- Aún no hay tratados ni políticas gubernamentales para la IA
- Muchas decisiones se toman a corto plazo pero la IA requiere decisiones de largo aliento con impacto en el mismo lapso
“Estamos creando Inteligencia Artificial que avanza mucho más rápido de lo que la gente se da cuenta (…) necesitamos estándares y regulaciones”, explicó Jerome Glenn, director del Millennium Project[1], en su charla “Political/Economic and Governance implication of future Artificial Inteligence”, la cual se llevó a cabo en el Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCyT).
La Inteligencia Artificial (IA) puede ser tan fascinante como aterradora; tanto expertos como ciudadanos hacen constantes predicciones fatalistas respecto del futuro cuando realmente muy pocos, gobernantes incluidos, conocen que existen tres tipos de IA: estrecha o débil, general y súper.
Actualmente sólo existe la IA estrecha, misma que, a diferencia de la general y la súper, que se pueden ir desarrollando por sí solas, sobrepasando así al ser humano, está constreñida al código que le den sus creadores. Realmente ahora el mayor problema al que nos estamos enfrentando es regular la manera en que tanto la información como los códigos se crean y se distribuyen, así como el uso que se haga de la misma y sus efectos en la sociedad.
Quien controle la IA controlará el mundo. “Es razonable empezar a definir ahora qué tipo de estándares queremos (…) aún no hay estándares, tratados, políticas gubernamentales para la IA. Muchas decisiones se toman a corto plazo pero la IA requiere decisiones a largo plazo con impacto a largo plazo”, dijo Glenn, quien además enfatizó que las respuestas no sólo están en el gobierno, en el sector privado o en la academia, sino que es un esfuerzo trasinstitucional.
Con el fin de generar por fin una discusión a profundidad, el Millennium Project hizo un estudio en el que conjuntó todos los análisis previos sobre IA que pudieron para encontrar esos espacios en blanco y luego sometió los resultados a un análisis entre los nodos de sus países miembros, entre ellos el de México, que lidera la doctora Concepción Olavarrieta. El resultado final fueron tres escenarios clave.
Los tres escenarios se pueden consultar a detalle en el libro State of the future[2] y son:
1) Una mezcla complicada que toma tendencias, analiza sus impactos cruzados, hace proyecciones y encuentra eventos plausibles a futuro.
2) Los gobiernos no tomarán decisiones sobre lo que estamos discutiendo en el presente, dejando lugar a que el crimen organizado resuelva los problemas.
3) Asume que se tomarán decisiones inteligentes, aumentarán los ingresos con un buen uso de las nuevas tecnologías.
Glenn enfatizó que “pronosticar hacia las capacidades futuras y lo que deberíamos hacer como país es mucho más importante ahora que antes (…) si bien no todos los países estaban familiarizados con los escenarios, ese no es el punto, el punto es enfocarse a problemas que son importantes resolver. (…) El valor de un escenario es hacer que nuestra mente genere nuevas ideas que antes no se tenían para poder tomar mejores decisiones en el presente”.
“El mundo es consciente de que la concentración de riqueza va en aumento, las brechas del ingreso cada vez se hacen más grandes, el crecimiento económico sin empleo es la nueva norma, la recuperación de la inversión en el capital y la tecnología es generalmente mejor que en los oficios, las tecnologías futuras pueden reemplazar muchas de las tareas físicas y mentales del ser humano, y el desempleo a largo plazo es el pronóstico de siempre”, escriben los investigadores en State of the Future.
Por ello y de acuerdo con Glenn, las viejas estructuras educativas y laborales ya no dan abasto para las necesidades actuales, por lo que es fundamental promover el auto empleo y la reinvención constante. “Si tenemos una cultura en la que yo tengo que ir a conseguir un trabajo que no está ahí y después de que lo tenga va a desaparecer, vamos a tener un desastre en nuestras manos”, concluyó el investigador.
Con información del Foro Consultivo Científico y Tecnológico