La maternidad en nuestros tiempos - LJA Aguascalientes
16/11/2024

Ayer se cumplió otro año más en que festejamos a las mamás.  Este papel, en supuesta decadencia social, impuesta sobre todo por las modas del egocentrismo y el ajetreo consumista, es imprescindible para el ejercicio de la humanidad. No exagero “Madres, en vuestras manos tenéis la salvación del mundo” afirmó Tolstoi en su tiempo. Ese rol definitivo, en que las maestras de la casa educan a los seres humanos del mundo, nunca podrá ser sustituido por nada, ni por nadie.

Según el INEGI, el 24% de los hogares, de nuestro estado, se encuentra jefaturado por una mujer. No cabe duda, pues, que éste es el tiempo de las mujeres. Las empresas, el emprendedurismo, el servicio público, la educación, entre muchos otros campos, hoy son atendidos por líderes femeninas que hacen bien su chamba. Sin embargo, la maternidad—una profesión no remunerada—tiene un lugar todavía más importante. La maternidad es un privilegio que tienen las mujeres para la procreación de los hijos.

Cada que paso por la calle General Miguel Barragán, ahí en el centro, me gusta mirar una frase que tiene el Colegio de Ciencias y Humanidades: “Para mis hijos mi vida, para mi patria mis hijos”. Pues eso es algo equiparable al sentido de la maternidad. Si en la empresa, o en el Gobierno, las mujeres trabajan por lograr resultados, buscar metas concretas, alcanzar cifras propuestas, la maternidad tiene también esos retos y ese trabajo por resultados: formar buenos hijos, darles amor y cariño, y enseñarles a dar lo mismo a los hijos; lograr que terminen la tarea o que acaben el día sin un

nuevo raspón; buscar que terminen sus estudios para que se hagan “personas de bien”, como dijera mi abuelita, son los retos que hacen de la maternidad una profesión tan importante, o más, que cualquier otra.

¿Qué le ha pasado, pues, a la maternidad? ¿Por qué ha bajado su rating? Estas preguntas tienen muchas respuestas, pero podrían resumirse en que a la maternidad le han dicho que “le estorba al progreso”. Eso dicen quienes argumentan que “no tienen tiempo” para ser madres de familia. La realidad es que, de alguna manera, es más cómodo no ser madres o no tener hijos, pero la vida misma nos muestra que no será fácil en sí misma. ¡Qué diéramos todos por sembrar monedas y cosecharlas en árboles! Pero la vida no es así, la vida sí es un privilegio, pero también es compleja y difícil. La maternidad tiene también sus retos pero, al igual que en las inversiones, a mayor riesgo, mayor grado de ganancia. Los hijos son, pues, una ganancia que tiene sus riesgos, por eso se festeja a las madres, porque deciden tomar riesgos que otras no. Otras prefieren el consumismo y los viajes u otras comodidades—lo cual no está peleado con ser madres—y prefieren vivir sus buenos años de “pudiencia física y mental”. En el ocaso de sus vidas, tienen pocos recuerdos para sostenerse y siempre acaban lamentando la posibilidad de la maternidad que dejaron ir en el pasado. Ése es el otro problema. A las mujeres, y hombres de nuestros tiempos, les han dicho que la vida es corta y que hay que vivirla toda junta. Desde ese punto de vista, los hijos son, pues, un estorbo para ese disfrute. Es el consumismo el que ha agotado las ganas de los seres humanos a prodigar la maternidad y la paternidad como un regalo, haciéndolo ver como una carga innecesaria.

Muchas veces me ha tocado ir por la calle y tener que aguantar la misma cantaleta de siempre cuando ven a todos mis hijos juntos (cinco). ¿Qué no tienen tele? Me río de la gente porque me he acostumbrado a decir: “Sí, tres, y videojuegos y bicicleta para hacer deporte, pero también tenemos libertad, y en nuestra libertad hemos decidido ser papás muchas veces”. La decisión de la maternidad es una que se toma con responsabilidad, pero también con correspondencia. Las mujeres corresponden a sus propios progenitores cuando deciden ser mamás. Y es una decisión tan libre, como quién decide no tener hijos.  No puedo decir que igual de respetable, porque a quiénes han parido a un ser humano saben que absolutamente no se compara con nada, ni en dolores, ni en esfuerzo (imagínese ir cargando nueve meses un peso extra en su vientre), ni en satisfacciones.

Los festejos a las madres deberían de ser una política pública más que una ocasión para gastar dinero. La maternidad es una llave sobre la cual la humanidad, desde siempre, ha podido seguir vigente, pero esta sociedad quiere hacer ver como si la maternidad fuera una cosa pasada de moda porque a las nuevas generaciones les han enseñado la frase de primero yo, luego yo y, finalmente, yo, sin saber las graves consecuencias del egoísmo que promulgan con ello. En la maternidad se encuentra, pues, el testimonio de una generosidad auténtica y genuina, una que le muestra al ser humano que a este mundo  ha venido a servir a otros, a enseñar a otros, a querer a otros, una que, sin duda, no se puede aprender en ningún otro lugar. Felicidades a todas las mamás, especialmente a aquéllas que han decidido serlo, a pesar de la adversidad.


Escríbame: [email protected]


Twitter: @comandanteserra


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