Católicos o no, de no ser por las festividades cristianas tendríamos menos días de asueto. Para muchos el reposo de semana santa es la semana completa para otros solo media semana, lo importante es que se tiene descanso.
Bien lo decía ayer mi suegra, gracias a la globalización y al cómo se vive actualmente muchas tradiciones sobre estos días se han perdido. Algunas personas nos beneficiamos de “días de guardar” como decía la abuela, otros debido a la industria y las cadenas comerciales trabajan sin poder disfrutar del puente por semana santa.
Recuerdo que hasta hace unos pocos pero muy pocos años, en casa de mamá no se veía televisión ni se escuchaba radio jueves y viernes santo, esperábamos hasta el sábado, que se abría la gloria, para disfrutar de nuevo de esos entretenimientos.
También recuerdo que cuando era niña hacíamos la visita de los siete templos y se preparaba mucha comida pues la tradición de las siete cazuelas hacía que visitáramos casas de conocidos y que nosotros tuviéramos también la dicha de recibir amigos para completar la gira de la comedera.
En aquellos años nos proveíamos de todo lo necesario, pues el comercio cerraba y no había donde surtirse de algunos alimentos. Los templos estaban llenos y veíamos a mucha gente ir y venir en el centro no como turistas sino como seguidores de la tradición de semana santa.
Cuando era niña lo único que me disgustaba era no poder ver la televisión o escuchar la radio hasta que descubrí la lectura y mi percepción sobre los días santos cambio. Al enamorarme de los libros esperaba a que llegaran los días santos para poder leer uno o más libros pues disfrutaba la quietud del ambiente. Papá nos colgaba una hamaca en el patio de la casa y ahí era donde podía plácidamente leer y leer.
Los tiempos cambiaron, las tradiciones se pierden pero lo que sí podemos conservar es el gusto por la lectura, por lo menos estos días hay un poco más de tiempo libre y quizá mientras se viaja o reposa cerca del mar o la piscina podemos leer un poco.
Iniciemos el descanso con El Abismo de Federico Reyes Heroles quien es un escritor y comentarista político que ha escrito en La Jornada, Uno más Uno y actualmente es columnista de Excélsior, también dictó la cátedra de literatura francesa en la facultad de letras en la UNAM y su especialidad es: Victor Hugo.
El Abismo es una novela deliciosa, (publicada por Alfaguara) de esas que fueron hechas para tenernos al filo de la lectura y leer de corrido en una sentada.
Como buen experto en la literatura de Victor Hugo, Federico crea un personaje que vive en un contexto diferente al del escritor francés pero, que vive las mismas situaciones por lo que podemos decir que es el Jean Valjean del siglo XX. Parecería entonces que todo lo que le acontece es culpa de Victor Hugo, conoce tanto Esteban al escritor y su literatura que pierde el sentido de lo literario y real en un cronotopo que nos permite introducirnos a un ambiente fascinante y romántico al estilo de la vieja escuela.
Cuando estudiamos e investigamos a un autor durante mucho tiempo algunas cosas no pueden evitarse como lo son comparar situaciones de los personajes con sucesos de la vida real actual o citar frases memorables dichas por los mismos en ocasiones donde la realidad parece fantasía.
Lo fascinante de esta novela es descubrir qué es lo que une a Jean Valjean y a Esteban en un siglo completamente diverso y cambiante como lo fue el siglo XX.
Este es un meta texto antes de la versión hollywoodense de Los Miserables y de las puestas teatrales modernas sobre la obra que se exhibieron a principios del siglo XXI.
Si desea conocer la escritura literaria de Federico Reyes Heroles, sin duda alguna esta es una gran oportunidad para hacerlo y la mejor época para ponerse reflexivos sobre el ser, la nada, el origen y el yo.
De El Abismo pasamos a la poesía de William Ospina, un escritor colombiano muy prolífico con una prosa poética divina hasta en la novela sólo que en esta ocasión hablaremos de su poesía.
La otra orilla es un poemario escrito delicadamente por Ospina donde los tropos más comunes son los más ensoñados. La propuesta del poeta es de hacer lo cotidiano una prosa cuya lírica no nos permite dejar la lectura a un lado y tenemos que continuar hasta poder deslizar los dedos y la mirada por los últimos versos.
Para Ospina, la sobriedad, la pasión, la precisión, la sinceridad y el ritmo (WO 1982) es lo que hace que exista la poesía, sin fórmulas mágicas ni palabras o tropos rebuscados, simplemente la fusión de cada uno de esos elementos con el espíritu del lector.
Para descubrir el cómo provocar una emoción en el lector o hacer poesía de lo cotidiano es indispensable vivir la prosa poética de William Ospina, acercarse a la otra orilla para así redescubrir los universos paralelos a donde la retórica nos hace llegar.
Si la novela nos hace dejar el aquí y él ahora la poesía nos lleva a un lugar más sublime donde solo existen la escritura y el lector, en una fusión limpia y pura entre lo etéreo y ese momento en el que existe un relato.
No podría elegir entre conocer a un escritor u otro ni tampoco el releer a uno solo en estos días con sabor a vacaciones, lo único que espero es que usted, querido lector, tenga la oportunidad de visitar una librería y adquirir uno o ambos ejemplares para disfrutar plenamente del asueto obligado.
Invitemos siempre a la lectura a acompañarnos en nuestros viajes y descansos sea con William Ospina o con Federico Reyes Heroles o algún escritor de su elección, mas no pierda la oportunidad de leer y recrearse gracias a la literatura.
Buena semana santa.
Laus Deo
@paulanajber