¿En el amor de Ruth y Noemí habrá lugar para Emma Goldman?* (1 de 2 partes) / Un cuarto propio - LJA Aguascalientes
21/11/2024

 

No insistas más en que me separe de ti.

Donde tú vayas, yo iré;

donde tú vivas, yo viviré;

tu pueblo es mi pueblo, y tu Dios es mi Dios;

donde tú mueras, yo moriré y allí me enterrarán.

Juro hoy solemnemente ante Dios

que sólo la muerte nos ha de separar.

Ruth 1:16-17


 

El verdadero amor nos funde, nos vuelve una, respiramos a través de la otra, de su aliento, vivimos a través de sus sueños, nada nos separará porque tu amor es el mío y yo soy de ti. Y ese es el problema.

Nací en una familia de 8 hermanas y 3 hermanos, la competencia por el amor de mamá y papá era ruda, había que ser la más obediente, la más aplicada, con las mejores calificaciones, la más femenina, impecablemente limpia, complaciente a los mandados a los quehaceres y la más callada. Ser la preferida costaba tanto y yo sencillamente no podía y creo francamente que no me interesaba lograrlo. Lo peor es que yo me enamoraba de las niñas así, de las niñas que yo no podía ser. ¿Por qué?

Sin ningún interés de hacer un psicoanálisis quiero mostrar que el amor es un aprendizaje y desde muy pequeñas vivimos en un constante adiestramiento de cómo amar, a quiénes amar y cómo ser amadas. Y este amaestramiento amoroso podemos cambiarlo pero ¿hasta dónde lo podemos hacer? ¿es posible ser una lesbiana libre en los terrenos amatorios? ¿o será que siempre nos queda algo, vestigios de las mujeres que nos enseñaron a ser?

No puedo negar que la vela del romanticismo es muy cálida, que nos abraza de inicio inspirándonos confianza, con una propuesta del para siempre que tanto hemos deseado, con la idea que crecimos, amarnos para siempre, sólo tú y yo.

Quien mencionó estas líneas en la biblia debió ser una voz radical, que puso al descubierto presintiendo todas sus consecuencias del amor entre mujeres, no hay que tener tanta suspicacia para saber que de inmediato los eternos guardianes del orden y la moral negarían esta afirmación del amor entre Ruth y Noemí, que se diría que hay una mala traducción, una pésima y maliciosa interpretación del verdadero amor entre una mujer mayor y otra más joven, donde ambas comparten el dolor de haber perdido a los hombres de su vida. Han quedado solas, al desamparo. Esas mujeres bíblicas sufren, sortean sus vidas en el destierro pues ahora tendrán que ir a otro sitio a vivir, esas son mujeres asexuadas, esas y todas las mujeres que aparezcan porque las que no lo sean son prostitutas y el destino de esas mujeres es el desprecio, la enfermedad, la soledad y la muerte. Y para terminar con cualquier otra sospecha de semejante intento de perversión nos recuerdan que es dios quien destruye Sodoma y Gomorra, no los hizo polvo, ni animal, sino lumbre y los quemó, los desapareció de la faz de la tierra. Quizá en alguien, en algunas quede una lánguida esperanza de que esas dos mujeres se amaron una a la otra, que no necesitaron más hombres en sus vidas, que fueron una de la otra para siempre.

¿Cómo algo tan revolucionario puede dejar de serlo o realmente no serlo? Dice no sé en qué parte que hay solo un dios único y verdadero, y también en los cuentos y novelas dicen que hay un solo amor único y verdadero. Todo aquello que intente vivir fuera de este mandato no llegará muy lejos y tendrá que pagar muy cara su culpa. Así fueron mis enseñanzas sobre el amor y el casa/miento¹ cómo podría cambiar esto que todo mundo cree y que todo mundo afirma. Muy pronto vinieron mis propias vivencias sobre el amor lésbico. Las lesbianas nos caracterizamos por ser fieles, las relaciones entre mujeres duran más porque ellas son más honestas y no se traicionan, toda mujer es fiel así que dos lo serán más. Creo que como casi todas comencé mi relación amorosa. Con una pareja.

Era tan bueno estar con ella, me llamaba todas las tardes, durante sus horas de trabajo, me avisaba cuando se iba a casa, me llamaba cuando llegaba a casa, luego antes de dormir, y me hacía muchas notitas con frases amorosas como eres mi todo. Nunca me dejes y cada carta la firmaba con un tuya, para siempre S. No usaba todo su nombre solo ponía S, un símbolo, una inicial, una marca quizá.

El problema era que yo comenzaba a sentir que no podía respirar, sentía que me oprimía el pecho tanto que me faltaba espacio para moverme. Poco a poco fui descubriendo deseo por otras mujeres, poco a poco me fui dando cuenta de que quería estar sola, tener un poco más de espacio y tiempo para mí, comencé a tener una idea en la cabeza, esta era la posibilidad de estar con S. y al mismo tiempo estar con otra de esas mujeres que deseaba y que me deseaban. ¡Qué locura! Eso no existe, no es posible.

Terminamos porque yo había sido infiel, ya no la quería, había deseado a otra mujer y eso significaba que ya no la quería a ella. Era incuestionable esta tesis, esa era la verdad.

No bastó ser dos mujeres, no bastó reconocernos como lesbianas, ni bastó escribir líneas tan viscerales y apasionadas como las que Ruth y Noemí habían hecho tiempo atrás. Al final fuimos igual que todos una pareja rota, lastimada y llena de rencorosas acusaciones por haber intentado ejercer nuestra libertad, especialmente la del cuerpo, la del sexo. No bastaba no, con ser lesbianas, eso por sí solo no es nada revolucionario. Durante los años siguientes y con mi desarrollo más como feminista comencé a construir mis propias ideas sobre el amor, curiosamente estas ideas las fui pensando a la par que pensaba la existencia y la autoridad de dios.

Leyendo aquí y allá miraba cómo el discurso católico era la base del discurso amoroso. El amor es solo uno y es el verdadero, lo demás son patrañas, engaños. Amar sobre todas las cosas; el amor no tiene razón ni conciencia. Cómo amar ciegamente. Uno hace comunión para estar con dios, comunión es juntarse como una pareja, solo dos, tú y yo. Quizá no lo comprendas, pero él (dios) quiere lo mejor para ti. Todo aquel o aquella que crea en más de un dios o crea en otro dios en un traidor-a. Que interesante, fiel-infiel… Traidor… traición.

 

1. Casa-miento: La idea del matrimonio como una mentira que vive en casa.

Un aporte de Marian Pessah, lesbiana feminista con residencia en Porto Alegre, Brasil.

*Texto publicado en el libro: Desobedientes, Experiencias y reflexiones sobre poliamor, relaciones abiertas y sexo casual entre lesbianas latinoamericanas, Editorial: En la Frontera, Buenos Aires, Argentina.

 

@Chuytinoco


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