La filosofía es una disciplina que es difícil comprender en su actualidad sólo ateniéndonos a su historia. Es cierto, la filosofía es una actividad humana milenaria, cuyo origen puede rastrearse a la costa oriental de la actual Turquía. Como actividad humana, suele recordársele a las chicas y chicos del bachillerato, surgió con el asombro y la curiosidad. Este lugar común indica más de lo que suele apreciarse a primera vista. Sin asombro y curiosidad los seres humanos nunca hubieran emprendido la tarea de dar sentido a aquello que misteriosamente les rodeaba: desde el cielo hasta la tierra. En este sentido, el original, la filosofía era una actividad y una serie de prácticas asociadas a ella que se asemejan más a lo que hoy llamamos ciencias que a lo que en la calle suele asociarse con el trabajo filosófico. Pero no corramos.
Por filosofía se comprendía tanto el estudio de los conceptos más generales que usamos para hablar del mundo, como el estudio de la acciona humana individual y social, también el estudio escrupuloso del mundo natural. Los filósofos griegos también inauguraron diversos estilos de escritura: el diálogo, el tratado sistemático, así como los apuntes pedagógicos, incluso los artículos de superación personal. A Aristóteles, por ejemplo, le debemos los primeros estudios naturalistas en biología (sólo desbancados hasta Linneo), así como las primeras especulaciones de física teórica. De este modo la filosofía estaba asociada a cualquier intento racional de comprensión del mundo, de la sociedad y del individuo.
Los primeros desertores de la madre filosofía surgieron en el Renacimiento con el éxito de la física experimental. A ella le siguieron la química y, ya en los siglos que nos han precedido, la biología y la psicología. ¿Qué hacen hoy en día los filósofos?
Me gusta pensar como lo hace Andrew Ward: la filosofía nos enseña y ha enseñado la manera correcta de pensar los problemas que nos inquietan intelectualmente y que nos importan. Así, la deserción de las ciencias que antes vivían bajo el cobijo de la filosofía habla más del éxito de la disciplina que de sus tropiezos. La filosofía encamina las aspiraciones intelectuales de la humanidad hacia un terreno propicio, tanto conceptual como metodológicamente. Cuando la madre filosofía hace bien su trabajo, sus hijas e hijos se emancipan.
¿Habrá nuevos problemas que la filosofía pueda seguir trabajando provechosamente? Por supuesto. Siempre habrá problemas que por su grado de generalidad entorpecerían el trabajo de científicas y científicos. También habrá siempre problemas conceptuales que surjan al interior de las ciencias y en su paulatino entrecruzamiento a causa de la creciente interdisciplinariedad. La filosofía, así, ve lejos su fin en la aventura humana del conocimiento.
Los enemigos de la filosofía son otros. Lo es la creciente necesidad de que nuestras universidades respondan a criterios ajenos a su gestión académica. Lo es la negligencia de las autoridades gubernamentales de reducir y condicionar con criterios no académicos el presupuesto de ciencia y tecnología. Lo son los vicios académicos en los que las personas de nuestro gremio solemos caer: los entusiasmos nacionalistas, el afán de novedades y el fervor sucursalero (como los ha denominado Carlos Pereda).
Esta semana se lleva a cabo el 19 Congreso Internacional de Filosofía “Mundo, pensamiento, acción” en las instalaciones de la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Su pluralidad, alcance y perspectivas pienso que serán una buena oportunidad para que la comunidad conozca la actualidad de nuestra disciplina.
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