La puesta en escena del segundo informe del gobernador José Carlos Lozano de la Torre realizado el pasado viernes en el teatro Aguascalientes resultó como la mayoría de la gente lo esperaba: mediocre y banal como su expositor. 12 años de gobiernos panistas no fueron suficientes para transformar la forma y el fondo en la presentación de los informes estatales y municipales cuya parafernalia ya había sido superada desde el segundo trienio de Otto Granados Roldán (1995-1998), primer mandatario emanado del PRI que acabó con las fiestas faraónicas y se limitó a entregar por escrito sus informes de gobierno al Congreso del Estado para su análisis y discusión, ahorrándose con ello los gastos insultantes que arrojaba la celebración del “día del gobernador” que Felipe González González, Luis Armando Reynoso Femat y José Carlos Lozano de la Torre resucitaron fastuosa y religiosamente, para compensar el déficit de atención popular de sus administraciones públicas.
No obstante, al que no le bastó un día para “rendir su informe” entre socios, amigos y empleados fue a José Carlos Lozano de la Torre, quien fiel a su espeluznante narcisismo no escatimó dinero público para difundir sus “conquistas y logros” ligados a ramplonas fotografías con su imagen donde intenta fallidamente mostrarse como “hombre bueno”. Son del dominio público los severos trastornos de personalidad que sufre cuando alguien lo cuestiona o le lleva la contraria. No soporta otra perspectiva de la realidad más que la propia. Iracundo e impulsivo, es incapaz de llamar a la cordura o ponerse en el lugar de los demás. Su alta estima depende del dinero que acumula en sus cuentas bancarias o de las tierras que incorpora a los latifundios de familia. Recientemente un fallo del tribunal agrario sumó 45 hectáreas de la Congoja del municipio de San José de Gracia a su patrimonio.
Ello explica el descomunal operativo en medios masivos de comunicación implementado para promocionar no “el estado que guarda la administración pública del Estado” sino las “cuentas alegres” de su megalomanía. Su segundo informe se extendió a las calles de Aguascalientes en costosos espectaculares como tratando de “cubrir” con sus “cuentas alegres” los espacios publicitarios que alguna vez ocuparon la foto de una joven desaparecida que luego encontraron muerta.
Bajo este contexto, demos paso a la alegría: 23 mil empleos generados en 24 meses; en los rubros procuración de justicia y seguridad pública se ejercieron más de 346 millones de pesos; en obras y programas más de 7 mil millones de pesos; en bienestar social, calidad de vida, servicios públicos, medio ambiente y desarrollo sustentable 13 mil millones de pesos; en la realización de casi 200 obras y programas que promueven una educación moderna, pertinente y de calidad en los 11 municipios del estado se invirtieron más de mil 100 millones de pesos; en la consolidación de un gobierno que enfatiza la transparencia, la rendición de cuentas, la honestidad, la austeridad, la disciplina y la eficiencia 220 millones de pesos; en materia de progreso económico, empleo y mejores salarios, se invirtieron 4 mil 636 millones de pesos y en 2 mil 627 acciones que fueron llevadas a cabo por el gobierno de José Carlos Lozano de la Torre se alcanzaron con una inversión mayor a los 23 mil millones de pesos.
Obviamente esta danza de los miles de millones de pesos ha sido acompañada por el ritmo insuperable y contagioso de los medios de comunicación al servicio de Lozano de la Torre que entiende que la transparencia y la rendición de cuentas es un “show teletonesco” donde lo que importa es la percepción y el manejo mediático de la alegría que las cifras de su segundo informe puedan transmitir.
El “Progreso para Todos” llegó para quedarse en Aguascalientes, aunque sea para el club de amigos y familiares de José Carlos Lozano de la Torre a quien no hay que contradecirle nada, no sea que nos acuse de narco columnistas.