A punto está de concluir la actual administración federal, varios son los temas que quedarán pendientes y de los cuales las cifras revelan un escenario complicado para quienes habrán de encabezar cada una de las áreas de la administración pública que ahora será dirigida por el morenista Andrés Manuel López Obrador.
Enrique Peña Nieto cierra su gestión con el nivel más bajo de aprobación de la ciudadanía en la historia de nuestro país, con un sinnúmero de pendientes, pero sobre todo de reclamos desde las distintas trincheras y en varios sentidos, principalmente en aquellos que tienen que ver con las reformas estructurales que el mandatario justificó como un medio y no un fin para el crecimiento del país.
A meses de terminar la Presidencia, Enrique Peña Nieto, deja cifras estremecedoras: 35 mil 410 víctimas de desaparición en México según lo revela la información del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas, entre ellas casos que han dolido profundamente como el de los 43.
Además, durante este mismo periodo se hallaron mil 588 fosas clandestinas en 23 de los 31 estados que conforman la República Mexicana, de las cuales se recuperaron dos mil 674 cuerpos y once mil 400 restos óseos.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), Peña Nieto acumula más de 114 mil 61 asesinatos en lo que va de su administración. Junto con lo que se reporta un sexenio anterior la cifra fatal asciende a los 234 mil muertos por la violencia que, ha quedado claro, rebasa a las corporaciones de seguridad.
La Reforma Educativa que más bien fue una de carácter administrativo o laboral hacia el gremio magisterial, definitivamente no ha contribuido a elevar los niveles de preparación de nuestros niños y jóvenes; de acuerdo a los estándares internacionales México se mantiene en una posición reprobatoria.
El tema económico definitivamente no puede dejarse de lado, hoy más que nunca lo sentimos en nuestros bolsillos. Cómo podremos olvidar aquellos anuncios que de voz del propio mandatario de la nación prometían mayores niveles de bienestar, una recuperación en el corto plazo al costo de energéticos que finalmente traería la reforma en la materia.
Sucedió prácticamente lo opuesto, hoy en día seguimos pagando más porque no hay competencia, los costos de los combustibles siguen por las nubes y los ciudadanos hemos tenido que optar por otros medios de transporte, no los mejores, también hay que decirlo, para enfrentar el alza que finalmente provocó un repunte de la inflación.
Tampoco los salarios aumentaron, lejos de ello cada vez se percibe una clase media más adelgazada, pese a que “gracias a las acciones de gobierno federal, se sacó de la pobreza extrema a millones de mexicanos”.
Es cierto que la tecnología ha permitido la creación de otros medios que no “ocultan” la información como antaño se hacía con las partidas monetarias especiales para favorecer y al mismo tiempo callar a las grandes cadenas de comunicación.
Quizás sea ésta la circunstancia de la exposición en la cual se mantiene a todos los políticos y gobernantes, incluido el aún Presidente de la República, sin embargo vale la pena hacer la reflexión en el sentido de que él mismo, con su falta de argumentos y su poca inteligencia para salir de los problemas y las críticas internacionales lograron que sea calificado como uno de los peores mandatarios en la historia reciente de nuestro país. Bajo este escenario no nos queda más que decirle adiós a uno de los más negros períodos del gobierno en México.