¿Quién es periodista? ¿Cómo se gana la medalla? En mi libro, es aquel que ha reporteado al menos una vez en su vida y exclusivamente de manera profesional. Esto trae varias reglas ocultas. Por ejemplo, caen en un error aquellos que afirman que “fueron periodistas” por haber escrito alguna columna con bastante opinión y cero reporteo. Y hasta entre los perros hay razas. 1) Si se analizan documentos, se investiga, o se trasladan estadísticas a prosa, ciertamente estamos ante un articulista. 2) Si es pura verborrea tipo compañeros, lo que pasa con México es que, es un opinólogo de los peores que no intenta traer algo nuevo a la conversación más que su ¿valiosísimo? punto de vista.
Ser periodista de profesión, el 99% de las ocasiones no es algo glamuroso o siquiera digno. Es decir, siendo un reportero de radio/tele/escrito esperas largas horas a funcionarios ingratos que [en la cultura mexicana] todavía no tienen la costumbre de dar ruedas de prensa de manera decorosa. Siempre es todo atrabancado, en pasillos de palacio, en la banqueta. Sin horas definidas o respetadas. Cuando llega a existir un evento gubernamental me pregunto si tiene algún valor cubrirlo más que para constatar la existencia de lo que vendrá en un boletín.
Un periodista, por supuesto, debe incomodar al poder como regla pero estos eventos son comunicación de una sola vía, resultando en que el reportero debe esperar horas enteras para acechar al funcionario y realizarle esa pregunta. ¿Por qué? Porque en el México ranchero no suele existir cultura donde los jefes de prensa no sean ex reporteros cercanos a políticos o encuestadores glorificados sin habilidades de gerencia o relaciones públicas. Los reporteros también tiene su parte de la culpa, ya que le dicen represión al buen hábito de pasar preguntas antes del encuentro uno a uno para que los especialistas redacten las tarjetas informativas del funcionario. Digo, yo soy empático con que un titular de dependencia no siempre va a tener específicos o datos a la mano. Es más, puede que ni siquiera su habilidad sea el emitir palabras de manera coherente. Aquí hay otro vicio: la obsesión de algunos servidores públicos por estar presentes en medios (no confundir con rendir cuentas) vuelve impensable que un titular de comunicación sea un enlace visible con la prensa.
Todo este choro es por la polémica alrededor de una entrevista cómoda y mal enmarcada dentro de El Universal por parte de un porrista con la jefa de gobierno electa en la CDMX. Es terrible porque no está indicada como debería, una charla entre [si somos benévolos] partidarios del mismo proyecto. El error del diario fue no indicarlo como lo que era y promocionarlo como contenido periodístico.
Los Hernán Gómez del mundo no son periodistas, perdonen mi pochismo pero son pundits. Se vale. Su lugar, en una cultura donde la televisión fuera más útil para la difusión de ideas y no de payasitos con modelos, debiera ser en programas como los de MSNBC y Fox News, donde estos opinólogos (que no periodistas) son las estrellas en show de debate con pantallas divididas y declaraciones escandalosas. En la mesa de Aristegui (antes de la Vivó), ForoTV o ADN40 hay indicios de ello, pero más bien son herramientas para darle sueldos a la comentocracia y tenerla al margen. En lo local, lo de Aguascalientes, es infame que locutores (no periodistas) convertidos en jefes de información leen notas exclusivas y/o enteras de los diarios y al momento de ser reclamados dicen que ellos harán lo que quieran con su espacio. En un ecosistema más ético, mis compañeros reporteros serían enlazados para comentar sus notas y tendrían participación plural en programas de “análisis” que abarquen a más de un grupo empresarial. No es así.
En el fondo es un problema tremendo de cultura en medios y lectura de comprensión. En mi trabajo diario somos reclamados de manera constante por personas que no saben diferenciar un meme de una nota periodística, de una columna (responsabilidad de su autor) o de un run run. La mayoría de las veces el contexto, o una etiqueta (que dice “Opinión”) suelen despejar dudas sobre la naturaleza de los contenidos, pero los lectores insisten en decirle “notas” a las columnas.
No dudo que mañana esta columna sea compartida como “mira lo que dice este goey en esta nota”. Es una asignatura pendiente.
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