No me diga, estimado lector, que está esperando con ansia y vehemencia “El buen fin”, aquel que desde 2011 nos incita a gastar nuestro dinero en un esquema de descuentos y financiamientos que realmente no son atractivos para el público, que endeudan al consumidor y favorecen a los comerciantes con la promesa de mover la economía nacional. No me diga que pagar a meses sin intereses es atractivo para hacernos la ilusión de que gastamos menos; no me diga que hay descuentos reales, con eso de que todo copiamos de otras economías sin poner atención en nuestra estructura financiera, pone en riesgo que estrategias como está funcionen de verdad.
Su origen es el “black friday” idea original de los vecinos incómodos, tomemos en cuenta que ellos tienen menos problemas para mover sus billetes, hay más liquidez y el comportamiento de los capitales a mayor escala es completamente distinto, eso permite ofrecer a sus güeros pobladores descuentos de hasta el 70%, pero aquí estimado lector, aquí en la tierra de la Guadalupana, ni los tamales los ofrecen con descuentos del 20%.
No es ser pesimista, pero desde aquel 2011 a la fecha sigo esperando las verdaderas bondades del fin de semana de la Revolución Mexicana. El Gobierno Federal adelanta a la base burocrática el aguinaldo para ser gastado en esta fecha, el Consejo Coordinador Empresarial organiza junto con la Asociación de Bancos de México, la ANTAD (Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales) entre otras cámaras y confederaciones, todos ellos se encargan de dorar la píldora al respetable para incitarlo a consumir promociones insípidas, pero que gracias a los medios y las estrategias de mercadotecnia las hacen ver como la hamburguesa más jugosa del planeta.
Este año es diferente, estimado lector, para empezar la naturaleza nos jugó rudo, nos regaló una coincidencia que nos puso paranoicos, sigamos invocando a través de los simulacros y los homenajes más movimientos telúricos el 19 de septiembre. Queda pendiente la reconstrucción no sólo de las zonas dañadas de la capital de la República, también de las entidades que se vieron afectadas y que a la fecha están olvidadas por el Gobierno Federal, cuál cree que sería el “buen fin” ideal para todos esos compatriota que en este momento no están esperando ir a una tienda departamental a comprar una pantalla de 42 pulgadas, que las autoridades les resuelvan, que los atiendan no de manera paternalista sino como la verdadera asistencia social a la cual están comprometidos y nunca pueden ofrecer con dignidad.
Todo mundo cae en el juego del “buen fin”, qué le parece un 60% de descuento en la inscripción para el ciclo de enero en una de las instituciones de educación superior particulares de esta entidad o que tal su vecino el taquero que ofrecerá tacos al dos por uno siempre y cuando consuma por lo menos 10 unidades, aplican restricciones.
Aplican restricciones, siempre nos las aplican y por qué no hacerlos al revés, nosotros a ellos, no voy a comprar en el fin revolucionario a menos de que me ofrezcas verdaderos descuentos que favorezcan mi economía, no voy a dar mi firma por Maggy, mucho menos por el Bronco para que se conviertan en candidatos independientes a la Presidencia de la República a menos que me dejen aplicar mis restricciones, no voy a votar por Andrés Manuel ni por nadie que no deje que apliquemos nuestras restricciones o condiciones. Piénselo, querido lector, qué nos impide levantar verdaderamente la voz, qué hace que estemos aletargados esperando la venida gloriosa de Dios hijo para que despertemos y actuemos.
El pasado fin de semana los Pumas y los Burros Blancos, me refiero a los equipos de futbol americano y su afición, les callaron la boca a los detractores del deporte de las tacleadas, léase gobierno de la CDMX, autoridades deportivas entre otras; resulta que se jugó la semifinal de la Organización Nacional Estudiantil de Futbol Americano entre las escuadras en comento, frente a miles de espectadores que se comportaron con toda la civilidad que el evento ameritaba, los Pumas pasaron a la final, pero lo más impresionante de todo fue escuchar las porras oficiales de ambas escuadras en las tribunas contrarias, no hay Burros Blancos sin Pumas y no hay Pumas sin Burros Blancos, no hay UNAM sin Politécnico Nacional y no hay Politécnico Nacional sin UNAM, la hermandad mexicana que buscamos, o por lo menos la que busco yo, la encontré en un espectáculo deportivo que fue satanizado en su momento por las autoridades locales. Eso es lo que necesitamos, unión y aplicar nuestras restricciones ante quien esté haciendo las cosas mal. El martes pasado fui testigo de cómo David Verdín Tovar un joven ahora egresado de la licenciatura en Diseño Gráfico Digital de la Interamericana para el Desarrollo cumplía su sueño y su meta después de que los médicos le aseguraron a su madre que con un hijo con parálisis cerebral y posible retraso mental no podría más que arrastrarse. Podemos, todos podemos, ese mismo martes, pero por la tarde los jóvenes de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación de la UVM me sorprendieron gratamente al afirmar que la mayoría conocen y leen de alguna manera La Jornada Aguascalientes y El Diario de Itzel Acero. El entusiasmo de la Coordinadora Brenda Rodríguez por acercar conocimiento fuera del aula a los jóvenes de esta licenciatura.
Es una farsa esto del “buen fin” y va a durar mientras nosotros lo permitamos, me dirán los empresarios y comerciantes que, si funciona y que coadyuva a detonar la economía nacional, las cifras del Inegi lo dejan patente, sin embargo, a nivel cancha, nosotros los simples mortales nos cuesta trabajo pensar que esta actividad es el beneficio que estamos esperando para salir del aprieto económico y social en el que nos metió el Quique y sus antecesores. No caiga a la primera, si lo va a hacer por lo menos compre algo útil para su casa o su persona, compre un libro, por ejemplo.
Ahí nos encontramos pues, en una de esas tiendas en busca de grandes descuentos hechos a la medida de nuestro bolsillo.
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