El homenaje por el día del estudiante que se iba a realizar por primera vez en la exedra de la Plaza de la Patria el día de ayer después de haber sido oportuna y debidamente autorizado, fue cancelado por la Presidencia Municipal. Lo lamentamos mucho.
“Por la Unidad en la Diversidad”
Agrupación Cívica y Cultural “Amigos de Jesús Terán”
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Esta república federal nació pigmea, por decirlo así y ha necesitado del apoyo y fuerza de dos Estados tan poderosos como España y Francia para conseguir su independencia. Llegará un día en que crezca y se torne gigante, y aun coloso temible en aquellas regiones. Entonces olvidará los beneficios que ha recibido de las dos potencias, y sólo pensará en su engrandecimiento… El primer paso de esta potencia será apoderarse de las Floridas a fin de dominar el golfo de México. Después de molestarnos así y nuestras relaciones con la Nueva España, aspirará a la conquista de este vasto imperio, que no podremos defender contra una potencia formidable establecida en el mismo continente y vecina suya.”i
El vidente. El autor de esta carta, en la que vaticina de una manera admirablemente certera el futuro del mundo bajo la férula del imperio estadounidense, fue Pedro Pablo Abarca de Bolea y Ximénez de Urrea, más conocido como Conde de Aranda, quien la dirigió a Carlos III rey de España en calidad de su embajador en Francia, después de que los Estados Unidos de América consumaron su independencia en 1783.
Carlos III seguramente no fue capaz de entender el mensaje tan preciso y no hizo caso alguno a las recomendaciones que Aranda le proponía para impedir la proyección imperial de los Estados Unidos. Y tal como lo pronosticó Aranda, aquellas trece colonias de la costa atlántica fueron expandiéndose en su afán de convertirse en imperio territorial unificado, incluyendo en
1803 Louisiana. Cuando Napoleón Bonaparte tuvo la infantil idea de venderles a precio de regalo la ribera occidental de esta enorme y riquísima región que todavía estaba en su poder.ii
Sintiéndose seguros de haber salvado el obstáculo más importante porque ya no tendrían que enfrentarse a Napoleón, lo único que necesitaban para alcanzar el Océano Pacífico era paciencia para evadir también el enfrentamiento con el todavía poderoso imperio español, que como dueño de la Nueva España ejercía su poder soberano sobre el millón de kilómetros cuadrados que se interponían, en gran medida, entre el límite occidental de la Luisiana y la costa pacífica (Texas, Nuevo México, Arizona, California, Utah y Nevada en términos gruesos); lo único que tenían que esperar era que México consiguiera su independencia para abalanzarse sobre el ya mítico “lejano oeste” porque no podría defenderlo.
Por lo pronto, empezaron a preparar el terreno mediante el envío de colonos que se asentaban en forma “inocente” en pequeñas granjas dentro del territorio novohispano, acatando las normas establecidas por el Virreinato para evitar conflictos pero manteniéndose a la expectativa en caso necesario.
1810 La insurgencia se generaliza. A raíz del debilitamiento del imperio español con motivo de la derrota marítima que sufrió por parte de Gran Bretaña en 1805, agudizado por la expulsión del rey Fernando VII de España por Napoleón en 1808 para colocar en su lugar a su hermano José Napoleón, los movimientos de insurgencia hispanoamericana se generalizaron desde México hasta Chile y Argentina.
El gobierno de Estados Unidos destacó a un espía ilustrado, Joel R. Poinsett, para que le mantuviera informado sobre el desarrollo de la guerra de independencia en América del Sur.
1815 La carta de Jamaica. Este individuo fue el que seguramente informó al presidente de Estados Unidos James Madison acerca de las intenciones de Simón Bolívar en el sentido de establecer una unión de repúblicas hispanoamericanas que procurara la paz y la prosperidad de sus pueblos. Esto lo ven como una severa amenaza, pues se convertirían en la nación más grande del mundo y con mayor razón si se establecía como unión de repúblicas iberoamericanas, en caso de incluirse a Brasil; entonces sería imposible someterlas como colonias suyas.
1815 La Santa Alianza. A lo anterior se agrega el hecho ocurrido ese mismo año, en el que Napoleón Bonaparte sufre su derrota final en Waterloo; las debilitadas monarquías europeas se reúnen en el Congreso de Viena para constituir la Santa Alianza con el propósito de destruir las ideas liberales de la Revolución Francesa; no se trataba de restablecer el Sacro Imperio Romano Germánico -que después de mil años de existencia mantuvo el control de toda la Época Feudal y la Edad Moderna hasta ser derrotado y disuelto en 1806 por el propio Napoleón- sino para restituir su esencia que era la obediencia absoluta al derecho divino, restaurar en su puesto al monarca español entre otros y ayudarlo a reprimir a los insurgentes y mantener sometido al Continente Americano. Este, lógicamente, también fue un grave motivo de alarma para los estrategas del imperio estadounidense que se pusieron a trabajar para ver la forma de despejar del camino aquellas rocas que se cruzaron en su proyecto imperial.
1819 Gran Colombia. Aún sin haber obtenido la independencia, Bolívar da el primer paso de la integración hispanoamericana con la fusión de las actuales repúblicas de Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador en una sola nación comúnmente llamada Gran Colombia, lo que confirmó al presidente de Estados Unidos James Monroe las intenciones de Bolívar, hecho que se sumó a las preocupaciones de su sueño imperial.
1821 Florida. Mientras tanto, Monroe había conseguido hacerse de la estratégica península de Florida, muralla, faro y puerta de entrada al norte del Golfo de México, para apoderarse de la aún más estratégica isla de Cuba que les aseguraría el control del archipiélago de las Antillas y de todos los países continentales bañados por las aguas del mar Caribe de acuerdo con los planes expresados por Jefferson.
