Crónica de una Feria del Libro / Discere - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Me gusta tocar un libro, respirarlo, sentirlo, llevarlo… ¡Es algo que una computadora no ofrece!

Ray Bradbury

 

Este año, como ya es costumbre, visité la Feria del Libro de Aguascalientes, en su edición 44, en el mismo lugar de siempre, la Casa de la Cultura, un edificio del siglo XVII, de estilo neoclásico, con una superficie de 2406.21 m2 y que, a lo largo de su historia, ha sido convento, Colegio Seminario, Escuela Correccional de Artes y Oficios y Escuela Primaria Federal. Actualmente es la sede del Instituto Cultural de Aguascalientes y Casa de la Cultura. En su planta baja, que es donde se colocan los estantes de la feria, tiene varios patios y algunos desniveles. Es un edificio hermoso, pero poco práctico para una feria, en especial para los discapacitados en sillas de ruedas, los ancianos con andadera o con bastón y para los padres con carrito de bebé.

En esta ocasión fui un sábado por la tarde y la experiencia no fue nada grata. El lugar estaba llenísimo de gente, era imposible avanzar entre la muchedumbre y mucho menos poder acercarte a los estantes a hojear o buscar algún libro. Ni siquiera pasé del primer patio, inmediatamente me di la vuelta y salí del recinto con una desagradable sensación de agobio. En mi camino hacia la salida encontré un hombre en silla de ruedas que parecía dudar si debía entrar o no y que seguramente se estaba preguntando si en el interior habrían considerado la movilidad para una silla de ruedas; asimismo, unos padres luchaban para abrirse camino entre la gente y para poder mover el carrito de su bebé que, con el suelo irregular del patio, se zarandeaba peligrosamente; también vi una anciana con bastón que caminaba con inseguridad procurando no tropezar o caer y que finalmente optó por refugiarse detrás de una columna, mientras esperaba a su familia. Lo cierto es que para todos era bastante difícil moverse con tanta gente en un espacio tan reducido y con desniveles.

Los pocos estantes que alcancé a divisar en mi huida adolecían del mismo mal, ninguno señalaba por secciones sus libros (historia, filosofía, novela, poesía, etcétera) sino que parecían haber sido colocados conforme los iban sacando de las cajas, así que buscar un título o un autor se convertía en una gran hazaña; otros habían puesto los libros de canto, como en una biblioteca, con lo que leer su título era bastante difícil; y otros más habían optado por instalar una mesa, a modo de barrera, para que no te pudieras acercar a sus libros. Mientras me alejaba de la feria, frustrada y algo molesta por no haber podido disfrutarla, me propuse visitarla un día con menos gente y tratar de ser más objetiva en mis apreciaciones.

Así fue como volví un día tranquilo en el que no había tantos visitantes, pero mi valoración negativa no mejoró en absoluto, al contrario, empeoró porque pude notar algo que no vi la primera vez: había pocas novedades, algunos libros estaban deteriorados y la mayoría parecían ser saldos. Por otro lado, algunos vendedores se veían aburridos y con poco interés por ayudarte. Por cierto, uno de los puestos que parecía vender bien era el de camisetas, cuyos estampados no tenían nada que ver con los libros. Otro que también se defendía era el de la librería de publicidad amarilla y frases ingeniosas, pero que a pesar de su prestigio, llegó a la feria con escaso surtido, algunos remates y pocas novedades, en un espacio aún más inaccesible, agobiante y con mesas al frente.

La feria del libro es un acontecimiento cultural que cumple una función educativa y que se organiza con la finalidad de promover la industria editorial y fomentar el gusto por la lectura, por tanto hay que hacerla bien, evitando que se convierta en un laberinto caótico, que nos impida movernos con comodidad o acercarnos a los libros. Ahora bien, los libros son un producto intelectual que tienen valor, por ende las librerías y casa editoriales deben ofrecerlo de una manera digna y bien presentada. Es un hecho que la organización del espacio y el lugar donde celebra son dos aspectos muy importantes a considerar a la hora de organizarla, pero no lo es menos la calidad de la mercancía que se ofrece y las editoriales no pueden descuidar ese punto. Quiero pensar que hicieron su mejor esfuerzo y se esmeraron en elegir los títulos y la cantidad de tomos suficiente para ofrecer a los lectores y atraer a los que no lo son. Sin embargo en esta feria no lo demostraron.

Estoy consciente de que organizar una feria del libro no debe ser tarea fácil, ya que deben conjuntarse los intereses de libreros, editores, autores y organismos culturales, entre otros; y supongo que el hecho de hacerla en un lugar tan reducido, como la Casa de la Cultura, seguramente obedece a la idea de mantener una tradición. De manera que si éste fuera el caso, no habría más remedio que ser más creativos y pensar en una mejor forma de organizar el espacio para que los visitantes se sientan cómodos, hay que evitar también que se ponga en riesgo su integridad en caso de alguna contingencia y sobre todo, se debe pensar en las personas con discapacidad, en los ancianos y en los niños.


 

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Twitter: @petrallamas


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