La canícula política de López Obrador / Bravuconadas - LJA Aguascalientes
24/11/2024

“La canícula, período canicular o días de las canículas es la temporada del año en la cual el calor es más fuerte”. “De la expresión canícula, derivada de canes (perros) y su alusión al fenómeno de calor abrasivo, existe un fundamento astronómico: alude a la constelación Can Mayor/Canícula y su estrella Sirio, La Abrasadora, cuyo orto helíaco coincidía con el fenómeno de calor abrasivo”.i

Después de la pachanga y el bailongo convocado por el presidente López Obrador el pasado lunes 1 de julio, para celebrar el primer aniversario de su arribo al poder y la derrota contundente de lo que en el léxico morenista de determinado identificar como el “prianismo”, sólo una semana después, el martes 9 de julio, inició lo que astronómicamente se conoce como canícula, sólo que en un sentido político, relacionado con la gestión de lo que el propio López Obrador ha llamado, pomposamente, la Cuarta Transformación de México.

Ese día, Carlos Urzúa, hasta entonces Secretario de Hacienda y Crédito Público, presentó su carta de renuncia al alto cargo que detentaba, dirigida a su jefe y “amigo”, el presidente de México. En ella, señalaba los motivos que lo impulsaron a tomar esa determinación, justamente en un momento crucial o crítico para la economía nacional, y en el cual, la estabilidad y certidumbre en la conducción de las riendas de esa importantísima dependencia del Gobierno Federal, debe mostrarse segura y firme. Urzúa señala: 1. Su desacuerdo con que en el gobierno se “hayan tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento”; 2. “Me resultó inaceptable la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda Pública…”; 3. Lo anterior constituye “un hecho que fue motivado por personajes influyentes del actual gobierno con un patente conflicto de interés”.

La reacción mostrada a la opinión pública nacional del presidente ese mismo día fue la que corresponde a las formas que nos ha dejado patentes desde su llegada al cargo, un claro desdén a los motivos del “hombre de todas sus confianzas” y ya entonces exsecretario de Estado. Dice Fernando Belauzarán, palabras más, palabras menos, “todas las decisiones del actual gobierno, las toma López Obrador, pero si fallan o se cometen errores, invariablemente, la responsabilidad o culpa, es de otros”. Y sí.

Por la noche de ese mismo martes 9, los mexicanos seguíamos atentos el desarrollo de los asuntos nacionales, que se nos mostraban groseros y categóricos para nuestra capacidad de procesamiento y asimilación. Ese mismo día, a través de las redes sociales y los medios de comunicación electrónicos, se informaba de la detención del abogado Juan Collado, representante legal de políticos de altos vuelos de regímenes anteriores, específicamente de Carlos Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto, ambos expresidentes de México, acusado de asociación delictuosa y uso de recursos de origen ilícito. Por su parte, el presidente López Obrador, anunciaba desde Palacio Nacional el nombramiento de Arturo Herrera como nuevo Secretario de Hacienda, en un afán de contener las reacciones de los mercados internacionales a la renuncia del Carlos Urzúa, con la ya famosa cara de angustia del recién nombrado, y que muchos interpretaron como una proyección de la cara del país ante los acontecimientos.

Todo este periplo, se da en el marco de una serie de señalamientos de los principales actores de la economía mundial al referirse a que México se encuentra en la antesala de una recesión, y los entendidos de esa compleja disciplina que es la economía, le llaman una recesión técnica, al haber acumulado un segundo período con crecimiento negativo. Adicionalmente, el propio Inegi informa acerca de la contracción del crecimiento de la actividad industrial en un 2.1% negativo para el último período. Vamos, las malas noticias, producto, claro de las malas decisiones en materia económica, están llevando al país a un punto crítico de enormes consecuencias, que comprometen el futuro inmediato de la nación y la calidad de vida de todos nosotros.

Fiel a su estilo personal, el presidente, a los señalamientos de los resultados negativos en materia económica del periódico Financial Times, le exige “a nombre del pueblo de México”, unas disculpas, lo que por supuesto sólo provoca el desdén del medio inglés. En esta misma línea de la elevación de la temperatura en el gobierno de la 4aT, el viernes 12, y tras un sistemático y bien fundamentado señalamiento de la asociación civil “Mexicanos contra la corrupción”, el superdelegado en Jalisco, Carlos Lomelí, anuncia su separación del cargo, para facilitar las investigaciones derivadas de las acusaciones.

Aunado a lo anterior, tenemos las dificultades con las que el arranque del despliegue de la Guardia Nacional ha enfrentado, tanto con la Policía Federal, conflicto aún no resuelto, como las actividades de contención en la frontera sur y su presencia en la CDMX, y las acciones de inconstitucionalidad de la CNDH a las leyes que le dan soporte.

Es innegable que las decisiones y acciones que ha tomado el gobierno encabezado por López Obrador, tienen consecuencias para el país. Si aquellas son atinadas y correctas, estas últimas deben ser positivas, pero los resultados y efectos nos indican otra cosa. Definitivamente, no podemos y no debemos apostar al fracaso del gobierno, eso nos lleva al traste a todos. López Obrador y los que lo acompañan en su proyecto político se atrevieron a darle una fuerte patada al avispero que era el sistema político mexicano, y éste reaccionó de manera inmediata y virulenta, desafortunadamente, la estrategia del lopezobradorismo se ha mostrado débil, incluso errada, al no entender ni considerar las respuestas de factores y actores sustantivos en el entorno global en el que se desempeña México como país, pensando que las meras decisiones volitivas tendrían un efecto regulador en la vida nacional, removiendo la corrupción, la inseguridad y la pobreza de manera mágica o “justa” según la ideología en boga desde el 1 de diciembre de 2018.


La canícula política de López Obrador pues ya empezó, ahora sólo falta que dure 40 días.

 

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Referencias

  1. https://bit.ly/2uqcV4Q

 


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