- La Mesa Vibradora de la UNAM apoya a empresas para probar la resistencia de equipos e inmuebles ante sismos de gran intensidad
- En el sismo del 7 de septiembre la fuerza de aceleración generada fue mucho menor a la ocurrida en 1985, lo que permitió una mejor respuesta de las construcciones en la Ciudad de México, explicó Roberto Durán Hernández, del Instituto de Ingeniería de la UNAM
Los reglamentos de construcción que deben aplicar todas las inmobiliarias y que están vigentes en la Ciudad de México, tienen su origen en la experiencia negativa surgida del sismo de 1985, consideró Roberto Durán Hernández, titular del Laboratorio Mesa Vibradora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Luego del sismo del 7 de septiembre, que afectó Oaxaca y Chiapas, sería bueno que estos reglamentos se hicieran extensivos a todo el país, sugirió el investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM.
“Debería haber 32 reglamentos de construcción en el país, pero no los hay, ¿deberían modificarse los reglamentos de los estados? parece ser que sí”, reflexionó en la conferencia de prensa que se llevó a cabo con motivo del 32 aniversario del sismo del 19 de septiembre de 1985.
Sobre por qué resistieron mejor los edificios de la Ciudad de México en el sismo del 7 de septiembre respecto al de 1985, Durán Hernández precisó que en esta ocasión, la fuerza de aceleración generada fue mucho menor, lo que permitió una mejor respuesta de las construcciones.
La Mesa Vibradora de la UNAM -institución que forma parte de la mesa directiva del Foro Consultivo Científico y Tecnológico- apoya a empresas para probar la resistencia de equipos e inmuebles ante sismos de gran intensidad desde 1997.
Con 4 metros por cada lado y tres grados de libertad, esta mesa es la más grande de Latinoamérica, por lo que en ella, especialistas realizan pruebas estructurales de edificios y sistemas de construcción prefabricados: “Cuando las empresas constructoras tienen alguna duda o quieren probar un nuevo sistema, muchas veces se acercan al laboratorio y a los investigadores para probarlo”.
En la actualidad, añadió, las compañías constructoras deben cumplir una serie de normas que fueron mejoradas, derivadas de los efectos que tuvo el sismo de 1985, cuya intensidad fue de 8.1 grados en la escala de Richter.
Debido a los nuevos requerimientos para la industria eléctrica, también han venido a realizar ensayos en instrumentos eléctricos empresas como la Comisión Federal de Electricidad, maquiladoras de transformadoras, y hoy en día, el laboratorio no solo está dirigido a la ingeniería civil, sino que tenemos una mayor gama de posibilidades para hacer ensayos en el laboratorio, detalló.
“Algunos de los resultados que se han obtenido de este laboratorio se han incorporado a las Normas y Reglamentos de Construcción para el Distrito Federal”, precisó.
Tal es el caso de los niveles de fuerza, que en 1985 sobrepasó los niveles que habían sido considerados; además de la red de instrumentos sísmicos que permiten zonificar el subsuelo de la Ciudad y revisar mejor el comportamiento del suelo en el que vivimos, por ejemplo.
Con información del Foro Consultivo Científico y Tecnológico