- Las autopsias sicológicas recaban datos y reconstruyen las características personales, sociales, familiares y sintomatológicas de una persona que cometió suicidio
En abril de 2017, Manuel fue encontrado muerto en su domicilio. Meses después, Alicia, hermana de Manuel, también fue localizada sin vida en su casa. El tercer hermano -al que llamaremos Juan-, de 14 años de edad, es propenso a ser la siguiente víctima del mismo “asesino”.
Manuel estaba casado y adoraba a su hijo, pero estaba pasando una serie de problemas de pareja y económicos. Alicia era una mujer trabajadora dentro del sector industrial, le gustaba bailar, siempre lucía contenta y aunque vivía en unión libre con algunos problemas, buscaba salir adelante.
Todos conocían “quién” era el asesino, pero no podían detenerlo y jamás habían visto claramente su rostro. Se necesitaría una autopsia para conocer el porqué y cómo el suicidio se llevó la vida de estos dos hermanos.
“Conforme ha pasado el tiempo, nos hemos dado cuenta de que el problema fue que los dos depositaron su felicidad en otras personas”, afirmaría la madre de los jóvenes.
Reconstrucción social y sicológica post mortem
Especialistas del cuerpo académico de Procesos Psicosociales y Salud de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Coahuila (Uadec) investigan el fenómeno del suicidio, empleando el instrumento de autopsia psicológica.
Las autopsias sicológicas son un instrumento que se utiliza para recabar datos y reconstruir las características personales, sociales, familiares y sintomatológicas de una persona que cometió suicidio y ya no existe forma de obtener esa información de manera directa.
“Estas autopsias sicológicas se van desarrollando a partir de datos que te brinda la familia o las personas cercanas a la persona que ha muerto. En este caso, en específico, las autopsias se realizan a familiares de personas que han cometido suicidio y, a través de esta información, se logra reconstruir la personalidad del sujeto”, explicó la maestra en ciencias Karla Patricia Valdés García, profesora investigadora del cuerpo académico de Procesos Psicosociales y Salud, de la Facultad de Psicología de la Uadec.
Este instrumento tiene como objetivo generar estrategias preventivas, pero también comprensivas respecto al fenómeno del suicidio, para establecer hipótesis, causales y, en algún punto, hacer prevención universal; además de proporcionar información sobre la situación de las familias de personas que se quitaron la vida.
“La autopsia sicológica se trabaja desde el expediente, donde miras algunas cuestiones como el método que utilizó para suicidarse y cómo tiene esto significado, pero nunca vemos la parte anatómica ni fisiológica. Por eso la llamamos autopsia sicológica. Lo que se pregunta son los factores estresantes o detonantes, la motivación, intencionalidad y letalidad; son los cuatro aspectos que observamos”, puntualizó la doctora Iris Rubí Monroy Velasco, profesora investigadora del cuerpo académico de Procesos Psicosociales y Salud, de la Facultad de Psicología de la Uadec.
Este proyecto surgió a partir de una convocatoria de la Secretaría de Salud del Gobierno del Estado de Coahuila en la administración 2011 a 2017, como parte del Comité Estatal de Prevención del Suicidio, integrado por secretarías de gobierno, hospitales, instituciones educativas, etcétera.
“Con base en la invitación de estar en este comité, se vio la necesidad de seguir estudiando el tema del suicidio porque es un tema muy dinámico, las razones por las cuales las personas se quitan la vida no es algo estático y va a lo largo del tiempo, se va modificando por cuestiones sociales, políticas, económicas, ideológicas y otras”, precisó Valdés García.
Para desarrollar este proyecto, a través del Sistema Estatal de Atención a Víctimas, se solicitó un consentimiento informado a los familiares de personas que se suicidaron y que aceptaron participar. Después de un primer contacto, vía telefónica o por visita, se hacía una segunda solicitud de consentimiento para confirmar.
“Entrevistamos a ocho personas, de las cuales sólo se pudo obtener información más sustanciosa de seis casos. Entrevistamos sobre todo a familiares: padres de familia y hermanos. En las autopsias sicológicas, entre más informantes tengas del mismo caso, la información será enriquecida, lo ideal de la técnica es que si yo tengo una persona que se quitó la vida, tenga la entrevista de la mamá, papá, hermano, pareja, amigos, compañeros de trabajo”, indicó Valdés García.
Pero aclaró que esto no pudo llevarse a cabo, consideraron que tentativamente podría deberse al estigma que se genera en torno al tema, por lo tanto en estas autopsias tuvieron dos informantes o solo uno.
La doctora Monroy Velasco añadió que aplicar este instrumento fue una labor complicada, ya que en los diferentes casos habían transcurrido algunos meses del deceso de su familiar.
“Abres nuevamente la herida. Cuando hacíamos la investigación, en algunos casos habían pasado siete meses, en algunos tres meses y es muy complicado poder articular algunas de las preguntas. Lo que hacemos es dar contención en el preciso momento”.
Principales resultados
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México el suicidio se suele concentrar en edades jóvenes, resalta que en 2015, cuatro de cada diez (41.3 por ciento) tenían de 15 a 29 años y 3.7 por ciento tenía de 10 a 14 años de edad.
