Carlos Reyes Sahagún
Cronista del municipio de Aguascalientes
En aquel tiempo, los ferrocarriles nacionales ofrecían un servicio de carga, digamos que de pequeñas proporciones. Pequeñas en comparación con el transporte de automotores, maquinaria pesada, granos, minerales, etc.
Los carros que traían esta carga eran desenganchados de los convoyes y llevados por una vía especial hasta el costado oriente del almacén de carga, paralelo a la calle 28 de agosto y perpendicular a la Avenida Madero, como si fuera una barrera a esta avenida.
Quizá el tamaño y peso de la carga que se almacenaba y distribuía desde este lugar, estaba dada por el hecho de que fuera posible que se llevara en diablito hasta el vehículo automotor estacionado en el costado poniente del edificio. Claro que eran aquellos diablitos ferrocarrileros unos acorazados, muy grandes, en comparación con los que se usan actualmente, precisamente para poder cargar bultos de decenas de kilos de peso.
Comento lo anterior porque el viejo almacén de carga adquirió un nuevo uso, diverso de aquel para el que fue creado, al convertirse en escenario para el último concierto de la primera temporada de 2018 de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, quizá porque en estos días se cumplen 14 años de la inauguración del Museo Ferrocarrilero.
Por cierto, que el lugar tiene magnífica acústica.
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