Herbario Nacional de México, nuestra memoria verde - LJA Aguascalientes
22/11/2024

 

El Herbario Nacional de México (MEXU) es el centro que resguarda la colección científica más grande de plantas mexicanas y que a la fecha cuenta con un millón 500 mil ejemplares aproximadamente, entre las que destacan plantas vasculares mayoritariamente, seguido de briofitas, hongos, líquenes y algas.

Como tal, este espacio, creado en 1929, forma parte del Instituto de Biología de la máxima casa de estudios y es una subdivisión del Departamento de Botánica, donde las principales actividades que realizan con la colección son estudios de taxonomía, es decir, la descripción de especies nuevas para la ciencia, revisiones de familias y géneros, inventarios bióticos, estudios geográficos y filogenéticos.

Cuentan además con estudios florísticos activos como la Flora Mesoamericana, donde el encargado es el doctor Héctor Hernández Macías; la Flora del Valle de Tehuacán-Cuicatlán, a cargo de la maestra en ciencias Rosalinda Medina, y el Inventario Nacional Forestal, de la mano del doctor Martin Ricker.

“Muchos académicos del Instituto de Biología son los especialistas en diferentes grupos de plantas emblemáticas en México y en mi caso estudio las coníferas. Los pinos mexicanos son muy importantes y son pocos los que conocen que alrededor de 45 por ciento de la diversidad mundial de pinos se encuentra en México”, explicó para la Agencia Informativa Conacyt el doctor David Sebastian Gernandt, jefe del Herbario Nacional de México.

Además es considerado el herbario más grande del país y América Latina y se encuentra entre uno de los diez herbarios más activos del mundo.

 

Colecciones históricas

La mayoría de los ejemplares que resguarda el herbario es recolectada en el campo mexicano gracias al trabajo de sus propios investigadores. Otra parte importante se recibe a través de programas de intercambio y donación de otros herbarios alrededor del mundo.

Al momento de adquirirlas por recolección, se toma más de un ejemplar de la misma planta y del esfuerzo de numerosos botánicos y exploradores nacionales y extranjeros.


De acuerdo con David Gernandt, la historia de los ejemplares con que cuentan actualmente, sobre todo aquellos que datan desde antes del siglo XX, es compleja. Sin embargo, existieron instituciones que se encargaron de iniciar esta labor antes de la fundación del herbario, como el Museo Nacional en 1825, la Comisión Geográfica Exploradora en 1876, el Instituto Médico Nacional en 1888 y la Dirección de Estudios Biológicos en 1915.

Fue para el año 1929 que a través del Instituto de Biología, la UNAM adquiere la custodia del herbario, donde el trabajo y visión de sus especialistas han logrado mantener activa y vigente la colección a través de la infraestructura adecuada para su pleno desarrollo, preservación y uso para la comunidad científica.

 

Programa de intercambio

Alrededor de 80 por ciento de los ejemplares trata de plantas mexicanas recolectadas. Una gran parte de ellas fue por los investigadores del Instituto de Biología, sobre todo del Departamento de Botánica y del Jardín Botánico, el resto trata de plantas de otros herbarios nacionales y de otros países que se adquieren por el programa de intercambio con que cuentan.

En un rincón de la Sala Zea se lleva a cabo este proceso de intercambio de especies con otros herbarios de México y el mundo de la mano de la bióloga Gilda Ortiz Calderón, quien está a cargo de dicho programa. Paquetes de plantas llenan estantes destinados para envío.

“Aquí tenemos diversas plantas vasculares colectadas por todo el país, que sirven como material de canje para otros herbarios. Como regla, entre todos los herbarios se debe cumplir con tres características básicas para el envío y recibo de los ejemplares: las etiquetas deben estar bien hechas, las plantas fértiles y determinadas”, comentó la especialista.

Aproximadamente 23 por ciento de la colección que resguarda el Herbario Nacional es de intercambio y tiene una “cartera de clientes” con más de sesenta herbarios, donde el Jardín Botánico de Missouri es la principal institución que envía y recibe ejemplares.

El proceso para que lleguen en buenas condiciones las plantas que son enviadas al extranjero utiliza una etiqueta avalada por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) conocida como CITES (Convention on International Trade in Endangered Species of Wild Fauna and Flora).

Dichas etiquetas son utilizadas por duplicado en la caja con las plantas a enviar, una se queda adentro de ella cuando se envuelve la caja en papel kraft y la segunda se coloca en el exterior para que las aduanas sepan que se transporta material científico sin valor comercial.

“Por dentro de la caja va además una copia del oficio de envío por si las mismas autoridades deciden inspeccionar el contenido. El tema de envío de plantas está muy controlado y nosotros tenemos permiso de hacerlo aunque estén en peligro de extinción”.

