No haremos referencia en el tema de este día a cuestiones relativas a candidaturas ciudadanas, porque el tema como dicen, “es harina de otro costal” queremos pues, enfocarnos a la participación ciudadana, pero como un asunto de corresponsabilidad con los distintos gobiernos e incluso con las asociaciones o fundaciones que desarrollan importantes actividades sociales. Veamos primero lo referente al gobierno, para luego hablar de las organizaciones no gubernamentales.
Primero, siguen existiendo prácticas asistencialistas, es decir, si la señora o el vecino no asiste al llamado de alguna organización política, no le toca nada, y eso que le toca son las dádivas de siempre (despensas, materiales, plásticos, útiles escolares, etc.); como se sabe, ese tipo de “ayudas” no le sirven de mucho a los sectores más necesitados, muchos de los beneficiarios de plano mejor regalan o venden lo que se les dio. Esto ocurre en gran parte a que todavía mucha gente tiene la idea de que los incentivos deben ser personales y no colectivos.
Segundo, se satura a la ciudadanía por diferentes flancos de los tres distintos órdenes de gobierno, por ejemplo, en un día pueden llegar tres dependencias del gobierno federal, y tiempo más tarde una estatal o municipal, incluso puede suceder que también llegue el diputado ya sea local o federal, y para remate una ONG o un partido político; todo esto más que ayudar a crear otra mentalidad social en referencia a las formas de superar las necesidades, se convierte en lo que siempre ha sido: el clientelismo político.
Tercero y último, muchos proyectos o programas están mal direccionados o bien, no llegan a la gente adecuada; ¿qué hacer? La respuesta no es sencilla, sobre todo cuando como ciudadanos se es apático o existe desinterés por el desarrollo comunitario.
Los gobiernos neoliberales de Zedillo y Vicente Fox, permitieron que la gente se acostumbrara a que el gobierno de plano les resolviera casi todos los problemas, ésta es una cuestión que sigue presente en el gobierno de Calderón, muchos gobiernos locales no pueden quitar este tipo de reparto de dádivas no sólo porque el enfado de la gente sería mucho, sino que el costo político sería demasiado alto, pero es entonces cuando se está ante la disyuntiva de los políticos y estadistas, cuando los primeros piensan en las próximas elecciones y no en las próximas generaciones, como bien lo señaló W. Churchill y, en palabras de Ángel Ainos, “padecemos gobiernos despenseros”.
Al final de la época neoliberal la situación rural se agravó, 75 por ciento de los hogares vivían en condiciones de pobreza y el 13 por ciento de la población urbana estaba estancada en las mismas condiciones (La década perdida, Salinas de Gortari).
Por ello los gobiernos deberán procurar siempre la coordinación de programas afines, para tener una mayor participación ciudadana, pero también para ahorrar recursos. Además, sus convocatorias deben ser simultáneas para las actividades del mismo corte, más aún cuando son dependencias del mismo sector, en pocas palabras, se pueden lucir todos al mismo tiempo, no de uno por uno. Llevar programas realmente consensuados con la gente para que participen activamente e iniciar una forma novedosa de buscar la corresponsabilidad, es decir, que los gobiernos aporten pero que también los ciudadanos lo hagan.
Una línea adicional es el enseñar a los niños y adolescentes para que la responsabilidad sea uno de sus valores conocidos y practicados; vale la pena mencionar que el Programa Solidaridad fue un claro ejemplo de participación ciudadana exitosa como lo demuestran documentos internacionales emitidos por la CEPAL, OCDE y el Banco Mundial; en suma, se hace necesario y urgente poner en práctica comités ciudadanos que no simulen y que participen realmente en beneficio de sus vecinos; y, se debe de garantizar que no los contamine ningún tipo de organización política con fines de lucro propio.
En el caso de la ONGs (Las Organizaciones No Gubernamentales), deben desaparecer las organizaciones cancerígenas de la participación social, como Antorcha Campesina o del estilo; chantajistas, arribistas, manipuladores y entorpecedoras del verdadero desarrollo y bienestar social. Segundo, más apoyo gubernamental y ciudadano a las asociaciones y fundaciones de labores loables y realmente sinceras como los asilos, por ejemplo; fundaciones que hacen lo que nadie se anima a hacer.
Tercero, que los ciudadanos participen desde sus colonias, siempre hay temas y necesidades que se pueden resolver con participación social, conocer o participar en alguna fundación, ya sea nacional o local.
Cuarto y último, ciudadanos críticos pero que participen, ciudadanos críticos pero que también sepan reconocer los aciertos del Gobierno, ciudadanos que sugieran ideas a los representantes populares y ciudadanos críticos que sean libres para participar en el crecimiento de su comunidad independientemente del partido o asociación de la que provenga el apoyo.
Finalmente, recuerdo una imagen en Facebook en la que un joven le reclama a otro: “¡Hablas de corrupción en el Gobierno, pero la calle de tu casa está sucia, te pinteas las clases y no sabes ni como se llama tu Diputado!”.