Peregrinaje a Moscú / Taktika - LJA Aguascalientes
22/11/2024

 

Moscú, Federación Rusa. 5 de octubre de 2017. En una aparente muestra de humildad, el presidente Vladimir Putin sirve una taza de té a su venerable huésped: el rey de Arabia Saudita, Salmán bin Abdulaziz. Putin declara que la visita del monarca saudí es “un evento punto de referencia”. Por su parte, bin Abdulaziz diserta que Rusia es “una nación amistosa”. Este último comentario, hecho por el principal aliado, junto con Israel, de los Estados Unidos en Oriente Medio es una afirmación de que su anfitrión, Putin, se ha convertido en el mandamás del Medio Oriente.

Minutos más tarde, en el esplendor del Gran Salón de san Andrés, en el Kremlin, Putin recibe formalmente a bin Abdulaziz, quien comenta: “Seguiremos luchando por continuar la cooperación entre nuestros países para lograr la estabilidad de los mercados de petróleo mundial el cual promueve el crecimiento de la economía mundial”.

Las escenas arriba mencionadas sirven como prólogo al presente artículo, el cual tiene por objetivo explicar por qué la visita del soberano de Arabia Saudita a Rusia marca un hito en la historia del conflictivo Medio Oriente.

La derrota estratégica en Irak, la “obra maestra” de la dupla George W. Bush y Tony Blair; la Primavera Árabe; y, sobre todo, la decisión tomada, en agosto de 2013, por el entonces mandatario estadounidense, Barack Obama, de no bombardear Siria, abrieron la puerta a la intervención rusa en Cercano Oriente.

En aquellos días tensos del estío de 2013, el principal espía saudita Bandar bin Sultán -apodado Bandar Bush, por su cercanía con la familia presidencial- viajó a Moscú para encontrarse con su mellizo sombrío: Vladimir Putin. Durante la reunión, bin Sultán propuso a Putin comprar armas rusas y cesar su apoyo a los extremistas chechenos a cambio de que Rusia desistiera en su sostén a Bachar al-Assad. Putin rechazó tajantemente la propuesta del aristócrata saudita.

El zarpazo del oso ruso en la región se materializó en septiembre de 2015 cuando Vladimir Putin ordenó a sus fuerzas aeroespaciales y navales intervenir en la guerra civil siria para apuntalar al presidente Bashar al-Assad. A pesar de las provocaciones, como el derribo de un avión ruso por parte de Turquía, Rusia, en unión de Irán, perseveró en la lucha.

La astucia y perseverancia de los rusos se vio recompensada en julio de 2016, cuando los servicios secretos de Moscú advirtieron al mandatario turco, Recep Tayyip Erdogan, que su aliado, los Estados Unidos, planeaban un golpe de Estado en su contra. La advertencia rusa salvó, literalmente, la vida a Erdogan quien, a partir de entonces, inició una nueva relación con Putin.

Las victorias militares de al-Assad en Alepo, Palmira y Deir Ez-Zor, logradas con apoyo de Rusia e Irán, y la alianza diplomática entre Rusia-Turquía e Irán alteraron la realidad geopolítica del Medio Oriente y convencieron a Arabia Saudita de que, al igual que Egipto, Irak, Israel y Libia, para lograr que las cosas sucedan en Medio Oriente, tienen que hacer un peregrinaje a la capital de todas las Rusias: Moscú.


Esta decisión fue todo un salto de fe: desde 1945, la piedra angular de la política exterior saudita descansaba en su alianza con la Unión Americana. El acuerdo es (era): Arabia Saudita compra armamento y vende su petróleo en dólares y los Estados Unidos los tendrían bajo su paraguas castrense.

Sin embargo, Arabia Saudita parece haber llegado a la conclusión de que, bajo Barack Obama, primero, y Donald Trump, después, los Estados Unidos se han convertido en una nación atáxica en el plano diplomático y militar.

Por lo tanto, el rey Salmán decidió viajar a Moscú con la plana mayor del sistema económico, militar y político de su reino. Cuáles fueron los puntos a tratar entre rusos y sauditas. El siguiente cuadro lo explica.

 

TABLA DE POSTURAS

Tema Arabia Saudita Rusia
Chechenia Financiar, formal e informalmente, a los grupos extremistas para establecer un califato Oponerse a la desintegración de la Federación Rusa
Energía Estabilizar el mercado del petróleo y el gas natural

Lograr el apoyo ruso para las decisiones de la OPEC

Atraer la inversión rusa

Aumentar el precio del barril de petróleo

Diversificar sus inversiones

Irán Neutralizar a su acérrimo rival Actuar como mediador entre Riad y Teherán
Industria bélica Adquirir el mejor sistema anti-balístico del mundo, el S-400

Fabricar, bajo licencia, el nuevo fusil de asalto AK-103

Aumentar las ventas de armamento
Siria Eliminar a Bachar al-Assad no es más una opción, Riad necesita el apoyo ruso para frenar la influencia iraní Apoyar a Bachar al-Assad y evitar la desintegración de Siria

Fuente: elaborado por el autor con datos tomados de: Al-Monitor, Asia Times, y Oil Price

 

Rusia reparte, en estos momentos, la baraja en Medio Oriente, pero eso no significa que su antagonista, los Estados Unidos, se quede con los brazos cruzados: durante la lucha por Deir-Ez-Zor, el general Valery Asapov, jefe de los asesores rusos en Siria, fue muerto en combate. Los rusos piensan que los estadounidenses estuvieron detrás del ataque. Por último, en cuanto el rey Salmán partió de suelo ruso, los norteamericanos aprobaron la venta del sistema anti-balístico, THAAD, a los sauditas.

La excursión de Salmán bin Abdulaziz a Moscú es una prueba de que Rusia, bajo la égida de Vladimir Putin, es el “titiritero” (Metallica dixit) en el siempre conflicto Medio Oriente.

Aide-Mémoire. Un apocado Carles Puigdemont, cuyo discurso parecía haber sido redactado por Franz Kafka, habló de defender “el mandato del pueblo de Cataluña de ser independiente”, pero “suspende los efectos de la declaración de independencia”. En la realidad, sucumbió a la presión, especialmente en el plano económico, ejercida, tanto por Madrid como por Bruselas.


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