Compromiso o indiferencia ambiental - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Movimiento Ambiental de Aguascalientes A.C.

 

La mayoría de las personas suponen que no existe como tal un problema ambiental, sino muchos, y tienen razón porque ningún problema ambiental se genera aisladamente, éste es resultado de una serie de situaciones o configuración de factores que al unirse generan un desequilibrio así como un daño en el medio ambiente, lo que pone en riesgo la integridad del ecosistema y el bienestar humano. Es entonces cuando se percibe como una amenaza. No podemos ignorar que los problemas ambientales actuales están siendo generados por los seres humanos, pues, para poder sostener nuestras múltiples actividades es necesaria la extracción de recursos naturales, su transformación en objetos de consumo y por último su descarte. En cada una de estas etapas se generan problemas; en la primera fase de agotamiento de recursos naturales, en la segunda y tercera de contaminación de suelos, hídrica y atmosférica.

Lo trágico de esta situación es que, aunque todos los seres humanos somos parte de los problemas ambientales, sólo un reducido porcentaje de individuos se preocupan por estudiarlos, entenderlos y hacer algo para intentar resolverlos; el otro gran porcentaje es indiferente a ellos y creen que no les afectan o les afectarán. James Garvey en The Ethics of Climate Change señala que en general “se piensa que el cambio climático es remoto, un problema para nuestros hijos pero no para nosotros”. Podríamos decir que esta es una creencia compartida por muchas personas, especialmente entre los habitantes de las zonas urbanas. ¿Existe alguna razón?

Los habitantes de las zonas urbanas se sienten ajenos a la naturaleza y al impacto que producen en ella, pues ven el mundo natural desde la posición citadina. El distanciamiento constante y creciente de los seres humanos con la naturaleza, mediante la construcción de bardas, caminos pavimentados, tuberías y supermercados evitan todo contacto con ella. Rachel Carson señalaba en la década de 1960 que “la humanidad se ha internado excesivamente en el mundo artificial que ha creado. Ha tratado de mantenerse aislada, con acero y concreto, de la tierra y el agua reales”. El impacto antropogénico producido en la naturaleza se ve como algo lejano para los habitantes de las zonas urbanas, no lo perciben como problema de ellos, no creen que sea su responsabilidad resolverlo, sino de los gobiernos y las empresas contaminantes. Para el ciudadano común los efectos ambientales de la producción de bienes y servicios son inadvertidos debido a que éstos se generan, la mayoría de las veces, lejos de la ciudad o incluso en otros países, de manera que no los experimenta directamente, puede llegar a creer que existen, pero no siente ningún tipo de responsabilidad o culpa por su existencia, pues cree que él no es el generador directo de ellos. Por ejemplo los efectos ambientales y sociales de los cultivos forestales en Sudamérica para producir madera y celulosa (materia prima para la fabricación de papel) raramente son conocidos por los ciudadanos. En cambio, los gobiernos conocen el impacto ambiental tan destructivo y contaminante de esta actividad, a pesar de ello, la aceptan con bastante displicencia, es más la apoyan y subsidian, pues favorece el crecimiento del PIB. Sin embargo, deberíamos saber que sólo el 1% de la producción de esta actividad se utiliza en libros y cuadernos, casi el 50% es madera y el restante 49% se utiliza para producir cartón, papel de embalaje, papel periódico, papel higiénico y de cocina, materiales que se usan una vez y se desechan. Deberíamos saber que se está destruyendo el ecosistema para cosas totalmente descartables (Ver www.arbolesquematan.com.ar).

Sería injusto decir que todos los ciudadanos son inconscientes y que nadie hace nada; así es que podemos señalar que hay, en este tenor, al menos dos tipos de ciudadano: el que cree que poniendo en práctica algunas medidas ecológicas puede minimizar su huella ecológica, al cual llamaremos ecologista, y aquél que es indiferente.

El ciudadano ecologista, actúa solidaria y altruistamente modificando algunos de sus patrones habituales de consumo y descarte, con la creencia de que con ello contribuye a cuidar y proteger los recursos naturales, así es que atiende la solicitud, difundida a través de los diferentes medios de comunicación, de usar responsablemente los bienes y servicios: no desperdicia el agua, separa la basura que produce en su casa, instala un calentador solar, usa focos ahorradores, algunos cambian su estilo de alimentación por una más vegetariana o incluso vegana. Este tipo de ciudadanos creen firmemente que por medio de estas acciones están cuidando los recursos naturales, evitando producir contaminación y generando un cambio positivo en el medio ambiente.

El indiferente, por su parte, es ante todo escéptico, primero a que existen problemas ambientales; segundo, a que en caso de que los haya, no cree que modificando algunas de sus prácticas habituales pueda contribuir a disminuir el impacto antropogénico en la naturaleza y, por lo tanto, no hace nada, no altera en ningún sentido su acostumbrado estilo de vida.

Nuestro planeta, nuestro medio ambiente, nuestra madre naturaleza, Gaia, la pacha mama, como sea que se le nombre, requiere que adquiramos un mayor compromiso y dejemos de ser ambientalmente indiferentes. Esto sólo puede lograrse si nos informamos más y mejor de cómo cada uno de nosotros puede contribuir a disminuir sus impactos individuales y nos comprometemos con ello. No esperar a que algo se prohíba, como el obsequio de bolsas de plástico que entra en vigencia en el municipio de Aguascalientes en octubre de este año, ¿para qué esperar? ¡Puedes hacerse ya! No deje para mañana el bien del planeta si puede generarlo desde hoy.


 

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