Casualmente me tocó escuchar una plática entre dos mujeres, una mayor que le contaba a otra, también más o menos madura, una anécdota respecto de una cena a la que acudió con familiares de su esposo.
Tan molesta se escuchaba, le decía una y otra vez, que no podía creer lo que había pasado, que seguía muy enojada por una situación en particular. Resulta que en esa cena el esposo de una de las cuñadas también ya de edad, hacia comentarios que le disgustaron respecto de su forma de conducirse con su pareja.
El matrimonio de adultos de unos 65 años, ni siquiera viven juntos, según lo que ella comentaba. Él había decidido irse a trabajar desde hace unos cuatro años a una ciudad al norte del país, para conseguir más dinero, aunque la señora reprochaba que su única intención fuera alejarse de su familia. No era la primera vez que lo hacía, según recordaba.
Ya entrados en copas, el esposo le decía a esta mujer que se la iba a llevar, que su lugar estaba a su lado y que así tenía que ser. El tono del hombre era alto de tal manera que cualquiera podría opinar respecto de la situación familiar.
Finalmente, el fulano entrometido sin más ni más alzó la voz y dijo, “el lugar de la mujer es al lado de su esposo y punto. ¡Si fuera mi mujer, así sería!”, exclamaba ante la indignación de aquella señora que a ojos de todos molestó el comentario, aunque ella no se atrevió a pronunciar ni una sola palabra, quizás por prudencia, tal vez porque las “costumbres” así lo marcan.
Pasaron solamente unos minutos cuando la esposa ya cansada de escuchar la plática de los que ahí se encontraban, recriminó a su marido la hora desde la cual estaban reunidos, y es que por su edad y sus dolencias, se sentía ya bastante cansada, así que le hizo ver la oportunidad para retirarse de la reunión.
El esposo contestó: me acabo esta cuba y nos vamos, ante lo cual la señora para apresurar la salida simplemente decidió retirar el vaso de su marido, al ver la acción aquel hombre inoportuno volvió a intervenir para recriminar ¡ay de aquella mujer que se atreviera a retirarme la bebida sin mi autorización!
La señora nuevamente sólo alcanzó a enviar una mirada de descontento a aquellas palabras que le calaron. Contaba a su amiga, cómo es posible que aquel tipo sin conocer su historia simplemente opinara, y más allá de todo, lo que le dolía era la actitud de su esposo de indiferencia y a veces hasta de complicidad con aquel hombre.
Al escuchar esta historia y la indignación de aquella mujer sobre lo sucedido pensé varias cosas, la primera, solamente esta pareja sabe lo que en su vida ha tenido que cargar uno del otro, y más allá de ello me cuestionaba la facilidad con la que solemos opinar o a juzgar sobre otros.
Es sin duda inevitable reflexionar en hechos que como éste parecen simples, pero tienen una trascendencia muy importante sobre todo en aquellos que de una u otra forma intervenimos en la formación de las nuevas generaciones.
Las tradiciones y las costumbres de las que muchas mujeres aguascalentenses no pueden escapar a pesar de la modernidad, de la globalización, de las nuevas políticas y la inclusión de temas que tienen que ver con la equidad de género desde los distintos ámbitos, simplemente no las alejan del sometimiento a un hombre.
Muchos niños y jóvenes siguen creciendo todavía bajo esa cultura machista en la que se privilegia al género masculino de labores “exclusivas” de las mujeres”.
Es importante crear conciencia desde los pequeños, que más allá de mujeres y hombres, somos seres humanos. Individuos capaces y en la posibilidad de decidir por nosotros mismos. Nadie debe estar por encima del otro, mucho menos cuando se trata de situaciones que violenten el respeto, la integridad o los derechos de las personas.
Hacer énfasis sobre todo en las niñas, que nadie debe tomar decisiones por ellas, que si se lo proponen, pueden lograr todo lo que planeen, que son dueñas de cuerpo, de su ser y que son tan capaces como ellos de forjar su propio destino.
“Llamar a la mujer el sexo débil es una calumnia, es la injusticia del hombre hacia la mujer. Si por fuerza se entiende la fuerza bruta, entonces, en verdad, la mujer es menos brutal que el hombre. Si por fuerza se entiende el poder moral, entonces la mujer es inmensamente superior”. Mahatma Gandhi