Enrique conduce su auto en el servicio Uber. Y durante el recorrido en que transporta a sus clientes, tiene un objetivo: que sus clientes bajen del auto con una sonrisa, con bienestar, con agrado.
Enrique nos dice que en la Biblia católica el Todopoderoso le concedió al hombre la capacidad de crear, a través de su palabra: hágase el cielo y la tierra; hágase el mar; hágase la luz. La palabra antecede a la creación, así que, con la palabra se puede crear el malestar o el bienestar de los que nos rodean.
Enrique está decidido a regalar apreciación. Nota en sus clientes aquello que los distingue entre otros: un pelo brillante, una elegante corbata, un carácter alegre; son rasgos que el conductor advierte y se los hace notar a sus pasajeros.
Apreciar en las personas uno o dos detalles singulares las hace sentirse bien consigo mismas, las hace salir del montón para ser especiales, por eso descienden de mi unidad con la sensación de haber sido reconocidas como una entre muchas y esa es una necesidad que todos tenemos.
Le reconocí a Enrique su trato humano y ofrecí que transmitiría su mensaje a las queridas lectoras y los queridos lectores, cosa que hago.
Le invito a usted que recorre estas líneas, a tomar conciencia del poder para crear felicidad en su entorno y del regalo de apreciación suya en los otros. No pierda la oportunidad para brindar palabras que generen bienestar y para crear en su alrededor de manera positiva. Ante todo recuerde la máxima de J. Muñoz Cota, el mejor orador de culto que ha tenido México: el hombre es su palabra. Sea usted lo que dice. Que sus palabras coincidan con sus acciones, para alcanzar el equilibrio de la congruencia.
Sin congruencia. Uno que no es congruente con el cargo a que aspira es Alfredo Muñoz Delgado, abogado de formación, que aspira a encabezar la Comisión Estatal de los Derechos Humanos en Aguascalientes.
Además de su cercanísima relación con Luis Armando Reynoso Femat, exgobernador de Aguascalientes; el abogado Muñoz no tiene mayores cartas credenciales en el medio jurídico, menos aún en el especializado y sensible tema de los derechos humanos.
Poco tiene de derecho Muñoz Delgado, que durante su periodo dirigiendo la carrera de Derecho en la Universidad Autónoma de Aguascalientes generó un sinnúmero de rumores que no llegaron a acusaciones formales, porque como es bien sabido, la Autónoma no es un espacio que propicie libertad en las denuncias de acoso y hostigamiento.
Si en su momento las alumnas y maestras que tuvieron la mala fortuna de tratar con el jefe de carrera Muñoz, hubiesen tenido mejores condiciones para ser atendidas en sus quejas; el hoy candidato a ombudsman hubiese enfrentado las consecuencias de sus acciones ¡Pero! Ya sabe usted que en esa institución aún reina la tradicional sentencia: nadie te va a creer, es tu palabra contra la mía; y así, se cobijan las faltas con la manta del silencio.
Conocido en pasillos universitarios, fue el caso de aquella alumna de excelencia que con promedio perfecto buscó una mención honorífica, pero se estrelló con las maquinaciones del jefe de carrera para no obtenerla, por no haber sido grata con el mismo.
Conocido en pasillos que las catedráticas que no eran afables con el abogado eran poco favorecidas en la asignación de horas o de plano relegadas de la carrera.
Escandaloso el caso en que, una de sus catedráticas del clan-Trevi, perdón, del clan-Fredy, renunció a mitad de semestre a impartir clase en un grupo que exigió una actitud profesional, a la conductora de su aprendizaje. El abogado Fredy relevó en clase a la caprichosa titular, sólo para reprobar a una decena de alumnos: los que se habían atrevido a ser exigentes con su propia formación, entre ellos a la jovencita jefa de grupo.
El asunto a que me refiero en el párrafo anterior, recorrió el proceso jerárquico de autoridades universitarias, que ya ha cobrado fama por no resolver y menos sancionar; hasta que los casos fueron presentados formalmente por los estudiantes en la defensoría universitaria que les hizo justicia, pero ¡el daño estaba hecho! Y la decena de estudiantes sufrió la baja de su promedio escolar. ¿Imagina usted, cuál era la materia académica por la que se persiguió y castigó a los estudiantes, que abogaron por su mejor educación? ¡Adivinó, apreciable lector, querida lectora! Era justamente: derechos humanos. ¡Hágame usted el favor!
La lista de quejas que se escuchaban en el pasillo universitario es larga: catedráticas y catedráticos que debían aprobar alumnos sin merecerlo so pena de perder carga horaria; alumnos que debían “regalar” a la Jefatura de Carrera costosos libros para mejorar sus calificaciones y otras, que ¡por supuesto! quedaron entonces en rumores o bien, quedaron en el conocimiento de los padres de familia de las alumnas y alumnos asediados, sin que pudiera hacerse más, por lo que cabe preguntarse, ¿si Fredy Muñoz consigue ser el defensor de los derechos humanos de las y los aguascalentenses, entraremos en una etapa de rumores? ¿En una etapa para los derechos humanos en nuestra entidad, donde no haya más defensa que la comunicación de boca a boca? ¿Entraremos a una etapa de quejas de pasillo porque reinará la máxima: es tu palabra contra la mía?
El diecinueve de enero de 2016, en esta Cocina Política se denunciaba una de las acciones que aquí comento bajo el título “Cecy Pérez y la ginecomoda”. Recomiendo a Usted, acudir a su lectura para que corrobore que algo irregular sucedía entonces en el Departamento de Derecho de la Universidad Autónoma de Aguascalientes. ¿Será que ahora deberá usted consultar en esta columna los rumores que surgirán en torno a la Comisión Estatal de Derechos Humanos, si llegara a su presidencia el abogado Fredy? Esperemos que no.
Nos vemos en la próxima. Recuerde que en esta su cocina, se come, se lee, se escribe y se conversa de todo; particularmente de política.
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