanders menciona que no quería ser el Gran Hermano, sino la hermanita al delatarlos a todos; lo que muestra el sistema de autovigilancia expuesto por Michel Foucault, y representado también en la novela orwelliana, pues el sistema funciona, no cuando te vigilan, sino cuando tú te vigilas, delatas al vecino, denuncias a los propios padres, lo que incluso se refleja cuando Rod, hijo mayor de Flanders, delata a su hermano Todd que se encuentra en el punto ciego, tal como traicionaron a Winston Smith en la novela 1984; en el capítulo se muestra como Todd está a punto de ser atacado por ratas, debido a esa rebeldía contra el Gran Hermano al acudir al punto ciego de la prole: la Habitación 101.
El capítulo finaliza dando a entender que las cámaras se instalaron para crear un “Reality Show” que se veía en Inglaterra: “Los Zoquetes Americanos”; lo que refleja por qué este tipo de programas han proliferado, al igual que la evidencia de información a través de las redes sociales: aprovechando la ignorancia de la población, se le van restringiendo sus derechos al máximo, haciéndole creer que es para su beneficio; el programa del Big Brother es creado para poner de moda algo aparentemente inevitable (la ignorancia es la fuerza).
Y nuestra realidad, como la novela orwelliana, termina de la misma manera, haciendo creer que con reformas legales que buscan mayor seguridad del Estado sobre menor seguridad del individuo (restricción de garantías, mayor control de la autoridad, y grandes controles represivos), se resuelven los problemas sociales como la pobreza, desigualdad, intolerancia, falta de oportunidades y la delincuencia; llenando de seguridad nacional a las ciudades, sin control de sus actuaciones; promueva la intromisión de domicilios sin orden judicial, las detenciones por mera sospecha, la incomunicación, la falta de garantías, la vigilancia total y constante, vendiendo la idea de que eso es necesario para volver a la tranquilidad.