- Es necesario que la justicia dote de los elementos necesarios para la igualdad de condiciones entre mujeres y hombres
- Cuando una mujer es violentada es sólo porque hubo un hombre que se sintió con el derecho de hacerlo
¿Cómo accedemos las mujeres a la Justicia?, es la pregunta que lanzó la investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, Alicia Elena Pérez Duarte y Noroña para dar inicio a su conferencia con motivo del Día Internacional de la Mujer, en el salón del pleno del Poder Judicial de Aguascalientes,
Luego, invitó a una primera reflexión, sobre cómo percibe la gente a la justicia desde afuera y cree que existe una sistemática y constante impunidad a los derechos humanos y en especial para las mujeres.
“Mujer que es agredida o violada lo piensa mil veces antes de acercarse a los espacios de justicia, porque sabe que lo primero que va a suceder es que van a culpabilizarla a ella de lo que sucedió. También sabe que si acaso le abren un cuadernos de investigación, todo lo que esté ahí va a estar mal hecho y si acaso llega a un tribunal, tiene el 60 por ciento de probabilidades de que si es un varón el que tiene enfrente, también sea un agresor”, expuso la académica.
Aunado a lo anterior, dijo, existe una discriminación de trato hacia las mujeres, pues en los tribunales los magistrados no se detienen a pensar qué necesita esa mujer en específico para que se le restablezca su espacio de tranquilidad con las “n” formas de violación a sus derechos, como la brecha salarial, la falta de acceso a transporte digno, como ejemplos; porque se considera que todo ese contexto es lo natural.
Al destacar que la justicia es una característica indispensable y necesaria de un orden social en un estado de derecho, además del último reducto que tenemos en las sociedades para vivir tranquilamente, si esta falla el estado se desmorona.
Explicó que cuando en ese orden social algo no encaja, entonces es necesario acudir a quién nos diga si esa situación es justa o no, aunque aún hay quien considera que el hecho de que los hombres ganen más que las mujeres es una situación aceptable, ya que ellos son los proveedores de las familias, a pesar de que esa situación en la actualidad ya no es real.
Con el fin de que las mujeres puedan acceder a la justicia, es necesario que la propia justicia dote de los elementos necesarios para estar en igualdad de condiciones que los hombres. “Sí le toca a la justicia, claro, además de políticas públicas, claro las leyes, pero la justicia es el último reducto y si esta nos falla, falla el estado (…) justicia es poner a todo mundo al parejo”, resaltó la ex fiscal especial para atender delitos de violencia contra las mujeres.
Expuso que la justicia debe ser la encargada de resolver las cosas de tal manera que quien está siendo perjudicada, pueda encontrar una vida satisfactoria y digna, “de que nos den dos banquitos, porque somos chaparras y no logramos mirar el juego; denos dos, de eso se trata”.
Luego, se dirigió al estado, al señalar que tiene que entender que cuando una mujer es violentada es sólo porque hubo un hombre que se sintió con el derecho de hacerlo, dado que el sistema es patriarcal, donde lo masculino es considerado de mayor valía y superior que lo femenino, sostenido por los todos los fundamentalismos, comenzando por el religioso; además por la cultura, la cual se refleja en las leyes, y porque de las leyes pasa a los gobiernos, y esto refuerza la cultura.
“En efecto, aquí hay muchas mujeres privilegiadas, pero no quiere decir que todas las mujeres sean igual de privilegiadas que nosotras, ni tampoco que todas tengamos todos los privilegios; y a pesar de los privilegios que tengamos ninguna puede salir a la calle sin miedo, no tenemos el derecho a vivir sin miedo”, apuntó la investigadora.
Consideró que eso es precisamente esa situación es lo que la justicia deber corregir, pues ya existen todas las leyes necesarias, ahora sólo falta que el acceso a la justicia sea una realidad; pues se supone que hay igualdad entre las personas, que las normas son universales, que el derecho es neutral y que hay reciprocidad en las relaciones entre las personas; aunque en realidad no es cierto, pues sólo existe la igualdad entre los iguales, mucho menos en circunstancias de conflicto.
“Los obstáculos que tenemos las mujeres en el acceso a la justicia, en primer lugar es de expresión ideológica a través de un lenguaje androcentrista, aunque se enoje la Real Academia de la Lengua Española, pues nos hace invisibles; luego a través de los signos y mitos, en donde lo que tiene que ver con lo masculino es importante, y con lo que tiene que ver con lo femenino tiene menor valor, es negativo y hasta maléfico. Además que jerárquicamente la categoría masculina es siempre superior; además que las estructuras de poder de nuestras sociedades nos excluyen de los espacios de tomas de decisión”, resaltó Pérez Duarte.
Para transformar el acceso a la justicia hacia las mujeres -dijo- es necesario reconocer que hay impactos diferenciados de las normas, estereotipos de género en todo lo que hacemos, hay exclusiones de la identidad sexo-género y hay una distribución inequitativa de recursos y de poder entre las personas, “si tenemos en mente eso, cuando estemos resolviendo un asunto, estaremos abriendo la puerta a los derechos humanos, sí de las mujeres, pero no tengamos miedo, también de los hombres”.
Destacó que para los juzgadores hay principios rectores con los cuales dirigirse: la igualdad jurídica, de los derechos humanos, la no discriminación, la dignidad y la libertad de las mujeres, “con eso podemos ir rompiendo estereotipos que nos dañan y nos cierran las puertas de la justicia (…) por eso es importante vernos a los ojos, por eso es magnífico que ahora hayan juicios orales, para que quienes vayan a dictar una sentencia vean y escuchen a las personas a las que le va a afectar esa decisión”.