Estimado lector, después de mucha espera, ya que tenemos como país una de las transiciones más largas de todo el mundo, Enrique Peña Nieto tomó posesión como presidente de México. La misma posesión estuvo marcada por disturbios, y el surgimiento de dos movimientos guerrilleros, el Ejército Magonista, de filiación anarquista y una subdivisión del Ejército Popular Nacional. Ignoro si los detenidos son precisamente de esos movimientos, o bien si en realidad hicieron actos vandálicos. Lo interesante ahora es que se deslinde realmente quién hizo qué y sobre todo, no permitir que movimientos anarquistas vulneren la ya de por sí maltrecha seguridad del país.
Y hay un dato curioso en esta transición. Nunca se había tardado tanto un presidente en dar a conocer a su gabinete, y ésa era una de las mayores expectativas de este gobierno. Y ya que se le dio a conocer, lo he llamado “El Gabinetazo 3.0” recordando aquella puntada de Vicente Fox cuando dio a conocer su gabinete que fue “analizado y propuesto por un despacho de Head Hunters” y la realidad es que sólo era un gabinete de “cuates”. Cuando Felipe Calderón da a conocer su gabinete, también con bombo y platillo nos percatamos que también estaba integrado, no por los mejores ciudadanos o en su posición, sino por amigos.
Y ahora, con Enrique Peña Nieto, existía la probabilidad de que el “nuevo PRI”, nos trajera un gabinete con los mejores, que llevarían a un país mejor. Vamos a analizarlo para ver la realidad.
Dada la juventud de Enrique Peña Nieto, (46 años de edad) no está tomando el poder más joven que Salinas o Zedillo (40 y 42 años respectivamente), ni que Felipe Calderón (44 años de edad al tomar el poder), pero se intuía que tendría un gabinete joven, con la “sangre nueva del PRI”. Al analizar las edades del gabinete y sacar el promedio del mismo, nos damos cuenta que el gabinete de Peña tiene 56 años de edad, muy por encima de los 51 años de edad promedio del gabinete de Calderón y Fox y mucho más que el de Zedillo que tenía un promedio de edad de 47 años. Por su parte el gabinete de Salinas tenía 54 años de edad promedio. No sólo eso, el gabinete de Peña tiene una diferencia de edad promedio de 10 años de edad. Baste ver que Pedro Joaquín Coldwell, el secretario de Energía tiene 62 años de edad, mientras que la secretaria de Turismo, Claudia Ruiz Massieu Salinas tiene sólo 40 años de edad, una diferencia de 22 años entre los dos.
Por otra parte, no están los mejores políticos en el gabinete, sino más bien sus amigos, o bien, aquellos que pueden servirle de costal de box a la hora de las peleas políticas contra los poderes “fácticos” que le puedan estorbar.
Un ejemplo es cómo por fin, se le quitó el poder que tenía en los gabinetes panistas Elba Esther Gordillo, que gracias a sus presiones lograba poner en lo que se ha llamado “gabinete ampliado” en la cartera del ISSSTE a sus allegados y colaboradores, y con Calderón, hasta un subsecretario era muy afín a ella. Ahora, todo se le ha complicado, ya que el nuevo secretario de Educación, Emilio Chuayffet, ha tenido a través de su historia política varios desencuentros con la maestra y no sólo eso, el séptimo eje que Peña quiere impulsar es el cambio a la Ley General de Educación. Quizá no se haga nada, ni cambie, pero el poner a un “golpeador” en la SEP nos dice que la maestra Gordillo no tendrá para nada fácil su permanencia o su voluntad de hacer lo que quiere en el sector educación.
Pero por otro lado, no podemos dejar de ver la mano de Carlos Salinas y Pedro Aspe en el gabinete. La mitad de los que están en el mismo fueron subordinados de ellos en varios de sus puestos, y sobre todo, se ve la mano de ellos en las carteras de Hacienda (Luis Videgaray fue uno de los mejores alumnos de Aspe en el ITAM), en Energía, en Turismo, en el IMSS, en la Secretaría del Trabajo, Pemex, y hasta en la misma Sedesol, ya que aunque podemos pensar que Rosario Robles siempre fue izquierdista, se sabe de su filiación Salinista.
¿Esto es malo para el país? El tiempo lo dirá, pero es cierto que Salinas buscará por todos los medios terminar lo que en su sexenio quedó truncado con la muerte de Luis Donaldo Colosio, privatizar lo que queda del gobierno paraestatal y eficientar el gobierno para ponerlo en la mira global como potencia. Su mano se ve ya, en revistas y periódicos internacionales donde después de mucho tiempo se habla de México y de forma positiva (veáse The Economist, por ejemplo).
Los contrapesos los dará el congreso y aquellos que se vean desplazados, y sabemos que el operador priísta por excelencia, Manlio Fabio Beltrones, está en la cámara de Diputados, listo para enseñar su brazo si es necesario cuando crea que es desplazado por el presidente Peña.
Sin más no queda esperar y ver si el gabinetazo 3.0 logra los objetivos que tantos años hemos soñado como mexicanos, tener un país más próspero, menos pobre, menos desigual, más educado.
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