En el año de 2008 el mundo sufrió la primera crisis alimentaria del planeta globalizado, conocida como la crisis del arroz o Tsunami Silencioso, que terminó con un alza de más de 300 por ciento en el precio del arroz a nivel mundial y, consiguientemente, con el aumento desproporcionado de otros cereales y productos derivados. En ese año el problema comenzó cuando Filipinas, el principal país importador de arroz en el mundo, no pudo garantizar la cantidad anual que consumía habitualmente. La noticia del desabasto en Filipinas trajo una onda de compras de pánico mundial de arroz, y la escalada de precios comenzó, acompañada por incrementos en los costos de distribución que se sumaron a la especulación del momento. La crisis comenzó gracias a que el Gobierno de Tailandia, principal productor de arroz del mundo, se dio a la tarea de “acaparar” la producción de su propio país para especular y lograr el alza del producto a nivel mundial. Tal y como sucedió. Así, por increíble que parezca, la crisis alimentaria del 2008 la inició el gobierno Tailandés que se defendió ante la comunidad internacional alegando que no supo cuál era el momento adecuado para liberar sus reservas. En respuesta inmediata, tras la crisis del arroz, se reunieron de emergencia los diferentes países integrantes de la “FAO” (Food and Agriculture Organization, que en español recibe la denominación de Organización de las Naciones Unidas para Alimentación y la Agricultura) a cuenta de evitar que futuras especulaciones tuvieran la terrible repercusión que tuvo la manipulación y especulación Tailandesa. Las medidas que se adoptaron han detenido, al menos hasta ahora, la repetición del Tsunami Silencioso o su equivalente. Muchas naciones y grandes empresas han comenzado a comprar grandes extensiones de tierra en países africanos y asiáticos, tanto para garantizar abasto para sus ciudadanos en el caso de los Estados Políticos, como para estar preparados en nuevos casos de especulación las empresas. Arabia Saudita, Inglaterra, Francia, Japón, China y Estados Unidos, entre otros países, son quienes están comprando territorios en otros países para garantizar cubrir su consumo durante alguna crisis alimentaria. De esta crisis lo rescatable fue que algunos países de economía emergente africanos, como Malí, Senegal y Mauritania, entre otros, comenzaron programas de agricultura con vistas a convertirse en productores autosuficientes de arroz a mediano plazo. ¿Qué hemos hecho nosotros en México desde el 2008 a este respecto? A la fecha importamos el 30 o 40 por ciento (según la fuente que se consulte) del frijol que se consume en nuestro país; hoy en día también importamos grande parte del maíz que consumimos. Es cierto que hay programas impulsados por el Gobierno que buscan que seamos autosuficientes en varios productos del campo, pero estos intentos ya llevan años sin rendir frutos y, proyectos van y vienen, sin orden, sin ton ni son y, cada gobierno federal impone sus nuevos planes que nunca reciben continuidad. Además del hecho de que muchos de los recursos destinados a esos programas no llegan a su destino gracias a la corrupción tan insana que nos rodea y habita en ese país, desde el Presidente hasta el empleado más modesto del gobierno. No vayamos más lejos: el aumento en el precio del huevo y el pollo que se desató en nuestro país tras el brote de fiebre aviar que tiene el precio del huevo casi al doble de lo que estaba. Y si bien se abrieron las fronteras al huevo y al pollo de Estados Unidos y otros países para combatir el alza, el precio no baja debido a que los especuladores siguen haciendo su “agosto” ante la corrupta complicidad de nuestras autoridades quienes también reciben su “tajada” por no hacer nada al respecto.
Sin embargo, y en contraposición a la apatía de nuestros gobernantes al respecto de la reactivación del campo, el Director de la compañía Nestlé, Peter Brabeck-Letmathe, ha declarado que el mundo está en peligro de volver a sufrir una nueva crisis alimentaria semejante a la del 2008 durante el siguiente año. Recordemos que Nestlé es la compañía que más alimentos compra alrededor del mundo y sus observaciones deberían tenerse en cuenta. ¿Alguien en nuestro Gobierno ha comenzado a tomar previsiones para esta amenaza de crisis alimentaria? Apuesto a que no, y que llegado el tiempo sufriremos, como siempre, de la falta de previsión y la ineficiencia de nuestros gobernantes. Nos espera para la siguiente primavera los incrementos en los cereales, por lo menos. Así que quien tenga la oportunidad de comprarse un costal o dos de arroz para almacenarlos, no parece una mala idea. Aunque no sabemos cuál será el producto que en esta ocasión inicie la crisis alimentaria, no es de descartarse que las cien mil hectáreas de arroz que Libia no producirá por su guerra civil, aunado a una posible sequía en China vuelven a hacer del arroz la punta de la lanza. Esperemos que las precauciones sauditas, americanas, chinas, inglesas, etc., que se vienen tomando desde 2008, sean suficientes para palear los estragos de una nueva crisis alimentaria. Yo, en lo personal, espero que sí, y que el gobierno de Peña Nieto sí ponga manos en el asunto, tanto de manera preventiva como paliativa si es que el infausto pronóstico de el dirigente de Nestlé se llegara a cumplir.