La conducta debe ser consecuente con la ideas, de lo contrario se cae en la farsa o en la prevaricación.
– Carlos Alberto Madrazo Becerra
Ahora que el Partido Revolucionario Institucional está a escasos 26 días de regresar a la Presidencia de la República en la persona de Enrique Peña Nieto, creo que es de suma importancia saber bajo qué línea del pensamiento lo hará; dado que si algo le ha costado trabajo en los últimos años al propio partido que regresa a esa posición después de 12 años de gobiernos federales panistas, es poderse autodefinir ideológicamente.
Si pensamos que por muchos años el PRI se manifestó como un partido cuya línea ideológica era el nacionalismo revolucionario, para después pasar por absurdos y falsos argumentos, que se pretendieron ser fundamentos ideológicos, como por ejemplo, con Salinas de Gortari que se atrevió a hablar de una ubicación “centro progresista” que bien recuerdo el doctor Lorenzo Meyer, lanzó un reto público a que alguien del PRI definiera qué significaba eso, y la respuesta jamás llegó en los seis años del gobierno de las concertacesiones; o pero aun cuando Zedillo Ponce de León con su “sana distancia” pretendió acercar al partido que lo hizo Presidente de la República a la línea de la Internacional Liberal, dado que propició que el PRI trabajará con la Fundación Friederich Naumann, hasta llegar al momento en que bajo la dirigencia nacional de Beatriz Paredes Rangel ese partido cambió su estatus de observador en la Internacional Socialista y se convirtió en miembro pleno, inscribiendo en su artículo primero del estatuto que rige la organización, la expresión que como reconocimiento de su origen concreta “que se inscribe en la corriente social demócrata de los partidos contemporáneos”.
Por ello es importante preguntarse cuál será la orientación ideológica que tendrá el PRI en este momento clave de su historia en que regresa a la Presidencia de la República; para algunos de sus mejores cuadros ideológicos, la línea que debe prevalecer en este futuro ejercicio del gobierno federal deberá ser la orientación social demócrata, por ser ésta la que en la actualidad ha permitido tener la mejor visión del mundo que enfrenta el país a lo interno y a lo externo, y que en muchos sentidos sobre todo en Europa es la opción intermedia entre el capitalismo salvaje hoy fracasado con su lastre llamado Consenso de Washington, y los que todavía suspiran por el totalitarismo soviético.
Para los apologistas de esta línea ideológica los argumentos a su favor suelen ser los siguientes “lo más significativo ha sido y es aún hoy, que los socialdemócratas se han caracterizado por sus políticas de reformas económicas y sociales (implementadas de manera gradual), utilizando al estado para ello y estrechamente ligadas a las vías democráticas y a la participación ciudadana.
Así han sido puestas en práctica sus políticas económicas/financieras, de protección social, al medio ambiente, a los consumidores, a las situaciones de género e integración de las minorías, muchas veces excluidas en el contexto de las llamadas democracias modernas, elementos que hayan caracterizado sus tradicionales actuaciones.
Un análisis retrospectivo nos posibilita conocer, que la socialdemocracia se ha ido transformando en el tiempo de manera flexible o dialéctica, respondiendo así a determinados paradigmas y reconfigurando periódicamente su propia naturaleza” (Balari, R. Eugenio “La Socialdemocracia, la Revolución Mexicana y sus Partidos”, en Confluencia XXI agosto-septiembre 2012, pág. 39).
Son éstos y otros muchos los argumentos que los socialdemócratas han podido hacer realidad cuando han accedido al ejercicio del poder público, y por ello, es muy común verlos con un verdadero espíritu progresista en diversas agendas que van desde los derechos laborales, su interés a favor del medio ambiente, en el apoyo a políticas migratorias y de asimilación del multiculturalismo; promoviendo sistemas impositivos de carácter progresivos que posibilitan o permiten financiar los gastos del gobierno en función del desarrollo económico y el bienestar general de la sociedad, etc., etc.
Los priístas deben convencerse de que su participación en la Internacional Socialista no puede ser solamente protocolaria, sino realmente plena y estar conscientes de que siempre es importante la labor que se pueda realizar dentro de las organizaciones internacionales de partidos políticos, si no pregúntenselo a Marcelo Ebrard Casaubon quien recientemente fue electo Vicepresidente de la misma Internacional Socialista, y quien ha dado muestras muy claras de saber para qué sirve la participación en estos ámbitos internacionales.
Es necesario que los priístas comiencen a definir de manera precisa cuál será la línea ideológica que seguirán en su regreso al gobierno federal, apostarle al pragmatismo sería muy delicado y no les permitiría hacer diferencia del “gobierno fallido” de Felipe Calderón, que se caracterizó por su ausencia de orientación ideológica, y además deberán tener muy determinado el rol que tendrá el partido, para que no vuelva a ser el apéndice del gobierno y su fiel aplaudidor, como lo fue durante los últimos gobiernos federales del PRI, en especial aquellos que con su falta de identificación con sus bases y militantes, lastimaron de forma grave la imagen de ese partido ante la sociedad en general.
Para muchos las ideologías no son importantes y cifran sus esperanzas en que las cosas vayan sin necesidad de darles una orientación o interpretación ideológica, se pretenden escudar en el argumento simplón de que la historia nos ha demostrado que los procesos ideologizados llevaron a escenarios catastróficos a muchas naciones en diferentes momentos de la historia contemporánea, pero lo que aquí se señala no es la necesidad de ideologizar los procesos políticos, sino de tener una ruta para el camino.
