Víctor Hugo Salazar Ortiz
Movimiento ambiental de Aguascalientes A.C.
El relativismo, desde el punto de vista filosófico, hace referencia a la postura que puede adoptar cualquier persona que se resista a creer que existen verdades universales en el ámbito del conocimiento o de la moral. En otras palabras, una persona relativista asume que “nada es verdad, nada es mentira, todo depende del color con que se mira”.
Esta posición puede expresarse ante hechos macro, por ejemplo, que no es verdad que la temperatura del planeta esté cambiando y menos que los seres humanos lo estamos provocando; no obstante, el relativista deberá asumir que otros pueden pensar lo contrario y que no existe ningún problema en que algunos puedan creerlo y otros no, lo que da como resultado que la posición que adopte cada persona frente a este hecho es relativa, negando con ello que exista verdaderamente. Esto da como resultado que no se forme un frente común ante a un problema tan delicado y en el que todos deberíamos estar haciendo algo para frenarlo, pero como la mayoría adopta una postura relativista, poco o nada se avanza en la solución de este macroproblema, a pesar de que se dice que pone en riesgo la continuidad de nuestra especie, e incluso del planeta.
En el ámbito más local, un sujeto relativista puede pensar que da lo mismo derribar un árbol que mil, y cuando se le solicita que no lo haga y se le dan razones para no hacerlo, tales como que un árbol de acuerdo a su especie y edad ofrece servicios ambientales específicos como son retención de CO2, captación de agua para el subsuelo, que son nichos ecológicos para otras especies, que son reguladores del clima, entre otras, podrá decir que para él “todo árbol es un árbol” y si obstruyen el progreso y desarrollo humano, tienen que ser sacrificados, y esto es así porque esa es su “verdad” y ésta se ajusta dentro de un marco económico (prejuicio) neoliberal. Además, como para este tipo de individuos “un árbol es un árbol” aceptarán que se les condicione el derribo de éstos en determinados puntos de la ciudad/estado a cambio de reponerlos con otro tanto, sin importar si son o no adecuados para el supuesto sitio en el que se plantarán, si es que se plantan, además si éstos ofrecerán los servicios ambientales señalados; en fin, a los arbolicidas les vale la vida de los árboles, les da lo mismo que estén o no, que se planten o no, que vivan o no, que sean especies nativas o no. En otras palabras, un relativista es alguien indiferente a la Verdad en sí misma, y solo hace caso a lo que cree asumiéndolo como su verdad.
Con base en los ejemplos propuestos he decidido llamar a esta actitud relativismo ambiental, que no es otra cosa que la indiferencia que se tiene ante estos hechos. Sin duda alguna es muy dañino el relativismo corporativo de los empresarios que imponen sus criterios de “verdad” a costa del Bien social y la Verdad científica, pues han estado minando los bienes naturales de los que dependemos todas las especies que habitamos este planeta, no solo la humana, y creen que no los necesitamos o pueden ser fácilmente sustituidos. Pero más perjudicial aún ha sido la actitud relativista de la mayoría de los ciudadanos que no hacen nada y permiten que empresarios y gobierno sigan promoviendo y autorizando, respectivamente, acciones relativas a sus intereses corporativos, políticos y personales.
Es tiempo de que los ciudadanos dejemos el conformismo y la indiferencia frente a los problemas ambientales provocados por los grupos de poder, no adoptemos como forma de ser posturas relativistas y nada comprometidas con lo que pasa en nuestra ciudad, estado y país. Los invito a informarse mejor y en la medida de lo posible sumarse a las acciones que las distintas asociaciones civiles promueven para defender nuestros derechos. Ojalá deje de pensar que nada podemos hacer como sociedad civil, por el contrario, unidos podemos ser muy fuertes, hay leyes que así nos lo indican y permiten; por el contrario, la indiferencia y la desunión nos hace agachones y débiles. Luchemos unidos por un mejor medio ambiente en Aguascalientes, por el bien de todos y no sólo de unos cuantos, digamos no al relativismo ambiental y cuidemos todos los que aquí habitamos nuestros bienes naturales, asumiendo nuestro derecho a tenerlos, pero también nuestra obligación de defenderlos.