Lejos de las promesas que hiciera en campaña Andrés Manuel López Obrador, sus primeros cien días de gobierno han sido cien días de nerviosismo y retroceso, de golpes a la democracia, a los equilibrios de poder, a la transparencia y a la economía nacional. Lo digo con objetividad y sin revanchismo político.
En cien días, el Presidente se ha ido en contra de quienes cuestionan su voz, sus números, su proyecto de gobierno. Lo ha hecho de forma abierta y lo ha defendido, incluso, ante una prensa a la que también ataca por considerar tendenciosa y conservadora (al más puro estilo Trump).
Una de sus primeras decisiones, la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, costó al país más de 270 mil millones de pesos en términos generales y 70 mil empleos tirados a la basura. Ello sin contar el golpe a la confianza de inversionistas, que todavía no se recupera.
Pese a los números negros, López Obrador defiende la decisión y asegura que está respaldada por el pueblo. Su razonamiento es básico, son menos los mexicanos que tiene acceso a este tipo de servicios, que aquéllos que prefieren evitar un impacto medioambiental.
En algo tiene razón Andrés Manuel: una encuesta reciente de la empresa Parametría revela que setenta por ciento de los mexicanos no ha viajado en avión. Sin embargo, en esta “ligera” decisión el Presidente se cargó el mismo presupuesto que se destinó en 2019 para la protección de TODAS las áreas naturales del estado de Puebla.
En otro tema, el del respeto a la autonomía de los poderes. Los primeros 100 días del gobierno de López Obrador se han distinguido por la influencia en el Poder Legislativo y el choque con el Poder Judicial. Ahí está la iniciativa para modificar la Constitución y colocar a su amigo, el escritor Paco Ignacio Taibo II, al frente del FCE, en lo que fue un primer fast track que atendieron sin repelo sus aliados en el Congreso.
Con la Suprema Corte y otras instancias como el Banxico, la historia es otra. Primero fue el “encontronazo” con los miembros de ambos organismos por Ley de Remuneraciones, que AMLO insiste en aplicar “parejo” y sin que nadie “chistee”; y luego vino el intento de tener aliados en ambos espacios, lo cual ha consolidado gradualmente con la figura de Gerardo Esquivel en el Banco de México y de Yasmín Esquivel Mossa como nueva Ministra de la Corte.
Finalmente, en cuanto a la falta de transparencia en la administración pública, que el Presidente cuestionó con dureza en sus tiempos de candidato, saltan a la luz varias acciones que contradicen aquella postura. De manera reciente, la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra), en voz de su presidente Enoch Castellanos, reprochó al gobierno de AMLO terminar con el “compadrazgo en las compras de gobierno”.
La declaración tiene fondo. En 100 días el Gobierno Federal ha adjudicado de manera directa el 46% de la obra pública, sin olvidar claro, la compra de 571 pipas para el traslado de combustible, que se llevó a cabo sin un debido proceso de licitación, tras el escenario del desabasto de gasolina.
Son apenas 100 días del gobierno, pero el nerviosismo en algunos sectores persiste y el retroceso en otros es más que evidente.