La economía, Sandy / Ciudadanía Económica - LJA Aguascalientes
17/11/2024

James Carville, estratega electoral de Bill Clinton, sintetizó en la frase “La economía, estúpido” (the economy, stupid) que la campaña debía enfocarse sobre cuestiones relacionadas con la vida cotidiana de los ciudadanos y sus necesidades más inmediatas. Con la campaña enfocada en ese mensaje, Clinton se convirtió en presidente de los Estados Unidos.

Luego la frase se popularizó como “es la economía, estúpido” y la estructura de la misma ha sido utilizada para destacar los más diversos aspectos que se consideran esenciales. Este enfoque estratégico parece ser fundamental en la campaña de Barack Obama para lograr su reelección y, para ello, el huracán Sandy ha sido un invaluable e inesperado aliado de última hora al poner énfasis en la economía familiar de los electores.

En marzo del 2009 los aliados ambientalistas del presidente Obama fueron invitados a una reunión en la Casa Blanca, donde suponían iban a escuchar el refrendo de las promesas ambientalistas de la campaña de 2008 que lo llevó a la Casa Blanca. Sin embargo, el presidente les informó que a consecuencia de la severidad de la crisis del 2008 habría que cambiar el discurso. Si bien el cambio climático constituía un factor contra el que había que luchar, el énfasis no debería estar en exigir a los poderosos invertir para contrarrestarlo. Se empezaría a hablar más bien de una “economía limpia generadora de empleos”. El concepto tenía todo el sentido común para la población en general, pero también resultaba lógico para los grandes corporativos que, con la caída de la demanda interna, habían sido afectados por la crisis.

Sandy devastó parte de la costa noreste de la Unión Americana y, al enfatizar Obama sus políticas públicas en la recuperación económica, está dejando claro testimonio de su influencia política. El gobernador de Nueva Jersey Chris Christie –republicano– y el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg –independiente– brindaron total respaldo político al presidente Obama. Por el contrario, en un fallido intento de contrarrestar la recién ganada fuerza política de su oponente, Mitt Romney lo ridiculizó en la convención republicana para congraciarse con los hombres fuertes de su partido, negando el cambio climático, minimizando con ello el efecto devastador que éste, a través de Sandy, ha tenido sobre la economía de millones de electores.

Aunque el presidente no puede siquiera dar la mínima señal de que se beneficia políticamente de la tragedia, no podrá negarse que, a la hora de emitir el voto, Sandy estará presente, mostrando que lo que más importa al electorado son los efectos que las políticas públicas tienen sobre sus necesidades inmediatas, sus condicionantes del bienestar.

Por su parte, al gobierno mexicano parece que no le ha quedado claro lo importante que es la microeconomía, la economía cotidiana de la producción y el consumo. Todavía en este último mes de la administración de Felipe Calderón, sus voceros insisten en difundir sus supuestos grandes logros en materia macroeconómica, sin darse cuenta que con sus acciones durante el sexenio acabaron con el bienestar que viven y sienten cotidianamente millones de mexicanos. No se han dado por aludidos de que por eso, su candidata a la presidencia fue relegada a un lejano tercer lugar en las preferencias electorales el 1 de julio pasado. El equivalente de Sandy, en este lado de la frontera, lo representa la política neoliberal ejercida en los últimos años, el capitalismo salvaje y la aplicación a ultranza de medidas que han dejado millones de damnificados económicos regados por todo el territorio nacional.

La clase media está disminuyendo en Estados Unidos; las estrategias y acciones en la arena política de ese país lo reconocen. Los números sobre el ingreso en México indican claramente que la clase media también se está reduciendo. Cuando en 2006 eran seis de cada 10, en 2012, de acuerdo con datos del INEGI, siete de cada 10 personas con ocupación remunerada ganan menos de tres salarios mínimos; menos de 5 mil 130 pesos (392 dólares) al mes.

Con Felipe Calderón la deuda neta de los hogares mexicanos con el sistema bancario creció 10.15 por ciento. El gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, se congratula por el hecho de que más personas tienen acceso al crédito. Sin embargo, el endeudamiento de los hogares mexicanos aumentó principalmente por el uso de tarjetas de crédito y por créditos de vivienda y en particular por los créditos de nómina. El aumento en el endeudamiento no significa que la gente pueda pagar. Significa que le facilitaron la manera para endeudarse para poder vivir.

Durante todo el sexenio que concluirá a fin de este mes la publicidad gubernamental ha insistido en la falsa idea de que en México estaba creciendo la clase media y que la mayoría de los mexicanos estaban en ese nivel de ingreso. Que la pobreza se había reducido y que la estrategia de combate frontal al crimen organizado estaba rindiendo los frutos esperados, hasta que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, lo desmintió hace unos días.


Ante la evidente crisis nacional por el huracán neoliberal que nos afectó durante tres decenios, resulta inaplazable una abierta reconsideración, un “mea culpa” de quienes lo implantaron en México en los años 80 y ahora regresan al gobierno. Al menos por aspirar a ganar la legitimidad que cerca de 47 por ciento de los mexicanos le niegan al gobierno entrante, el clamor ciudadano retoma la demanda: «la economía, Enrique». n

 

ciudadaní[email protected]        

Twitter: @jlgutierrez


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