Carlos Reyes Sahagún | Cronista del municipio de Aguascalientes
Estos son algunos signos de nuestra cultura; los tradicionales, aquellos que hunden sus raíces en la historia dolorosa de México, cuya libertad celebramos este mes, y también los que han llegado hasta nosotros desde otras tierras y hemos incorporado a nuestra vida.
Aquí están la mítica águila que devora a la serpiente, el icono del equipo de futbol americano 49ers de San Francisco, California, impreso en la camisa del tamborero de la derecha, parcialmente oculto por los danzantes de la izquierda; la bandera tricolor, enarbolada en las malas y en las peores; las tamboras, modernos teponaxtles de llamada enérgica, para que retiemble en su centro la Tierra; las danzas, que se piensan indígenas, pero muestran algunas representaciones de la religión europea, la omnipresente; infaltable, Virgen de Guadalupe, el castísimo Señor San José, símbolos de nuestro mestizaje; el teléfono móvil cuya cámara fotografía la danza, etc.
A despecho de la globalización y del desprecio de las élites por estas prácticas populares, el pasado se abre paso a empellones para hacerse presente, y a punta de palpitantes tamborazos demuestra su vitalidad y vigencia. Por su parte, los niños danzantes garantizan la continuidad de estas tradiciones.
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