- Cuando una población no tiene acceso al agua potable tampoco puede ejercer otros derechos, como la vivienda digna, salud o educación
- Los usos del agua se distribuyen en 76% a los campos agrícolas, 14% para el uso doméstico y público, 4.4% para la industria autoabastecida y 4.7% para la generación de energía termoeléctrica
México se encuentra en una situación crítica en cuanto al uso de sus recursos hídricos a causa de la sobreexplotación, contaminación y mal uso de las fuentes de agua. La mala calidad en que se encuentran los acuíferos ha ocasionado que la población desconfíe del agua corriente y recurra al consumo de agua embotellada.
El agua es el recurso más importante con que contamos. Cuando una población no tiene acceso al agua potable tampoco puede ejercer otros derechos, como la vivienda digna, salud o educación, pero además también afecta la industria y, por lo tanto, las fuentes de empleo, pues es uno de los insumos más elementales de cualquier actividad económica, mientras que en el ámbito político, el escaso acceso al agua se ha convertido en una fuente de conflictos entre comunidades alrededor de todo el mundo.
Aunque en 2012 se reformó el artículo cuarto constitucional para incluir el derecho humano al acceso, disposición y saneamiento de agua, la realidad es distinta. Según cifras contenidas en el libro El agua en México. Actores, sectores y paradigmas para una transformación social-ecológica, publicado por la Fundación Friedrich-Ebert-Stiftung, 12 millones de mexicanos no tienen acceso al agua potable y 80 por ciento de los cuerpos de agua está contaminado con descargas industriales.
La doctora Judith Domínguez Serrano, coordinadora académica del doctorado en estudios urbanos y ambientales de El Colegio de México (Colmex), indicó que existen varios problemas, incluyendo legales, que es necesario resolver para que el artículo cuarto constitucional se cumpla. Enfatizó la necesidad de contar con una ley que indique cómo y en qué periodo de tiempo se va a cumplir con el derecho humano al agua, además de que se tiene que definir si esta nueva ley sustituirá o no a la Ley de Aguas Nacionales.
Si bien las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) indican que en el país la mayoría de la población tiene acceso al agua potable, no reflejan la realidad de muchas personas, pues no es lo mismo que el agua llegue a ellas por medio de pipas, a que el agua de calidad esté disponible las 24 horas en los hogares, “Según datos oficiales de la Encuesta Intercensal del Inegi 2015, a nivel nacional tenemos más de 90 por ciento de cobertura de agua potable en el ámbito rural y urbano con 94.5 por ciento de disponibilidad en agua entubada en las viviendas particulares habitadas, mientras que la disponibilidad del drenaje es un poco menor, 93.1 por ciento de cobertura en las viviendas, en la disponibilidad de servicio sanitario se tiene una cobertura de 97.1 por ciento en las viviendas habitadas del país”.
Sin embargo, si se contrasta con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que están mejor desarrollados y con mayor información, bajamos hasta un nivel de cumplimiento a 25 por ciento en cuanto a servicios de agua bien gestionados.
Agregó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció en 2010 que la cantidad mínima de agua que una persona necesita para poder vivir dignamente es de entre 20 y 50 litros diarios. Esta cantidad debe ser suficiente para satisfacer las necesidades básicas para el consumo (beber y cocinar), el aseo personal (baño, lavado de manos) y limpieza doméstica.
A pesar de la escasez de agua -indicó Domínguez Serrano-, en la Ciudad de México las personas gastan un promedio de 366 litros diariamente por persona. En zonas de alta actividad económica, como Polanco, el gasto promedio diario oscila entre los 500 litros, mientras que en Iztapalapa, el promedio baja hasta los 50 y 100 litros diarios.
Una ciudad sedienta
El doctor Carlos López Morales, profesor investigador del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales del Colmex, refirió que en 2016, del total de demanda nacional, 33 por ciento ocurre en el Valle de México y en la región norte del país, 57 por ciento en la región centro, mientras que el sur demanda solo nueve por ciento. Los usos del agua se distribuyen en 76 por ciento a los campos agrícolas, 14 por ciento para el uso doméstico y público, 4.4 por ciento para la industria autoabastecida y 4.7 para la generación de energía termoeléctrica.
“El agua, además de ser vital para el consumo humano y el sostenimiento cotidiano de la vida, es esencial para la producción de prácticamente todo. No hay nada en la economía que no utilice agua de algún modo u otro”, enfatizó López Morales.
Por su parte, Domínguez Serrano explicó que la gran demanda de recursos hídricos de la Ciudad de México es el principal problema a resolver, pues ha ocasionado el desecamiento de los cuerpos de agua a lo largo de los años. Los ríos que cruzaban la ciudad se han secado o entubado y el acuífero se encuentra en un grado extremo de explotación, ocasionando que el agua se extraiga del acuífero profundo, a unos mil 100 metros de profundidad aproximadamente.
Aunado a esto, existen otros problemas para saciar a una ciudad de casi nueve millones de habitantes, como fugas en una infraestructura, de por sí inadecuada, que está fabricada con asbesto y que tiene más de 50 años de antigüedad.
