Repite una mentira mil veces y se hará verdad. Replica un modelo económico, político y social en todo lo que la gente ve, oye y vive, y considerará que eso es todo lo que existe en realidad. De manera imperceptible, no por sutil sino por haberse definido como única opción que niega cualquier otra percepción, hemos sido forzados a aceptar como verdad incuestionable la economía de la escasez como paradigma fundamental. Nuestra forma de producir, acumular, comprar, vender, responde a los modelos aspiracionales de vida que se replican en los medios de comunicación preponderantes. Éstos, los de mayor penetración y alcance continúan reportando lo que a las cúpulas del poder político y económico les conviene difundir.
El modelo económico preponderante, a pesar de lo que se pretende ocultar, ya no es sostenible. Si bien desde que comenzó el otoño de este 2012, trasciende a los noticieros del mundo el aumento de protestas masivas contra el capitalismo salvaje, las noticias no reflejan la existencia de múltiples iniciativas que de manera pacífica promueve y desarrolla esa población del mundo que ya no cree en ese paradigma económico deificado en nuestra sociedad.
Si lo que dio vida al capitalismo fue el muy natural y humano afán de poseer, de ganar, de disfrutar el ocio, fue fundamentado en la acumulación exclusiva y especulación basada en promover la idea de la escasez. A partir de la evolución del esclavismo y el feudalismo, lo natural fue, al momento de la concepción del capitalismo, mantener el modelo de que el bienestar de unos depende de la servidumbre de muchos. Los ejes del capitalismo: la apropiación de los medios de producción, la plusvalía extraída de la naturaleza y del trabajo de los demás, funcionan sólo con la opacidad y la negación al libre acceso a la información de los mercados. Para sostenerse, el capitalismo requiere que sus vasallos, ahora llamados trabajadores y consumidores, permanezcan en la desinformación. Por tanto, ante el ocaso de la era capitalista, los modelos alternativos del postcapitalismo florecen y se multiplican gracias a la información y la transparencia.
La economía solidaria es uno de éstos, siendo hoy en día una de las más importantes alternativas postcapitalistas. En muchos países, así como en muchos muy variados ámbitos del nuestro, constituye ya una realidad que reconoce la viabilidad cotidiana a través de nuevas prácticas y conceptos como el mercado social, huertos urbanos, comercio justo, monedas sociales, las finanzas sociales y banca ética. Esto es, más allá de ese paradigma tan extendido del libre mercado y la libre competencia, se privilegia la libre concurrencia, la libre información y el privilegio de lo humano sobre lo material y lo monetario.
En este nuevo sistema económico, surge un proyecto internacional de economía solidaria llamado TGL (teaching, giving, learning; en español: enseñar, dar, aprender). Es una herramienta online que facilita el desarrollo de economías locales a través de un formato de pueblo virtual. TGL es también el lugar en el cual se facilita enseñar, dar, emprender y aprender generando un nuevo sistema bancario y de comercio, cimentado sobre una red social.
Cuenta con herramientas que permiten ofrecer productos, servicios y trueques, así como crear una tienda o negocio online. Otra importante vía de autoempleo que potencia TGL es la educación. Sabemos que el capitalismo desecha los conocimientos y saberes de muchas personas que no cuentan para este sistema productivo, a pesar de lo mucho que pueden aportar a la sociedad. TGL apuesta por el desarrollo de los talentos y capacidades de las personas. Si tienes algo que enseñar, te ayuda a que organices cursos y puedas obtener además un rendimiento económico de esta labor docente y a que también, por la misma vía, puedas aprender.
De manera similar, en México se ha desarrollado desde 2006, el sistema de Articulación Comercial Virtual (ACV/Compartiendas). Similar al TGL en su parte virtual, con este sistema el emprendedor social que busca crear riqueza en su ámbito local, combina mecanismos en el ámbito físico. De esta manera, el acceso a insumos, compradores, capital y facilidades para operaciones en línea se combina con un sistema de transporte, acopio, distribución y comercialización soportado en establecimientos físicos o tiendas. La estrategia territorial del ACV/Compartiendas facilita tanto a los oferentes como a comerciantes establecidos, la posibilidad de afiliarse y enfrentar de esta manera la competencia desigual que representan los comercios de grandes superficies, ahora empecinados en comerse el mercado barrial. Tanto el TGL como el Sistema ACV/Compartiendas, se orientan a dinamizar todas las transacciones económicas de los micro y pequeños emprendedores, así como la organización de cursos de formación en una nueva economía basada en la libre información. Los medios de pago, incluso, son controlados por la gente, por los miembros de la comunidad que participan como productores, comercializadores o consumidores. Los comerciantes, autónomos y microempresas que aceptan participar en estos sistemas deben ser a la fuerza negocios locales, nunca grandes empresas multinacionales. Se trata de estimular la economía local y el intercambio de productos y servicios dentro de una ciudad, pueblo o barrio.
El sistema ACV/Compartiendas opera ya la ciudad de Aguascalientes y próximamente en el DF y otras ciudades. El tema da para mucho más, por lo que habremos de profundizar en las próximas entregas. La economía ya no es solamente lo que dicen por la televisión, sino que ahora también es solidaria, cotidiana, cercana y en manos de la gente. n
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