- Desde principios de 2018, investigadores de la UNAM trabajan con el Goslicer, un equipo que Japón donó a México
- El instrumento estuvo detenido en la aduana casi un año por causas burocráticas
Si bien los sismógrafos son una excelente herramienta al momento de crear un plan de protección civil en caso de un sismo o tsunami, hasta el momento no pueden predecir cuándo o de qué magnitud será el siguiente movimiento telúrico.
Es por ello que investigadores mexicanos de los Institutos de Geofísica y de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en colaboración con científicos japoneses, estudian en la Brecha de Guerrero el comportamiento de los sismos de gran magnitud (de 7 en adelante) que generalmente ocasionan tsunamis; y también trabajan para recuperar la huella geológica de tsunamis y grandes sismos del pasado.
María Teresa Ramírez, investigadora del Instituto de Geografía de la Máxima Casa de Estudios, informó en conferencia de prensa que desde principios de este año, un equipo de la UNAM liderado por ella y que forma parte del proyecto de la Alianza para la Investigación en Ciencia y Tecnología para el Desarrollo Sostenible (Satreps, por sus siglas en inglés), trabaja con el Goslicer, un equipo que sólo ha sido utilizado en Estados Unidos y Japón, y que ésta última nación, donó a México desde principios de 2017: “El instrumento se utiliza en tierra, pero en la parte marina los colegas de geofísica ya colocaron instrumentos sismógrafos y medidores de presión en el fondo marino, otra tecnología totalmente distinta pero con la que se hacen estudios similares”.
“Con el aparato podemos penetrar hasta tres metros de profundidad y recuperar el registro, casi como si sacáramos una radiografía al interior de la Tierra”, y si uno sabe hasta donde llegó un tsunami sabe cuál es la zona segura y cuál no. “Eso lo vimos en el 2011 en Japón, ellos no habían considerado los datos de paleosismología y por eso, sus centros de evacuación estaban todavía en la zona que fue inundada”, explicó la investigadora.
Continuó que “la costa puede tener dos efectos, levantarse sobre el nivel del mar o hundirse. De acuerdo con esas características de cambio podemos estimar la magnitud, y no solo eso, sino también en cuántos sitios reconocemos ese mismo evento, y con esto también se puede estimar su magnitud”.
Será enorme el impacto de esta tecnología en la Brecha de Guerrero, en donde no ha ocurrido un sismo a gran escala desde 1911, y por lo tanto, tiene una enorme cantidad de energía acumulada, porque entonces las autoridades locales podrán contar con la información necesaria para mejorar sus medidas de evacuación y reubicación, sin embargo, por causas burocráticas el aparato estuvo atorado en las aduanas mexicanas por casi un año.
“Nos donaron esto desde febrero del año pasado, sin embargo, hay muchos problemas para la importación de instrumentos en México, y llegó a nuestras manos hasta enero de este año. De hecho, hay un llamado de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) a la Cámara de Diputados para que nos faciliten la entrada de estos instrumentos a México”, detalló Ramírez.
Sin embargo, de nada servirá saber la magnitud de un evento si los habitantes de la zona no están preparados para enfrentarlo. Por ello, el grupo de Japón tiene especialistas que trabajan en el rubro de la educación. “Están trabajando directamente en una zona piloto, en Zihuatanejo, porque es el único lugar en donde está permitido por el tema de seguridad. Este trabajo ya está generando una experiencia similar a la de Japón para que los niños sepan qué hacer en el caso de un tsunami”, enfatizó la investigadora de la UNAM, institución que forma parte de la mesa directiva del Foro Consultivo Científico y Tecnológico.
Tanto el Geoslicer como el resto de la colaboración entre países, liderada por el doctor Yoshihiro Ito, de la Universidad de Kyoto, y el doctor Víctor Manuel Cruz, del Instituto de Geofísica de la UNAM, integran un proyecto de colaboración de talla internacional que además involucra a otros países, ya que las muestras que saca el Geoslicer se analizan en dos laboratorios en Estados Unidos. Los científicos esperan ver los resultados preliminares de su investigación a finales del año en curso.
Con información del Foro Consultivo Científico y Tecnológico