Decidí ser lo que buenamente pudiera yo ser. Una
llave bajo el tapete de la lengua. Otra ciudad de vuelta
de página. Un pequeño doblez como un signo de “Aquí
dejé mi lectura. Aquí te espero”.
Rubén Chávez Ruiz Esparza
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Cuando las letras nos alcanzan para destruir lo cotidiano nos vamos a la cama sabiendo que el día ha valido la pena, que los pasos, rápidos quizá, para llegar de un lado a otro nos contraponen en la náusea que supone llegar tarde a la cita son el camino más rápido para encontrar lo verdaderamente valioso del trayecto.
Ha sido el Ayuntamiento de la capital de Aguascalientes quien tomó en sus manos el camino para que se edite una selección de poemas, fragmentos y apuntes de Rubén Chávez Ruiz Esparza, uno de los poetas más destacados de los últimos años en esta capital, tierra de arte, artistas y artesanos de la palabra, justo en ella es en la que él nos atrapa en su edición recopilatoria de textos enmarcados en el 422 aniversario de la fundación de la Villa de Nuestra Señora de la Asunción de las Aguas Calientes.
Las páginas de Ditto 84.17 son así, treinta y tres años de rumbo definido entre vaivenes bien marcados, oleajes que saben en donde hay que romper y con la dilación que merece cada nota, cada verso, cada respiración. Tenía que estar ahí, no por compromiso, no por estigma de ausencias que se podrían notar, no por otra cosa, sino porque estar era estar, existir.
El Museo Regional de Historia de Aguascalientes fue la morada para dar a luz pública al caudal de usuras poéticas que el Instituto Municipal Aguascalentense para la Cultura raptó con buen tino para generar, lo que su director, Alejandro Vázquez, definió como el mejor libro que ha realizado la dependencia, además de referirse al autor como discreto, “más comprometido con la poesía que con ser poeta”.
La presentación fue coordinada y bellamente conducida por Rocío Castro Fernández, jefa del Departamento de Ediciones y Fomento a la Lectura del IMAC, quien también fue pieza clave de esta edición, ella cedió la palabra al legislador infantil Gerardo Emilio Márquez, quien dijo que leer a Rubén lo llevó a sentir amor, comprensión y curiosidad, con lo que también estoy de acuerdo.
Continuó la poeta Bertha Choza con una construcción de catalizadores de la obra que cada vez más nos daban a los presentes el ansia de llegar a la obra, de tenerla, leerla y compartir la experiencia, las palabras llenaron de luz el segundo patio del recinto que fue pequeño para la cantidad de personas que ahí nos reunimos para recibir la fe bautismal de la obra que reseñó de manera espléndida, con una generosidad que el propio autor sonreía sintiendo que un halago era un pequeño gesto ante la pasión brindada en el decir, bien sentenciado por Bertha.
Cerró el evento el propio Rubén quien izó la mejor bandera que puede tener para desmenuzar la historia del objeto más allá de todas las ideas reunidas en el papel, nos envolvió del encanto que trasciende los cánones del gesto involuntario y de la letra generacional, de su propia evolución y de los cuidados que tuvo en la edición de manera conjunta con los editores y diseñadores de la obra, siendo su voz la mejor metralla para subir el tono a la tarde que palidecía al escuchar algunos de los textos incluidos en esta obra que sin duda vale la pena poseer.
He releído textos que vi nacer y ahora me llueven en lo más húmedo de la memoria, me erradico de recuerdos para encontrar la novedad y con ello el poeta me sorprende como la primera vez, aquí es donde aparece la expresión eres grande Rubén y aunque la sangre nos una, las letras nos hermanan contra voluntad, esa voluntad que es primigenia entre los apellidos paternos y hoy enlaza un nuevo rumbo con retos que seducen al lector y afianzan al pariente cercano.
De Rubén, creo que los primeros textos que leí fueron de Atl tlachinolli, era púber y comenzaba a entender que los libros tenían la magia del ser, luego vino una revelación en El Brezal y la noria con el que empaticé y me guió en los primeros textos que comenzaban a viajar en horizontes nada lejanos, ahí estaba su mano, su talento, su migración de primo a poeta, la que he agradecido siempre, hoy me levanto para aplaudir, tras tener en mi acervo y deleitarme con esta decisión de reunir una historia en lo hecho.