Para envíos nacionales, el proceso es similar pero las etiquetas son diferentes, ya que el mismo herbario las imprime, aunque sí está marcado el registro CITES igual que en las etiquetas a los envíos extranjeros.

 

¿Cómo se conserva un planta por tanto tiempo?

Los ejemplares con que cuenta el herbario están preservados para que duren por siglos y para lograr esta conservación se requiere de ciertos cuidados que van desde el proceso mismo de recolección de la especie.

“Además de la propia colecta de parte de nuestros investigadores, que es el principal medio de obtención de muestras, las plantas tienen que dejarse en un lugar fresco y seco. El clima de la Ciudad de México es adecuado para mantenerlas en buenas condiciones”, comentó David Gernandt.

La intención de mantenerlas a esta temperatura es evitar la proliferación de insectos, y en herbarios de México cuyo clima es más caluroso utilizan aire acondicionado para nivelar la temperatura y conservar adecuadamente los ejemplares.

De acuerdo con David Gernandt, una vez que la planta es recolectada en su estado natural, pasa por procesos especiales que son el prensado, desecado, congelación, montaje sobre cartulina, etiquetado de identificación y clasificación en nichos.

Cuando se consigue la planta, esta es prensada para llevarse posteriormente a secadores especiales donde es deshidratada a una temperatura aproximada de 35 y 40 grados Celsius durante tres días.

Posterior a este proceso, la planta es llevada al cuarto de enlazado protegida en periódico y con su respectiva etiqueta de identificación. Aquí los ejemplares son montados en cartulinas de 40 por 28 centímetros, se adhiere con pegamento algunas partes, la cartulina es perforada para enlazar la planta con hilo de algodón y obtener mayor fijación.

Además, se añade un pequeño sobre adicional con accesorios de la planta y se adhiere a la misma cartulina la etiqueta de identificación, la cual tiene los datos del ejemplar, toda su descripción, las siglas de la persona que lo elaboró.

La cartulina lleva también el número de folio que es la identificación única de la planta, la cual funciona como clave en la base de datos y que siempre se asocia con la planta, da referencia de la cantidad aproximada de plantas en el herbario.

Después de todo este proceso de montaje de la planta sobre la cartulina, se protege dicho ejemplar en una “camisa” de papel al momento de apilarlos entre sí. Una vez que se les ha puesto la camisa, son colocados en una carpeta y se clasifican en nichos, los cuales están en gabinetes protegidos por puertas con llave.

El personal que se encarga de hacer este trabajo realiza alrededor de 25 mil montajes de plantas al año.

 

Facilidades de acceso y consulta digital

De acuerdo con el maestro en ciencias Rafael Torres Colín, quien es técnico académico del herbario, este recinto tiene múltiples actividades entre las que se incluyen visitas guiadas de parte de las escuelas de educación media superior y superior, “Principalmente se reciben estudiantes o investigadores que tienen como fin último la consulta de información para investigación; las visitas públicas requieren de asesoría y como encargados enseñamos a los visitantes el manejo de los ejemplares para evitar su deterioro”.

No sólo se encargan de conservar en buenas condiciones cada una de las plantas, también los especialistas hacen sus propias investigaciones con material de primera mano obtenida del herbario.

Las carpetas se encuentran ordenadas alfabéticamente y para consultarlos se puede acceder a través del nombre de género, familia o número de ejemplar. Sin embargo, en tiempos donde la información se resguarda digitalmente, el Herbario Nacional no se queda atrás al digitalizar más de 90 por ciento de los ejemplares que poseen.

“Hay muestras que ya tienen un sello adicional e indican que el ejemplar ya ha sido digitalizado, por lo tanto puede consultarse por Internet y así facilitamos el trabajo del consultante, pues optimiza mejor su tiempo. Es uno de los beneficios de la transparencia y los datos abiertos”.

 

Historia y memoria a través del tiempo

Los especialistas coinciden en que todas estas actividades requieren de mucha organización, logística y apoyo económico en favor de la investigación científica, así que el esfuerzo invertido en la preservación de estos ejemplares es un ejemplo de la importancia de la historia de nuestra civilización a través de la naturaleza.

La propia actividad de recolección por parte de los mismos científicos del Instituto de Biología complementa y fortalece las raíces de la investigación científica y empírica en tiempos digitales, “Pertenecer a este equipo de investigadores y curiosos de la naturaleza me deja un gran sabor de boca porque hay grandes proyectos que pueden materializarse y la preservación de todas estas plantas va más allá de la ciencia, es conocer la historia y la memoria de cada especie y saber qué podemos hacer por ellas en el futuro”, comentó David Gernandt.

 

Con información de Génesis Gatica Porcayo y del Conacyt


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