En este estudio, las personas que cometieron suicidio eran jóvenes entre 15 y 29 años, de ambos sexos, de la Zona Metropolitana de Saltillo, Coahuila.
Como resultado de las autopsias psicológicas, en el aspecto de motivaciones para cometer suicidio destacaron: problemas sociales, como la imagen del sujeto ante los demás; ser juzgado, sentir emociones no saludables frente a cómo podía relacionarse con el resto de las personas en general, entre otros.
Respecto a problemas familiares en general sobresalen: situaciones complicadas después de divorcios, custodias de hijos, exigencia de mayores pensiones; y en cuanto a los problemas en relaciones de pareja: codependencia, rupturas y conflictos diversos.
En cuanto a letalidad, todos los casos utilizaron una de las más altas: cinco casos de ahorcamiento y uno con disparo con arma de fuego.
Dentro de los resultados también resaltó que, no en todos los casos, se dio una planeación deliberada, ya que solo la mitad de los casos había hecho comentarios previos, o dado indicios o focos de alarma de posible suicidio.
“Esto hasta cierto punto es importante porque luego a nivel social se estigmatiza mucho a las familias y se dice que: ¿cómo no se dio cuenta si era su hijo o esposo? Y no en todos los casos se va a lograr detectar a una persona hasta que no lo cometa y solo si no se consuma con la muerte, se podría empezar a intervenir”, explicó Valdés García.
En cinco de los casos hubo ingesta previa de alcohol o drogas, esto no indica que todos los consumidores podrían cometer suicidio, pero sí existe ideación por cometerlo y si se mezcla con alcohol o drogas, esto vuelve al sujeto más propenso a cometer el acto por la falta de reflexión.
“No todos los casos están asociados a depresión, que es una de las ideas que muy frecuentemente se presentan en medios de comunicación. En algunos casos veíamos indicadores, por ejemplo, de baja tolerancia a la frustración, indicadores de impulsividad y estos dos, en conjunto, generan un posible riesgo”.
La investigadora añadió que, aunque estos resultados no son generalizables por el tipo de muestra no probabilística y que no es representativa, en el tema del suicidio estudiar casos únicos brinda la posibilidad de profundizar en el sujeto y empezar a generar información que, en conjunto con otras investigaciones, permita establecer patrones.
Promoción de la salud
El tema del suicidio es difícil de entender y abordar debido a que es un acto dinámico, multifactorial e íntimo. Por lo tanto, a pesar de que existen diferentes campañas al respecto, lo más adecuado es promocionar la salud y, en consecuencia, la vida, para prevenir esta problemática, considera Iris Rubí Monroy Velasco.
“Le estamos apostando a la promoción de la salud, si bien hay muchas campañas de prevención, de pronto parecería que estamos previniendo algo que ni siquiera conocemos en plenitud. Como no sabemos eso, mejor hay que promocionar la salud, al momento que la salud se promociona mediante eventos, programas, campañas y demás, podemos estar implementando mayor gusto por la vida, y si hay ideación suicida, se podría dejar a un lado la muerte”.
Al obtener estos resultados, las investigadoras propusieron al gobierno del estado acciones como procesos informativos de sensibilización y capacitación, sobre todo resaltando los factores protectores y de riesgo, en las instituciones educativas de nivel básico (primaria y secundaria), talleres para familias donde se cometió suicidio para ayudar en el proceso de duelo, talleres a grupos vulnerables a través de las instancias municipales, entre otros.
A pesar de que de forma inicial en el gobierno municipal de Saltillo, administración 2014-2017, buscó capacitar personal para atender poblaciones vulnerables, la investigadora Valdés García señaló que faltan muchas acciones por realizar en trabajo colaborativo entre niveles de gobierno, instituciones educativas, de salud y medios de comunicación.
Dentro de las áreas de oportunidad en el estudio del fenómeno del suicidio, Monroy Velasco comentó que dentro de la problemática se deja de lado la atención a los familiares de las personas que se suicidaron y afrontar su pérdida.
“Otra cosa que hemos visto es el trabajo con la familia, con esta familia que se queda desvalida, que se queda con todas estas problemáticas, de no liberar los sentimientos, de preguntarse por qué lo hizo, para qué lo hizo, qué le faltaba, las culpas, etcétera. Eso no se trabaja y la familia queda muy devastada”.
Las investigadoras coinciden en que estos temas requieren de un trabajo multidisciplinario junto a otros profesionales, para tratar el problema desde el aspecto económico, político, social, entre otros, ya que, a pesar de los diversos esfuerzos, los índices de suicidio siguen.
“Consideramos que se tienen que seguir haciendo estudios, se tienen que seguir haciendo investigaciones y tenemos que seguir analizando cómo se cambia, cómo se modifica, cómo las variables sociales van a ir afectando a las personas para ir tomando esta decisión. Alguien que se quiere quitar la vida está teniendo una problemática que no está logrando resolver y que está pensando u optando por una solución definitiva ante problemas que son temporales”, subrayó Karla Patricia Valdés García.
Con información del Conacyt