En tiempos electorales quizá sea bueno el recordar la película Un mundo maravilloso de Luis Estrada.
Como sabemos, Luis Estrada es un director de cine mexicano quien gusta de tirarle sarcásticamente la manera en la que se gobierna en México. Podríamos decir que no tiene “pelos en la lengua” y por ello sus películas ejemplifican casi de manera idéntica algunos sucesos de la vida política.
Las películas de Luis Estrada despolarizan y hacen digerible los hechos que empobrecen la democracia en México, además de exhibir algunos fraudes políticos y morales, tal es el caso de Un mundo maravilloso.
Imagine usted (digo porque ya sabe en la realidad eso no ocurre) que un político mexicano, como el secretario de economía (el ficticio claro está) busca obtener la Presidencia del banco mundial por lo que, en sus discursos asegura que no hay ni un sólo pobre más en México y que absolutamente toda la población goza de un empleo, bien remunerado.
El discurso del secretario de economía era perfecto hasta que Juan Pérez apareció súbitamente en el panorama político.
Juan Pérez es un vagabundo muy dicharachero quien perdido en el alcohol todo el tiempo no trabaja y por tanto es el prietito en el arroz del discurso del secretario de economía.
En fin, un día Juan Pérez necesitaba un techo donde dormir por lo que ve la necesidad, urgente, debido a la lluvia, de refugiarse en un edificio de una zona exclusiva en la Ciudad de México.
Nuestro vagabundo logra escabullirse sin ser percatado por los agentes de seguridad y se introduce en una finísima oficina para disponerse a descansar hasta que, el señor de la limpieza hace su aparición para interrumpir su comodidad por lo que, se ve forzado a esconderse en alguna parte y al no encontrar otro remedio decide salir por la ventana y permanecer en la cornisa mientras la oficina que libre nuevamente. Lo que nuestro protagonista no esperaba es que, por causa de la lluvia, le cerraran la ventana e irremediablemente se queda en riesgo sin poder moverse.
Decide, preso de la angustia, pedir ayuda por lo que bomberos, policía y espectadores pensaron, debido a la escena, que era un intento de suicidio y como se encontraba en un centro de negocios creyeron que era una manifestación contra el sistema.
La prensa intentó entrevistarlo más la policía lo alejó de ella sin embargo, en cuanto los reporteros se fueron los policías estaban listos para arrestarlo, él escapó astutamente.
Un reportero que se acercó a entrevistarlo estaba presionado por su editor para conseguir una buena nota, se le ocurrió que no daría a conocer un simple “intento de suicidio” sino que, a voz del vagabundo, redactó una noticia donde culpaba directamente al secretario de economía de querer quitarse la vida para manifestarse contra el sistema, lo que ocasiona una serie de sucesos inesperados que derivan en la prohibición de la pobreza y muchas vicisitudes más.
Lo fascinante de este discurso narrativo fílmico es la facilidad con la que Luis Estrada presenta la cotidiana incoherencia de la política mexicana y su antidemocracia.
El secretario de economía en la película, establece un discurso parecido al de un candidato a la presidencia, como en estos tiempos políticos, de tal manera que por su estampa podríamos ponerlo a la par de los presidenciables actuales.
Esa manera despectiva que tiene el secretario de referirse despectivamente de los pobres y el cómo maneja las finanzas públicas para desfavorecerlos aún más ilustra un panorama desalentador e ingenioso que nos hace pensar el cómo podríamos ser vistos, los ciudadanos, como objetos y no como humanos lo que conlleva a que las políticas públicas sean lo que son al cosificarnos.
Los gobiernos, finalmente, no son claros en sus intenciones y polarizan la información en todos los aspectos. Podríamos decir que vemos la punta del iceberg en algunas situaciones sin que en su totalidad podamos observar o conocer la realidad.
Es muy importante el que estemos atentos a los discursos y que podamos distinguir lo que si pudiera ser aplicado de las promesas de campaña y lo que es sólo paja para convencernos de ser “la mejor opción”.
De alguna manera, todos somos Juan Pérez, mexicanos presos de un sistema que con o sin cambio de partido al poder se obtienen los mismos resultados y establece el mismo patrón de comportamiento.
Naturalmente, como Juan Pérez nos ilusionamos con los discursos de campaña y la pasión por el partido o candidato no nos permite evaluar si es conveniente para nuestro ideario político o no, tal como las jovencitas enamoradas no pueden establecer que una relación de violencia es un peligro para su integridad.
Es importante el que estemos atentos a los discursos y dentro de lo posible ser imparciales y buscar las plataformas políticas para cerciorarnos si son o no la mejor opción para nosotros.
No puede perderse Un mundo maravilloso, en verdad que la actuación de Damián Alcázar es fabulosa y que la dirección de Luis Estrada nos permite observar desde otra perspectiva la política mexicana. Si ya vio la película, vuélvela a ver sino seguramente disfrutará esta comedia negra tanto como la primera vez.
Laus Deo
@paulanajber