Las enseñanzas del proceso electoral que aún no concluye tendrán un especial significado en varios de los componentes del entramado electoral. Aquí cabe hacer la precisión de que referimos siempre la existencia de un sistema electoral, y por lo tanto, cualquier afectación a uno de sus componentes, necesariamente tiene repercusión en los demás, ya en la composición, estructura o entorno.
Habida cuenta de ello, en esta ocasión me quiero referir a la postura maniquea que ha generado cierta división en la población. Bastaba ver alguna publicación en redes sociales donde se emitiera una opinión, para que se abriera el debate sin admitir medias tintas: o todo blanco o todo negro. La polarización se dio desde antes del día de la jornada electoral y ha trascendido a ésta. La generalización como modo favorito de la descalificación ha imperado en los últimos meses.
El fenómeno ocurrido en la elección, sobre todo en la presidencial, ha desconcertado a los analistas en cuanto a la participación de los partidos políticos y la figura novedosa de los candidatos independientes. Cuando la tendencia indicaba que la estrella fulgurante de los independientes eclipsaría las anquilosadas estructuras partidistas, los resultados en el ámbito nacional indican que el electorado prefirió votar por un partido político de reciente creación en lugar de la opción que representaban ciudadanos sin una estructura partidista que los respaldara en su postulación.
En consonancia con lo expresado anteriormente, ello no significa que los partidos políticos sean “buenos” mientras que los independientes sean “malos”… como tampoco, bajo similares circunstancias, lo contrario. Simplemente significa que la ciudadanía se decantó por una de las varias opciones que poseía.
Las circunstancias sobre el fenómeno en particular pueden deberse a distintos factores y cada cual deberá ser valorado en su justa dimensión. En este proceso se inició con el esquema de recolección de apoyo ciudadano mediante una aplicación en dispositivos móviles que será necesario revisar en su aplicabilidad para que en futuros sucesos no se cometan los mismos errores. El tiempo puede ser otro factor asociado, pues, por citar un ejemplo, el periodo de consecución de apoyos de los independientes coincide con el tiempo destinado a los partidos para su precampaña.
Quizá el aspecto que merece más crítica, tanto en el ámbito federal como local, es la perspectiva desde el punto de vista legal que ocupan los candidatos independientes respecto de los partidos políticos, y es que algunas voces se han alzado señalando que ambas figuras se colocan en un plano de igualdad, cuando evidentemente no lo son.
Habrá que ser muy sensatos durante las evaluaciones del proceso puesto que, como lo mencionaba, no podemos sustraer las figuras del sistema, y cualquier modificación en plazos, términos o características necesariamente van a alterar a los demás componentes del sistema, por lo que los cambios habrán de ser considerando el conjunto, no únicamente las partes que lo integran. Dicho sea de paso cualquier actualización normativa habrá de ser instaurada no en el proceso inmediato que vamos a comenzar en octubre para renovar alcaldías, sino en el mediano plazo.
Por lo pronto, el panorama que se vislumbra no implica la extinción ni de los partidos políticos, ni de los candidatos independientes. En los sistemas democráticos occidentales la contienda se fundamenta en la representación de las ideas que enarbolan las diferentes agrupaciones de ciudadanos constituidas como partidos. No hay democracia en la que no se sustente su actuar en el sistema de partidos por lo que no se prevé su ocaso inmediato; tampoco el de la figura de candidatos independientes, cuya extinción la consideraría definitivamente como un retroceso.
Sí considero necesario, como se va haciendo costumbre, revisar la fundamentación legal para adecuarla a nuevas circunstancias que acontecen. Dentro de un análisis posterior, habrá que reflexionar también que la misma ciudadanía, entre la gama de partidos todavía existentes, decidió no votar por algunas de las opciones partidistas, de tal suerte que en algunos casos los privará de su registro nacional o de prerrogativas estatales, como una consecuencia de esa poca representación que reflejan, sin embargo, consciente estoy de que no es la cantidad de partidos, o en su caso de candidatos independientes, la que nos brinda un mejor índice de democracia. El voto, como estamos percibiendo, se emite el domingo y sus consecuencias repercuten días, meses y años después.
Al final, cada vez que concluimos un proceso, no debemos perder de vista que la democracia es un todo, y el voto solamente una parte, importante, eso sí. Tan importante como no olvidar que la democracia se vive todos los días y no solamente cuando estamos en proceso electoral.
/LanderosIEE | @LanderosIEE