Entre las muchas propuestas que se han hecho para definir al ser humano, sigue siendo válida la que el filósofo griego Aristóteles nos heredó hace más de 2,300 años: Zóon politikón, expresión traducida por los lingüistas como animal social, pero más conocida como animal político; es decir, polites (civium en latín y ciudadanos en español) que participan conscientemente en la “politiké techne”, “arte de vivir en sociedad, arte de las cosas del Estado”, es decir, en la polis (polis traducida como civitas en latín y ciudad en español).
El término Política también lo creó Aristóteles al utilizarlo como título del primer libro publicado sobre la materia; pero como se aprecia en el párrafo anterior, también lo conocemos como Civismo si lo derivamos del latín cives, aunque en el terreno académico cada uno obedece a un programa didáctico específico.
La política en la UAA. Lo que nos interesa por ahora es adentrarnos un poco más en el trato que a la Política se le da en la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA), pues pareciera que muchos de sus integrantes -tanto estudiantes como profesores- la rehúyen como si fuera no una de las más elevadas cumbres de la creación humana, sino una actividad malsana e indeseable.
Tan nociva, que el actual comité directivo de la Federación de Estudiantes de la UAA (Feuaa), a mi juicio con una buena fe que denota la desorientación que priva en la Institución al respecto y que al parecer nadie se preocupa por corregir, se autoerigió -sin tener facultad alguna para ello- en una especie de policía persecutoria de quienes realizaran actividades proselitistas en el campus a favor de algún partido político durante la reciente justa electoral y más aún, de pretender obligarles -también sin facultad alguna- a firmar un documento en el que hicieran la promesa de no volverse a portar mal. No puede ser que en una Universidad se practiquen actividades punitivas al estilo de escuela privada, como si los estudiantes fueran menores de edad sin criterio alguno.
No quiero decir con esto que sea lícito hacer proselitismo partidario en la UAA, porque su Ley Orgánica no lo permite; pero para hacer respetar ese ordenamiento debe existir una instancia competente que se ajuste a un procedimiento debidamente reglamentado, función que nadie puede arrogarse motu proprio.
Educación cívica. Tal parece que en ciertos niveles de la UAA continúa privando la añeja confusión entre lo que es la Política y lo que es uno de sus renglones en el capítulo de la contienda electoral, que es la propaganda de los partidos políticos; y que este desconcierto se ha transmitido a los estudiantes de una manera aviesa o por lo menos negligente.
¿Cómo puede ser nociva la política si una de sus definiciones nos dice que es el arte de vivir en sociedad? Por algo existe, en la propia UAA, la carrera de Ciencia Política y Administración Pública. Pero no solo los estudiantes de esta carrera sino todos, desde la etapa de Bachillerato por lo menos, deben saber que la política se ejerce a todas horas y en todo conjunto de personas por minúsculo que sea; es decir, no existe ser humano en parte alguna de este mundo que pueda evadir el ejercicio de la política, porque ésta es consustancial a su naturaleza. De allí el Zóon politikón.
Por esa razón podemos afirmar que quiérase o no, sépase o no, y como cualquier tipo de organismo social, en toda Universidad existe una política universitaria -organizada o no- y dentro de ella una política estudiantil, una política del personal académico y una política del personal administrativo, todo regido por los intereses de cada estamento y que, en determinadas circunstancias, aunque presenten una imagen unificada hacia el exterior, cada uno de ellos puede estar dividido en grupos con enfoques diferentes y hasta opuestos que deberán resolverse democráticamente para mantener la armonía, que es la argamasa que la fortalece. Y todo eso es parte de la más amplia de las libertades que puedan respirarse en la sociedad, porque la Universidad debe ser el más libre de todos sus segmentos.
Por eso, lo más preocupante de todo es la confusión que parece haber en el sentido de que autonomía signifique, para un sector de sus integrantes, que la Universidad deba mantenerse como una especie de casa de la pureza para protegerse de los riesgos que entrañan las negativas influencias de la sociedad extramuros -a la que pareciera no pertenecer- especialmente en lo que se refiere a política -lo cual sería una verdadera aberración- cuando la Universidad debe tener, como una meta fundamental, forjar una ciudadanía sólidamente preparada en los terrenos científico, ético y estético, para desempeñar solidariamente desde el puesto más humilde de trabajo hasta el cargo más elevado de gobierno y así obtener como resultado una vida digna de ser vivida en sociedad.
Muchas gracias por su atención y la semana próxima daremos conclusión a este tema.
“Por la unidad en la diversidad”
Aguascalientes, México, América Latina