La cultura es uno de los grandes temas de nuestro tiempo y se reviste de sentido cuando entendemos que hasta cubrirse o descubrirse el cuerpo está relacionado con ella, y así inmersos en la nuestra, la reconocemos como algo tan fundamental para la vida humana como es comer lo que comemos, vestir lo que vestimos, decir lo que decimos o simplemente habitar y transitar por los espacios que hemos construido y destinado para tal fin. Y también es cierto que la cultura no puede existir en forma abstracta, sino sólo en cuanto encarnada en mundos culturales concretos. Y si algo define la cultura además de la vestimenta, la gastronomía, la religión o la expresión artística, también lo es la lengua.
Y si de ella hablamos, ¿Dónde se puede conocer la riqueza lingüística de México y crear conciencia sobre la necesidad de preservar este patrimonio intangible? Según el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali) reporta que actualmente existen 68 lenguas nativas y 364 variantes lingüísticas, de las cuales 50 por ciento están en proceso de desaparecer, de ahí la urgencia de preservarlas. Así toma importancia tener un lugar en dónde conocer que el tuzanteco, ayapaneco y awakateko que son las hablas nativas que están en alto riesgo de desaparecer, (el ayapaneco, sólo es practicado por ocho personas de la comunidad de Ayapa, en el municipio Jalpa de Méndez, Tabasco, el tuzanteco, únicamente es hablado por cinco personas del municipio Tuzantán de Morelos, Chiapas, o el awakateko, sólo es usado por tres personas de Champotón, Campeche). Y se debería hacer necesario enterarse de que el náhuatl, maya, mixteco, zapoteco y tzeltal, son las lenguas maternas de mayor presencia en México (usadas por 55 por ciento de los más de 6 millones de hablantes indígenas como chontales, coras, mayas, nahuas, mixtecos, pames, rarámuris, totonacos, tzotziles y zoques). Y también sería interesante saber cuántas lenguas han muerto, en dónde se localizaban y conocer qué se está haciendo para conservar las casi extintas.
Y es que la lengua, patrimonio cultural, aunque habla por sí sola, no le vendría mal una ayudadita mediante el establecimiento de algún lugar en donde se reconociera, respetara y fortaleciera el patrimonio lingüístico de la nación. ¿Por qué no darle a la Academia Mexicana de la Lengua todo el apoyo para que prospere la idea de que el español y las demás lenguas sean oficiales en México, como corresponde a un país multicultural?, ¿por qué no hacer lugares dedicados a mostrar la riqueza cultural de México?, ¿por qué no hacer un museo de la lengua? La iniciativa no sería del todo novedosa, ya hay algunos lugares como el Museo de la Lengua Afrikaans, fundado en 1975 en Sudáfrica, la casa Cuervo en Colombia, o el museo de la lengua Portuguesa.
Y es que dado que la lengua es la base de la comunicación y por ende del progreso de la humanidad, me es extraño que haya hasta museos taurinos y no así uno, para darle todo el mérito e importancia que tiene la lengua y de paso a los libros. Y así combinando arte y tecnología, crear dentro de esta nueva era museográfica, un museo interactivo de la lengua oral y escrita para dar a conocer la distribución de los distintos modos del habla, ya mediante proyecciones, ya con jornadas conferencias o talleres. Y en cuanto a la lengua escrita, brindar la información más relevante sobre su origen y evolución, cuáles son las “masacres” que han padecido los libros, algo sobre códices, ilustrar sobre las nuevas tendencias magnéticas, y exponer en vitrinas, volúmenes de interés histórico. Y de ahí continuar con la exposición de los diversos autores (tanto en español como en lenguas indígenas ya nacionales o locales), sus aportaciones, quizá algún objeto de su pertenencia, alguna fotografía o hasta algún manuscrito o borrador de su autoría y por supuesto la producción literaria nacional y local, para terminar con las diferentes casas editoriales, su surgimiento, su línea, los desafíos. Igual poner a la mano cifras actualizadas de indicadores relacionados, que si número de lectores por países o entidades, número de libros editados, número de bibliotecas, etc. Y por qué no, todo esto enmarcado con diversas esculturas o pinturas alusivas al lenguaje. Dicen que todo inicia por soñar, si Colombia, África o Portugal pudieron, ¿por qué no en México o alguna de sus provincias con tradición en letras como es Aguascalientes? Hablar es algo cotidiano, pero el placer y la afición de escribir y de leer es algo que todavía hay que inculcar para contrarrestar pésimos hábitos como entre mucho otros el de la televisión, siendo así, ¿por qué no pensar en un museo como estrategia de acercamiento? Al fin y al cabo, una comunidad triunfante es fuerte y sirve para que otros la imiten. n