Mis héroes convocados / Café Fausto - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Una de las novelas menos conocidas de Paco Ignacio Taibo II (PIT II) y de las que más me gustan de ese autor es “Héroes convocados. Manual para tomar el poder”, un texto publicado a inicios de la década de los años ochenta en la que narra cómo un joven sobreviviente de la masacre estudiantil perpetrada por el represor gobierno priísta el 2 de octubre de 1968 decide desde su cama de hospital convocar a sus héroes de sus lecturas juveniles para derrocar Gustavo Díaz Ordaz.

Con una prosa ágil y divertida, PIT II muestra cómo nuestro personaje principal manda cartas y telegramas a Sandokan, Los Tigres de Malasia, a los 500 guerreros Mau-Mau, a los tres que en realidad eran cuatro mosqueteros, al sheriff Wyatt Earp y sus aliados, a Richard Turpin, a la Brigada Ligera, al médico comunista Norman Bethune, a Sherlock Holmes con su asistente y el sabueso de los Baskerville, a Yáñez de Gomara y a muchos otros quienes llegan a la cita, planean y luchan contra el régimen opresor del PRI, el final no lo digo para que lean el libro.

Con esa misma idea en este mes patrio he decidido convocar a algunos de mis héroes reales preferidos de la lucha por la Independencia de México, no son los caudillos más conocidos, sino hombres y mujeres que eran honestos y sencillos, que pelearon con determinación contra el mal gobierno español. Deseo traer a nuestro tiempo su ánimo, pasión y compromiso transformador para que anden con nosotros nuestras calles en esta nueva etapa histórica que decidimos los mexicanos por un cambio verdadero en los pasados comicios presidenciales.

Pienso en el conspirador queretano Epigmenio González, el primer armero de la Independencia quien al ser descubierto y detenido reconoció que buscaba liberar a nuestra tierra de los españoles, por esa razón en 1810 lo enviaron preso a la Ciudad de México y desde la ventana de su celda trató de seguir conspirando y por eso lo enviaron al fuerte de San Diego en Acapulco y al ver los españoles que Vicente Guerrero iba a tomar la ciudad, lo enviaron en un barco hasta una cárcel en Filipinas. En 1821 lograda la Independencia pidió su liberación, pero el gobierno español se lo negó al no reconocer nuestra soberanía y ahí permaneció cautivo hasta 1831, ya liberado viajó a España y mendigando logró volver a México. Al llegar, fue a Palacio Nacional a decir que era uno de los primeros héroes de la Independencia y no le hicieron caso.  Epigmenio, siempre patriota, pasó su vida casi olvidado como velador en un museo de San Luis Potosí, nunca se rindió.

Recuerdo a los no más de veinte campesinos, serenos, músicos y comerciantes de la villa de Dolores que lo dejaron todo y siguieron a Miguel Hidalgo la madrugada del 16 de septiembre de 1810, ellos que al luchar de pueblo en pueblo se les fueron uniendo más personas gracias al liderazgo del Padre de la Patria y en menos de doce días ya eran cerca de veinte mil combatientes al llegar a Guanajuato.

Entre esos insurgentes estaba Juan José de los Reyes Martínez, “El Pípila” al que muchos historiadores conservadores han querido negar su existencia y que en la toma de la Alhóndiga de Granaditas, ese modesto barretero de la mina de Mellado tomó la tienda “La Galarza” con otros mineros para hacer antorchas, luego protegido con una loza en su espalda logró quemar la puerta principal del edificio donde resistían los peninsulares. No fue uno, sino muchos pípilas pues otros mineros hicieron algo similar tratando de romper el acceso de las trojes de la parte inferior de la Alhóndiga para ingresar.

Está Fray Servando Teresa de Mier, un intelectual liberal que conspiró, fue hecho prisionero varias veces en México y en Europa, perseguido por la Inquisición. En París abrió una academia con Simón Rodríguez, maestro de Simón Bolívar, en Londres motivó e inició la expedición para guerrear en México junto con Francisco Xavier Mina, otro héroe convocado. Ya lograda la Independencia luchó contra la creación de un imperio encabezado por Agustín de Iturbide y promovió que México fuera una república federal.

Por supuesto recuerdo a Mina, nuestro combatiente internacionalista, un español que en su país fue guerrillero contra la invasión francesa, en Inglaterra decidió unirse al bando insurgente por la Independencia de México y junto con varios extranjeros primero fue a reunir recursos a Estados Unidos, luego a Haití donde obtuvo apoyo del general Alexandre Pèiton y conversó con Simón Bolívar, después navegó a nuestro país donde peleó hasta ser detenido y fusilado.

Pienso en la escolta de Hermenegildo Galeana compuesta por un centenar de negros cimarrones de la Costa Chica que machete en mano hacían correr a los españoles, en los indios que defendieron la isla de Mezcala en el lago de Chapala durante cuatro años ante el ataques de los realistas.


En Aguascalientes están las familias Ruiz Esparza, Flores Alatorre dueños de la Hacienda de Paredes quienes eran simpatizantes de la Independencia durante la primera etapa de la guerra.

Recuerdo en Oaxaca, la sirvienta Bárbara Rojas, conocida como “La Griega” que en enero de 1811 fue detenida después de que habló con varias personas a favor de Miguel Hidalgo, la denunció su vecina Enriqueta y ya arrestada en la cárcel de Las Recogidas, condenada a un año de trabajos forzados siguió dentro de prisión expresando su apoyo por el cura de Dolores, decía que si un día llegaba a Oaxaca haría mucho bien al pueblo.

También recuerdo a María Reyes, una mujer que peleó en el sitio de Cuautla, cuando los insurgentes necesitados de que los realistas, sus sitiadores, gastaran parque, José María Morelos llamó a voluntarios a la peligrosa misión de acercarse a las trincheras enemigas para ir a que les tiren, esquivando balas. Rojas se ofreció a esa tarea, se acercaba a los reductos realistas, burlándose de los españoles se alzaba la falda mostrando sus nalgas provocando el tiroteo, después de varias ocasiones fue herida de bala en el trasero, después de la derrota fue juzgada por la inquisición a cinco años de cárcel. Nunca se rindió.

Memoro a las miles de mujeres que junto con sus hijos acompañaban a su hombre entre los cerros en un ejército encabezado por Miguel Hidalgo que más parecía una peregrinación, comiendo lo que se podía en el campo, sobreviviendo al hambre, al frío, a la guerra. Mientras Ignacio Allende, un militar liberal que nunca antes había peleado una batalla trataba de dar orden de ejército a lo que en realidad era un pueblo nómada en armas.

Convoco a esos y otros muchos héroes que entendieron que una transformación social se logra cuando se piensa más en el “nosotros” que en el “yo” del egoísmo que facilita la desigualdad y el despojo, que llegue su ejemplo de entrega cotidiana a su noble causa.

Refill: Aclaro que no soy historiador, pero he disfrutado de recordar a estos personajes y acontecimientos, comento que en este texto mis fuentes son las más variadas, desde un libro del historiador guanajuatense Isauro Rionda, o un par de los de PIT II, conversaciones con historiadores en Aguascalientes, Guanajuato y Jalisco a lo largo de los años, lectura de folletos, documentales vistos entre otras muchas. Faltaron muchos héroes por mencionar, muchos de esos que la memoria popular ha casi olvidado, pero que son parte de nuestro pasado.


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