1821 México independiente. Cuando México formaliza su primer gobierno, Monroe se apresura a designar como primer enviado especial a Poinsett como su garra imperial, para gestionar la venta de los estados del norte del país, cosa que evidentemente no consiguió, pero sí realizó un tejido de intrigas con base en el establecimiento del rito yorkino, con el que debilitó a la masonería del rito escocés -que había sostenido la llama de la insurgencia- debilitando también al gobierno, además de fomentar toda clase de desórdenes políticos; fue además quien, ante la negativa de venta, empezó a tejer la telaraña para facilitar en primer término la separación pirata de Texas. (Por cierto y como simple curiosidad, después de ocho años de estar provocando toda clase de conflictos a base de su dominio de la intriga, Poinsett fue expulsado en el breve lapso en que ejerció el poder José María Bocanegra como tercer presidente de México, único de la historia nacido en Aguascalientes, concretamente en La Labor de la Troje, Calvillo).
1823 “Doctrina” Monroe. Demostrada ya en múltiples formas la intención imperial de los Estados Unidos, se materializa por vez primera en un documento de carácter internacional mal llamado doctrina Monroe, porque es James Monroe el presidente que se apresura en darlo a conocer públicamente, precisamente en el momento en el que, por una parte, los documentos a discutir en el Congreso de Panamá a celebrarse en 1826 para la integración de América Latina se están perfeccionando; y por la otra, la Santa Alianza se prepara para aplastar nuestras luchas de independencia para sostener el poder de las monarquías europeas con un pié en el Continente Americano.
El maestro Isidro Fabela resume el texto de dicha “doctrina” en cuatro puntos que establecen, eso sí, las bases de la conducta que como potencia imperial pretende imponer Estados Unidos contra ambas amenazas, pero que ellos mismos ha violado en repetidas ocasiones:
“Doctrina” Monroe
“Primero: Los Estados Unidos no han intervenido ni intervendrán en las colonias europeas ya establecidas en América.
“Segundo: Los Estados Unidos no intervendrán en los negocios internos de las potencias europeas.
“Tercero: Los Estados Unidos no permitirán nuevas colonizaciones europeas en América.
“Cuarto: Los Estados Unidos se opondrán a las intervenciones europeas en las repúblicas americanas.”
En este texto que, como dice el maestro Fabela no es doctrina de derecho internacional, ni es exclusivamente de Monroe”,iii lo que realmente pretende el imperio es advertir a las potencias europeas que no deben entrometerse en sus dominios; y a nosotros, que su gobierno se erige en “protector” de todas las naciones del continente sin habérselo consultado a ninguna; es decir: ustedes no necesitan unirse porque yo los protejo a todos; no podía permitir que fuéramos realmente soberanos porque entonces quedaríamos fuera de su alcance.
1824 Unión Centroamericana. Sin embargo, nuestro deseo de integrarnos avanza y después de la Gran Colombia, en este año aparece otra unión: la República Federal de Centroamérica).
Y también en este mismo año se obtiene la victoria total de la guerra de independencia comandada por Simón Bolívar, en la famosa batalla de Ayacucho bajo el mando del General Sucre.
Finalmente, el proyecto bolivariano se frustró no tanto porque se lo impidiera el naciente imperio estadounidense o los europeos, sino por el rápido deterioro de la salud del Libertador y, sobre todo, por los intereses de los ambiciosos caudillos locales que desataron la división interna al sorprenderlo su muerte prematura.
América Latina quedó a la deriva y el imperio afiló colmillos y uñas; su primera embestida no se hizo esperar.
1835 El despojo de Texas. A raíz de las instigaciones de Poinsett, las algaradas separatistas de los colonos estadounidenses asentados en el territorio mexicano integrado por las provincias de Coahuila y Texas, que se habían empezado a manifestar desde 1826, desembocaron en la declaración de independencia de una caricatura de “República” de Texas en 1836.
1845 Anexión de Texas a E.U.A. Con este último paso concluye la primera parte de la gran farsa que inició Poinsett en 1821.
1846 México es despojado de la mitad de su territorio. La segunda arrancó con la reclamación diplomática que le hizo el gobierno de México al de Estados Unidos por la anexión de referencia, mismo que respondió, ofendido, con la intervención militar que concluyó en 1848 con el saqueo del territorio relacionado en el párrafo iniciado con el año 1803.
Las 13 colonias originales llegaron por fin al Océano Pacífico, consolidando así su sueño de convertirse en el imperio territorial del Continente Americano, cuyo siguiente paso consistirá en dejar bien claro a los países latinoamericanos quién manda aquí, para luego dar los necesarios para arrebatar a la Gran Bretaña el título de imperio mundial.
Pero para constancia histórica queda, en dramáticas palabras, la declaración indeleble -entre otras- de uno de sus propios héroes, descrita por Enrique Krauze:
“En la guerra que libró Estados Unidos contra México, por la cual perdimos la mitad de nuestro territorio, además de la desproporción de los ejércitos, abundaron las violaciones y asesinatos de civiles. “No creo que haya habido una guerra más perversa”, dijo Ulysses Grant.”iv
(Continuará)
Por la unidad en la diversidad
Aguascalientes, México, América Latina
i Historia de Aragón. El Conde de Aranda, segunda parte. https://bit.ly/30y2yKa
ii Después de que no solo la cuenca entera del río Misisipi desde su desembocadura en Nueva Orleans hasta la zona ártica que incluían otros grandes territorios del actual Canadá, habían sido explorados por Francia a partir del siglo XVI.
iii Isidro Fabela. Las doctrinas Monroe y Drago. ECPS-UNAM, 1957, p. 9.
iv Enrique Krauze. La guerra injusta. https://bit.ly/2M7ey2i