Estado de Derecho ¿o de venganza? / Cinefilia con derecho - LJA Aguascalientes
23/11/2024

La venganza es un una reacción inherente al hombre que puede traer consigo consecuencias tan funestas que precisamente en oposición a ella nace el concepto de justicia. Son cientos de cintas las que abordan de distintas maneras el sentimiento de vendetta, las que más recuerdo por su forma tan interesante de abordarla son las que integran la trilogía de Chan-Wook Park, Señor Venganza (2002), Cinco días para vengarse (2003) y Señora Venganza (2005). El director coreano con su formación profesional de filósofo se concentra en abordar los distintos matices y reacciones de los seres humanos, y lo más  interesante, en una pregunta compleja en esta sociedades donde a veces parece que la justicia ha fracasado ¿deberíamos sustituir la justicia por la venganza?

Precisamente esta semana que acontecieron hechos sumamente lacerantes, inconcebibles pero sobre todo impactantes en Aguascalientes, la conmoción es tal que prácticamente no hay un ámbito en el que no se haya manifestado de una u otra forma el enorme encono que provocan dos absurdos asesinos, no sólo la ciudad en físico sino la alternativa o digital (Facebook) se vio llena de muestras de reproche, de resignación, pero sobre todo de sed de venganza.

Como parte de esta sociedad que nuestro escudo llama de la gente buena, en verdad creo que a todos nos causó dolor, que por ello son normales las declaraciones, pensamientos y manifestaciones que van desde la indignación hasta la idea de aplicar a los asesinos pena de muerte, tortura, cadena perpetua, en suma, que piden a gritos sean extirpados los elementos de la sociedad que no merecen vivir en ella. Es una especie de justo derecho de pataleo, de llorar y bramar y en ese dolor arrebatado gritar tantas y tantas cosas como sea necesario, es justo y entendible, hasta necesario, una forma de desahogarnos.

Sin embargo, después de ese trago amargo, debemos –serenos- sentarnos como sociedad y analizar a fondo realmente el qué nos está pasando. Es un buen momento para ver por qué suceden esta clase de hechos y otros tantos igual de horrendos y brutales. En este diálogo social, no caben los conceptos relativos a la venganza, pena de muerte, aumento de penas, cadena perpetua o tipificación del feminicidio (en el artículo Crímenes y pecados del feminicidio, LJA 15 de octubre del 2012, decimos el porqué) y cualquier otro concepto que tenga por finalidad desquitarse, menos aún deben caber los oportunistas ni las declaraciones alarmantes de algunos funcionarios o representantes de elección popular irresponsables. Caben sí, hechos como la creación del Centro de Justicia para Mujeres de la Procuraduría General de Justicia que se llevó a cabo esta semana, también los Juegos de la Amistad que se inauguraban el pasado jueves, por supuesto el  programa de la Casa del Adolescente que se ha instalado en el parque El Cedazo. La oportuna captura de los asesinos, pero sobre todo un juicio justo que garantice que no habrá impunidad, es una piedra angular de este diálogo.

Pero además de los esfuerzos gubernamentales (que incluyen a muchas instituciones) también y de manera fundamental debe estar la sociedad activamente: un gobierno sin sociedad está condenado al fracaso, por ello los ciudadanos debemos actuar activamente, como lo hacen algunas asociaciones civiles (como la que encabezan los padres de la infortunada Andrea); deben estar todas las iglesias que en su germen llevan los conceptos de amor y justicia a las familias y a los hombres; deben participar los grupos de vecinos organizados, las universidades que tan decididamente siguieron estos casos, debemos sumar esfuerzos porque si creemos que el único obligado a resolver los problemas es el gobierno, no entendemos el verdadero concepto de estado.

En este diálogo social la idea de justicia debe ser punto de partida y de llegada, de otra forma terminaremos como una de las escenas de Señora Venganza: un grupo de ciudadanos se reúne para deliberar la forma en que torturarán al asesino de sus hijos, una auténtica asamblea (¡incluso democrática!) que termina en una orgía de rencor.

Como la mayoría de los ciudadanos de este estado, en verdad me pesa la muerte de las jóvenes, desde la humildad de esta columna envío a todos sus seres queridos mis más sentidas condolencias. Cierro con las palabras de Javier Sicilia en su Carta a Humberto Moreira, esas letras que cobran fuerza y retumban desde su voz de literato y de víctima: “en esas oscuridades a las que el mal nos arrojó no podemos –a menos que aceptemos el infierno– dejar de amar y de saber que hay consuelos y justicias que les debemos a otros y que por ese amor desdichado –que es nuestro único vínculo con Dios, con nosotros mismos y con nuestros prójimos– tenemos que cumplir y hacer cumplir”.

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