En el contexto de la caravana de migrantes que desde hace unas semanas salió de Honduras, decididos a cruzar la frontera norte de México para pedir refugio en Estados Unidos, se ha desatado un debate en torno a la migración en nuestro país.
Llama la atención el hecho de que muchas personas se oponen rígidamente al paso del también llamado éxodo. Si nos fijamos en los números, podemos observar que se trata de cerca de 7,000 personas. En términos estadísticos, es un número microscópico si se le compara con el total de la población del país; representando el .0054 del total. Sin embargo, la polémica ha sido considerable y ha alzado los sentimientos nacionalistas de más de uno. Las declaraciones más comunes son las siguientes tres.
La primera alude a la falta de oportunidades para los mexicanos, un argumento en la línea de “no nos damos abasto.”, “México tiene suficientes problemas.” y “¿Por qué no ayudamos primero a los niños de Oaxaca”
Existe una segunda narrativa, que es un tanto más incendiaria: la que atribuye características negativas a los migrantes por venir de países plagados por la violencia. Llama la atención como resuena en México el eco del presidente estadounidense, redirigido hacia los centroamericanos: “México Primero” diría Juan Donaldo Trumpetas, desde el fondo de la lógica de los nacionalismos mexicanos.
Por último, está el argumento antiinmigrante práctico, que se centra en el hecho de que México “debe” obedecer a Estados Unidos para no hacerlo enojar; más aún con Trump en la Casa Blanca. La gente que esgrime estos argumentos se pronuncia en favor de que el gobierno mexicano expulse/detenga/reprima a la caravana para evitar represalias como la cancelación del recién negociado USMCA.
La gente que piensa de esta forma tiene razones para hacerlo. Si hay quien piense así y esté leyendo este texto, le pido disculpe la caricaturización, y me brinde su atención para exponerle a continuación una mirada alterna, una mirada centrada en las personas y no en los pasaportes.
Empezando por el argumento de “no nos damos abasto”, habría que pensar críticamente al respecto. El desempleo no es uniforme en el ámbito nacional y hay muchas áreas del país donde los migrantes pueden impulsar la economía al cubrir vacantes. Cabe señalar que darle un empleo a una persona no se lo quita a otra, sobre todo si están en lugares diferentes y a kilómetros de distancia. Es decir, un hondureño que trabaja en Matamoros no les quita el trabajo a los campesinos de Campeche. Al revés, ese hondureño podrá comprar, tal vez, los productos cosechados por esos campesinos.
El segundo argumento es un tanto más complejo, pues toma una parte de la realidad para presentarla como la imagen completa. Al señalar que hay pandilleros entre los migrantes, se generaliza un grupo de cerca de 7,000 personas a un solo perfil. Si bien el Triángulo Norte de Centroamérica es uno de los lugares más peligrosos del continente, esto no quiere decir que todos los migrantes que escapan sean violentos. Por el otro lado, hay que tener cuidado de no caer en una romantización; no se trata tampoco de inocentes refugiados en su totalidad. La verdad es que, como todos los grupos de su estilo, es heterogéneo. Los migrantes, en su calidad de personas, no son ni buenos ni malos, sino humanos.
Por último, la idea de que México debe frenar la caravana por presión americana le quita totalmente la agencia al gobierno de México. De hecho, a inicios de la semana el gobierno presentó un programa para darle facilidades de estadía a algunos de los migrantes que conforman la caravana. Incluso el gobernador de Veracruz había dicho que daría camiones para que los miembros de la caravana llegaran a la Ciudad de México, ofrecimiento que fue retirado rápidamente. México tiene opciones, como lo mostró (con todas sus limitaciones) la recepción de los haitianos en Tijuana. Hay más que solo la obediencia americana y la discriminación. Esta circunstancia nos da la oportunidad de mostrar otra cara de México, una cara que defiende que hay que ayudar a quien se pueda, sin importar su pasaporte. Una ayuda que sea selectiva pierde su carácter de desinteresada, dijo el Embajador Luis Ortiz Monasterio. Además, los migrantes tienen más que darle a México (y a Estados Unidos) de lo que les pueden quitar.
@joseemuzquiz / [email protected]