Extracción profunda
La mayor parte del agua que se consume en las áreas urbanas de todo el país proviene de aguas subterráneas, pero en las zonas centro y norte es muy común que se sobrepase la capacidad de los acuíferos. En el Valle de México este problema ha ocasionado que se tenga que extraer agua de mayores profundidades, agravando la subsidencia del terreno.
Las ciudades del Bajío también se ven en la necesidad de bombear agua profunda, pero por las condiciones propias del suelo, esta puede contener importantes concentraciones de fluoruro y arsénico. El fluoruro puede provocar fluorosis dental y esquelética, además de disminución de las capacidades cognitivas en niños, mientras que el arsénico tiene efectos cancerígenos, neurotóxicos y de prevalencia de diabetes.
La Norma Oficial Mexicana NOM-127-SSA1-1994 referente al agua para uso y consumo humano indica las concentraciones máximas de sustancias en el agua que está destinada a consumo humano en todo el territorio mexicano. En su modificación del año 2010, indica que los límites permisibles de arsénico y fluoruros deben ser de 0.025 microgramos por litro y 1.50 microgramos por litro, respectivamente.
Tratamiento y reúso de aguas
El agua residual es aquella que ha entrado en contacto con actividades humanas y contiene residuos sólidos disueltos, suspendidos o coloidales, es decir, partículas con diámetro menor a un micrómetro (10 mil veces más pequeñas que un centímetro).
Existen diferentes fuentes de donde se produce este tipo de agua. Según el documento Aguas residuales. El recurso desaprovechado de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), provienen de nueve fuentes: domésticas, municipales, escorrentía urbana, escorrentía agrícola, acuicultura terrestre, industriales, mineras, generación de energía y lixiviados de vertedero.
Los contaminantes que se encuentran en las aguas residuales son muy variados e incluyen excrementos humanos, metales pesados, microorganismos patógenos, combustibles, plásticos, cianuro, sustancias alcalinas, sustancias ácidas, sales disueltas, amoníaco, nitratos, sulfatos y aguas a bajas y altas temperaturas, consideradas como fuentes de contaminación térmica.
En adición a esas sustancias se encuentran los contaminantes emergentes, que básicamente son aquellos organismos, químicos sintéticos o naturales que no se encuentran comúnmente en el ambiente, tales como los fertilizantes, pesticidas, herbicidas, farmacéuticos, hormonas, productos de cuidado personal y aditivos industriales, por mencionar algunos, que se combinan con el agua y se infiltran en los humedales.
López Morales dijo que el tratamiento y reúso de aguas residuales es una valiosa alternativa para disminuir el impacto que sufren los acuíferos, pues se extrae agua a un ritmo del doble de volumen de recarga. Uno de los principales usos que se puede dar a las aguas tratadas es en la agricultura, pues el método predominante, es decir, la inundación de campos, es muy ineficiente.
En una investigación publicada en el libro El agua en México. Actores, sectores y paradigmas para una transformación social-ecológica, López Morales menciona que México cuenta con dos mil 536 plantas de tratamiento de aguas residuales municipales; sin embargo, la cantidad de aguas que son procesadas es muy baja, “En México, se trata muy poca del agua residual municipal, el porcentaje oscila entre 30 y 40 por ciento a nivel nacional, y la capacidad total de tratamiento también es baja, representando 50 por ciento del volumen total de producción de aguas residuales”, señaló.
A esto se suman dificultades de gestión pública asociadas al suministro de agua potable en los municipios, pues los servicios de agua y saneamiento dependen directamente de estos, llevando a que varias plantas de tratamiento de agua estén en el abandono a causa de la falta de recursos necesarios para que operen.
De acuerdo con López Morales, el agua residual tratada adecuadamente puede ser aprovechada de diversas maneras, como en el riego de campos de cultivo o de áreas verdes, para la obtención de recarga de cuerpos de agua, como fertilizante y acondicionador de suelos, y para la generación de energía a través de biogás o biomasa, entre otros, incluyendo el consumo doméstico si se trata adecuadamente para este fin.
Judith Domínguez Serrano y Carlos Andrés López Morales participaron recientemente en el Foro Problemas Metropolitanos: Acciones para su Atención. Temática Agua, organizado por el Colmex, la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (Anuies) y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y cuyo objetivo fue conjuntar a expertos en distintas problemáticas del agua en México para generar un documento con recomendaciones para tratar aspectos urgentes de los recursos hídricos en la Ciudad de México, dirigido a la nueva titular del gobierno de la capital mexicana.
Además de la necesidad de una ley que ayude al cumplimiento del derecho humano al agua, Domínguez Serrano destaca la necesidad de reformar los programas de estudio para incentivar la investigación y dar apoyos para la capacitación de recursos humanos en materia de agua, de modo que podamos mejorar la situación crítica de los recursos hídricos de México.
López Morales agregó la necesidad de que el tema del agua esté más presente en las agendas públicas, mediáticas y políticas para que se reforme la manera en que nos relacionamos con el vital líquido, pues si no cambiamos el rumbo, para el año 2030 la situación puede escalar hasta llegar al grado de emergencia.
Con información de Ricardo Capilla Vilchis y Agencia Informativa Conacyt