El objetivo de la bioética es educar y buscar la transformación del hombre para el ejercicio del bien como resultado de una acción reflexiva, consciente y responsable.
Extracto de la Iniciativa de Ley
Siempre he dicho que quien no estudia olvida las matemáticas. Todo parece indicar que el ser humano es olvidadizo. Andamos por la vida teniendo que ser recordados por otros, sobre nuestra esencia, nuestros derechos, nuestra humanidad. Somos entes recordantes.
La bioética surge también como un elemento recordador de que el ser humano es libre, y que además, sus actos pueden tener consecuencias positivas o negativas.
En los términos generales, la gente de a pie –como yo– entendemos la bioética como algo muy relacionado a la salud: doctores que te cuidan –que no habría por qué tenerles miedo, total Hipócrates les hizo jurar que su primer mandato sería procurar la vida y la salud de la humanidad– investigadores que procuran la rectitud en el actuar de la investigación médica, en fin. Sin embargo, la palabra en sí misma se relaciona con un espectro mucho más amplio.
La bioética en sí misma se refiere, pues, al respeto a la vida en todas sus manifestaciones. No es ético andar defendiendo árboles por ancestrales y andar fumigando al tiempo los campos de cultivo con pesticidas mortales para sus consumidores. Tampoco es ético –ni humano diría yo– andarle haciendo al “dios” y experimentar con embriones, ahora resulta que como la ley no los cataloga como seres humanos, son cosas que se pueden guardar en un refrigerador por años, y luego, indistintamente tirarlos a la basura cuando se consigue un objetivo particular investigativo o paternal.
En fin, la bioética se amplía cuando hablamos de la vida manifestada: el medio ambiente y los seres vivos (recordemos que bios proviene del griego y significa vida, que no salud únicamente); cuando cuidamos lo que la gente se va a comer, con lo que se va a medicar, el trato a la vida de los indefensos, de los enfermos, etc., pero todo con la recta intención de cuidar lo cuidable. Y no es que las plantas y los animales tengan derechos éticos, sino que el hombre demuestra su humanización en actos de respeto y cuidado a ellos.
En estos días, se aprobará seguramente en el Congreso local la modificación a la ley de salud, con la que se creará la Comisión Estatal de bioética, con lo que además de cumplir un mandato constitucional, se podrá tener un espacio para la reflexión y la propuesta en esa materia. Dicho encargo quedará bajo el auspicio de la Secretaría de Salud y otras dependencias del Ejecutivo que tienen relación con el tema, pero además será revestida con especialistas en la materia médica, académicos y organizaciones civiles. Este avance sin duda es una propuesta importante en materia del respeto a la vida y a las acciones para favorecer su cuidado. Sin embargo, hay algunas consideraciones que se deberán hacer y que me gustaría compartirle:
Las funciones de dicha comisión han de partir de un tratado ético pero también metaético. La prescripción del deber ser de las cosas ha de ir acompañada de la descripción de lo que éstas son, por las evidencias más objetivas posibles. Por ejemplo, dejando de lado las ideologías, sabemos que en el vientre desde el primer momento hay un ser humano (y no en potencia como algunos piensan), por lo tanto no debería ponerse a discusión democrática lo que un ser humano o una persona es, eso debería quedar por descartado. Pero viendo todos los puntos de vista, deberíamos entonces, ante la supuesta duda, acudir a la ciencia, a que nos diga lo que un ser humano es y dónde empieza su vida autónoma. Éste es el trato metaético que habría que darle a las cuestiones a discutir en dicha comisión.
Por otro lado y sin duda importante, es que aunque en esta primera etapa no se contemple (así está la iniciativa), en un segundo momento será necesario que dicha comisión funja como el órgano rector de las decisiones bioéticas de nuestro estado, fortaleciendo a la comisión con un presupuesto y patrimonio autónomos que le permitan un desempeño plural e independiente. Éste es quizá uno de los grandes retos que tendrán que trabajar quienes integren dicho organismo.
Esta intención de construir un mecanismo tomador de decisiones en temas torales como éstos, habla de que quienes están legislando saben que para construir, es necesario hacerlo profesionalmente y no con puntas de pluma o con micrófonos mal puestos. La bioética no es un tema de opiniones e ideologías, sino de evidencias y metodologías, y ello es de agradecerle a quienes han realizado esta propuesta, en este caso a la comisión de salud del congreso local, a cuyo presidente diputado, doctor y pediatra José de Jesús Ríos Alba, agradezco la apertura para el diálogo y la crítica constructiva que me ha mostrado.
La Comisión Estatal de Bioética, debe entonces por lógica, no sólo estar conformada por los mejores hombres y mujeres especialistas en la materia, sino que de manera puntual muestren un prestigio social y una conducta recta que les permita ser observados por la ciudadanía, con el respeto que se gana con la autoridad que da el conocimiento y la ejemplaridad. Esto asegurará que las decisiones tomadas sean no las necesarias sino las mejores.
Finalmente, es importante resaltar que aunque hoy todo es opinable –menos lo que a algunos no les convenga– en la bioética la cosa es clara: lo opinable se desecha por falta de argumentos, la ética en el actuar referente a la vida y sus manifestaciones, es fundamental para la humanización de la sociedad en que nos encontramos.
@comandanteserra