Colegio de Estudios Estratégicos y Geopolíticos de Aguascalientes, A.C.
Krasnodar, Federación Rusa. 13 de marzo de 2018. Como un depredador que acecha a su presa, el corresponsal de la BBC en Moscú, Steve Rosenberg, se acerca al mandatario Vladimir Putin, quien asiste a una feria agrícola, e intrépido le pregunta a bocajarro: “Presidente Putin, BBC Noticias. ¿Está Rusia detrás del envenenamiento de Serguéi Skripal?”.
El jefe del Kremlin voltea, esboza su sonrisa de tigre siberiano, y responde amablemente: “Mira, estamos ocupados con la agricultura aquí. Como puedes ver, el objetivo es crear buenas condiciones para las vidas de la gente, y tú me preguntas sobre algunas tragedias. Llega al fondo de las cosas primero, luego hablaremos sobre esto”.
La escena arriba mencionada sirve como introducción al presente artículo, el cual tiene por objetivo explicar cuál es el trasfondo geopolítico y geoestratégico de la confrontación entre el Reino Unido de la Gran Bretaña y la Federación Rusa.
Desde el principio de la guerra en Siria, en 2011, el Reino Unido -a través de su servicio secreto, el MI-6, y sus fuerzas especiales, los SAS- ha apoyado, en conjunto con Arabia Saudita, Israel, los Estados Unidos, Qatar y Turquía, a los rebeldes sirios en su lucha contra el gobierno de Bashar al-Assad, quien a su vez es aupado por Irán y Rusia.
Tras las victorias en Alepo, Deir ez-Zor y Palmira, Guta Oriental representa uno de los pocos bastiones en poder de los extremistas musulmanes. Asimismo, la ciudad siria se ha convertido en un símbolo de la lucha que libran Rusia y la Unión Americana por determinar quién es la nación preponderante en el Medio Oriente, tal y como se explica:
Opiniones sobre el papel de Rusia en el Medio Oriente
Mara Karlin, experta estadounidense en el Medio Oriente: “Rusia ha usado el territorio sirio como su terreno de pruebas operacional y táctico…también le ha traído a Moscú un asiento permanente en la mesa para cualquier negociación que termine la guerra”.
Elijah J. Magnier, periodista: “Rusia ha corrompido el plan maestro de Occidente, Arabia Saudita y Qatar en Siria”.
Datos de: El Instituto Brookings y Sputnik
El 18 de febrero de 2018, El Ejército Árabe Sirio, leal a al-Assad, lanzó su ofensiva sobre Guta Oriental. Seis días más tarde, Al-Arabiya y la Red Voltaire daban a conocer que, por primera vez desde el inicio del conflicto, la infantería rusa combatía al lado de sus aliados sirios para liberar la ciudad.
El 1 de marzo, Vladimir Putin dirigió su mensaje del Estado de la Unión. Además de hablar sobre temas de política doméstica, Putin hizo una revelación que sorprendió a propios y extraños: como resultado de la decisión del entonces presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, de retirarse del Tratado sobre Misiles Antibalísticos, Rusia emprendió un programa secreto para restaurar el “equilibrio del terror”. Es decir, la capacidad de dos naciones de destruirse mutuamente y, de paso, aniquilar al resto del mundo en su locura bélica.
Súbitamente, las “armas milagrosas” (Wunderwaffen en alemán) de Vladimir Putin, las cuales comprenden: un nuevo misil balístico intercontinental; un misil crucero impulsado por energía nuclear; un vehículo marino no tripulado; y los misiles hipersónicos Kinzhal y Avangard, habían alterado el balance geoestratégico en el orbe.
A quince días de las elecciones presidenciales en Rusia y a 100 días del inicio de la Copa del Mundo, los logros militares en Siria y el anuncio de la paridad bélica presagiaban que todo parecía salir a pedir de boca para Vladimir Putin.
Es dentro de esta atmósfera geoestratégica y geopolítica que el 4 de marzo, en Salisbury, Inglaterra, Serguéi Skripal, un espía ruso que había trabajado para los británicos durante los años 90, y su hija, Yulia, fueron envenenados con un agente tóxico llamado Novitchok, fabricado en un laboratorio de la desaparecida Unión Soviética, pero que fue destruido por un equipo de especialistas estadounidenses, hecho que fue certificado por la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas.
Los dimes y diretes subieron de tono: la primera ministra, Theresa May, acusó a Moscú de estar detrás del atentado y expulsó a 23 diplomáticos rusos. Asimismo, la familia real británica anunció que cancelaría sus viajes a la Copa del Mundo de Fútbol. Luego, el jefe del Estado Mayor General, Valery Guérasimov informó que si las vidas “de los asesores, representantes del Centro Ruso para la Reconciliación de los Lados Opuestos y los soldados en Damasco y en las instalaciones de defensa sirias” eran atacados, Rusia respondería de manera contundente.
La mayor provocación vino por parte del imberbe ministro de Defensa británico, Gavin Williamson, quien dijo: “Rusia debería callarse y largarse”. La respuesta rusa fue seca: la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, María Zajárova, replicó: “Uno no le da un ultimátum de 24 horas a una potencia nuclear”. Igualmente, Rusia expulsó a 23 diplomáticos británicos, cerró el Consulado General en San Petersburgo y prohibió las actividades del Consejo Británico, un organismo dedicado a difundir la cultura británica y el idioma inglés.
Todo lo anterior lleva al escribano a preguntar: ¿Ordenó Vladimir Putin, a quince días de las elecciones presidenciales en Rusia y a 100 días del inicio de la Copa del Mundo, envenenar a Serguéi Skripal? ¿Fueron los británicos quienes lo hicieron, para así desprestigiar a Rusia? ¿Por qué no se muestran fotos de Skripal y de su hija en el hospital, tal como ocurrió en el caso Litvinenko? ¿Está conectado el despido de Rex Tillerson con un intento de provocar a los rusos, tal y como afirmó la Red Voltaire?(1)
Aide-Mémoire. El escándalo provocado por la empresa Cambridge Analytica, la cual retuvo de manera ilegal información sobre 50 millones de usuarios de Facebook, y el atropello de un ciclista por un vehículo autónomo de Uber son golpes a los tecnólogos.
1. Four days to declare a Cold War http://www.voltairenet.org/article200232.html