Este lunes comienzo una nueva columna en honor de mi propio ángel que partió de esta vida hace apenas dos semanas. Luna Tamayo Moreno tuvo una corta vida con una gran luz en su alrededor, que alumbró y sigue alumbrando a quienes la conocimos, tal como lo hace nuestro satélite, acompañada de estrellas que la hacen brillar y nos dejan ver esos cráteres que sin la luz reflejada no podríamos percibir su forma, un conejo.
El mundo del deporte nos tiene acostumbrados a seguir al astro más cercano, el que más brilla; sobre todo en los deportes de conjunto. Y poco nos atañe dedicar tiempo a quien o quienes los hacen brillar.
Mucho podemos hablar de Messi en Barcelona, con la magia e imaginación que provocan Iniesta y Xavi, de Michael Jordan en los 90 con Chicago, en asistencias de Pippen y rebotes de Rodman, de Lance Amstrong y sus diversos compañeros de los diferentes equipos a principios de milenio, aun el controversial coequipero Contador.
Así se hablará de muchos que en ocasiones pasan desapercibidos.
Esta semana se anunció la llegada de Sergio Pérez a la escudería McLaren-Mercedes, la segunda constructora en historia de la Fórmula 1, la noticia era de esperarse, no en realidad para McLaren, pero sí la salida de Checo del equipo Sauber que le dio la oportunidad de llegar al máximo serial.
Para el mundo del automovilismo y detractores mexicanos, Checo era un producto del hombre más rico del orbe, que con capital inyectado al modesto equipo de Peter Sauber había cedido un asiento desde la temporada 2011 como coequipero de Kamui Kobayashi.
Bocas se cierran y el niño prodigio de la escudería Telmex llega a un equipo en búsqueda “real” del título sin su gran padrino; Slim se queda con Sauber, ni un solo peso o euro estuvo en la decisión de contratación del mexicano, sólo su talento y pericia mostrada en este 2012, con tres podios, en especial el GP de Italia en Monza y sus registros de vueltas rápidas con un auto no caracterizado por la competitividad.
Este brillo se lo adjudicamos no al dinero ni al poder, en realidad potencial y talento. Y un reflejo de un mentor que este año comenzó asesorar: Adrián Fernández, de quien ya he dedicado líneas y pasa el expertise al prometedor mexicano, la estrategia en manejo limpio y protección de neumáticos y combustible.
Buen presagio para el tapatío, que además deja vacante su asiento, muy probable, para otro mexicano de la misma escuela: Esteban Gutiérrez, que finalizó tercero en la GP2, mismo que Sergio Pérez culminó en segundo en 2010.