AtropellAldos/ Cocina política - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Nos reunimos una treintena de católicos tenedores de animales, quienes con gran devoción acudimos año con año para que la Congregación de San Francisco, asentada en el Templo de San Marcos; imparta la bendición a nuestras mascotas.

Es para los que amamos a los animales una fecha muy especial, ya que San Francisco de Asís, humilde fraile, consideró que los animales son nuestros hermanos y que son dignos de respeto y buen trato por parte de los humanos.

Ese domingo también estuvieron presentes unos ocho animalitos enfermos o mutilados; algunos mal por su avanzada edad, algunos ciegos por agresión o nacimiento y un par en “silla de ruedas” un artefacto con ruedas que se amarra mediante arnés al animal que no puede usar sus patas traseras o que tiene la cadera dañada.

Nos encontrábamos en la calle Rosalía Monroy, a espaldas del templo de San Marcos, porque en el atrio y explanada no cabía un alma: estaba por arribar Andrés Manuel López Obrador, presidente de la República electo, a un mitin para agradecer públicamente el voto popular volcado en su confianza.

Un par de auxiliares del presidente electo, se acercaron al grupo de tenedores y mascotas, para con gran amabilidad informarnos que el licenciado López Obrador estaba al llegar, y que deseaban evitar  una tragedia, que abriéramos el paso al convoy y que se disculpaban por las molestias que ello nos causara. La respuesta a tan comedida solicitud fue en los propios términos y nos dispusimos a despejar el arroyo de la calle, cosa que, con perros enfermos, o muy grandes, o muchos, no es muy ágil.

Estábamos el grupo de protectores y tenedores de animales, en eso de despejar el arroyo vehicular en esa calle cerrada al tránsito regular, cuando un ¡Ruuuuuuum! se escuchó al inicio de la calle, y un automóvil blanco, con cuatro hombres a bordo y las puertas abiertas ¡se nos dejó venir encima! Todos corrimos aterrorizados hacia las banquetas laterales, pero no así Any Pérez, una de las rescatistas de animales más comprometida y más discreta en su labor; que ese día cargaba un perro en “silla de ruedas” para ser bendecido.

La puerta trasera del vehículo blanco, que como ya le comenté estaba abierta con el vehículo avanzando, le dio tremendo golpe a Any, pues, al no alcanzar la banqueta, sólo atinó a proteger al perro inválido alzándolo sobre su propia cabeza. ¡Any! -pregunté- ¿estás bien? Sí, sólo fue el golpe, me contestó ella. La caravana donde pasaría entre nosotros el futuro presidente de México, pasó unos treinta minutos más tarde, a vuelta de rueda, con gran cuidado y con pasajeros que sonreían a los animalitos y hasta los acariciaban.

Any Pérez se acercó a Andrés Manuel López Obrador, le mostró al perrito inválido y dijo: Señor, no se olvide de los animales, haga algo por ellos. El presidente electo le sonrió a Any y sacó el brazo de la ventanilla para acariciar al pequeño perro, mientras decía “¡Y cómo no hacerlo! Mire nada más”, mientras seguía acariciándolo.

La caravana en torno a Andrés Manuel López Obrador, siguió su paso prudente. ¡Por fin! El presbítero Guillermo, salió para hacer oración con nosotros, por esas creaciones de Dios que son los animales, y terminó rociando a todos con agua sacramental. El susto del atropellamiento se nos bajó y la paz llenó nuestros corazones. Cada tenedor o rescatista, se retiró con sus mascotas y se perdió entre la multitud que abarrotaba el mitin.


Usted se preguntará, si el futuro presidente de México y su caravana, se portaron tan comedidos y amables; ¿Quiénes eran entonces los que treinta minutos antes aterrorizaron al grupo católico animalista y golpearon a Any Pérez? ¡Pues los morenitas locales, apreciables lectora y lector! Aldo Ruiz, presidente estatal de Morena, a quien le urgía llegar al evento antes que su otrora candidato; y su tercia de guardaespaldas a los que no les merecimos el más mínimo respeto.

¡Así las cosas! Apreciable lectora, querido lector. Podremos tener gran esperanza puesta en el primero de diciembre de este año, pero si los atropelladores que rodean a Andrés Manuel hacen lo suyo: la esperanza será frustración.

¡Nos vemos en la próxima!

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