Los dados están cargados / Ciudadanía económica - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Everybody knows that the dice are loaded

Everybody rolls with their fingers crossed

Everybody knows that the war is over

Everybody knows the good guys lost

Everybody knows the fight was fixed

The poor stay poor, the rich get rich

That’s how it goes

Everybody knows (fragmento)

Leonard Cohen


 

En el tiempo de nadie, en este vacío político, ausente de transparencia y rendición de cuentas, se aprueba una Reforma Laboral para México que va en contra de los ciudadanos, reduce su salario, derechos, prestaciones y facilita a las empresas el despido. Cuando ya rindió su último Informe de Gobierno el presidente saliente y el próximo estará obligado a rendir cuentas entre el 1 de diciembre de 2012 y el 1 de septiembre de 2018. En los tres últimos meses de final de cada sexenio se han cometido ya muchos abusos de poder y parece que éste, el sexenio durante el cual ya se han pisoteado los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales en varias ocasiones, la sorpresa no sólo no será la excepción, sino será la tónica.

Como un ladrón llega colándose por la ventana o la puerta trasera esa reforma que, habiéndose anunciado durante varios años, no se había realizado porque, según decían, implicaba un enorme esfuerzo político de evaluación, consulta y consenso. Así que, de golpe, ahora que el pueblo se ha distraído, que los nuevos congresistas apenas conocieron la silla a la que irán, si no a dormir, a asentar su aspiración política personal, se propone y se aprueba la reforma que borra todo viso de sentido social en la Ley Federal del Trabajo y la Constitución.

La justificación emanada de la cúpula del imperio global, el Foro Económico Mundial, del necesario abaratamiento del factor trabajo para poder aspirar a la recuperación económica de los países satélites, resulta una falacia total. Sin embargo, repetida miles de veces por encumbrados agentes de la economía neoliberal, pretenden hacer que el pueblo se trague el engaño.

Desde que en México se adoptó el modelo diseñado para su economía por el Consenso de Washington al inicio de la década de los 80, el abaratamiento de todo lo producido por el país, dizque para hacernos competitivos, se ha concentrado en abatir el costo laboral. La rentabilidad de la producción nacional ha sido succionada consistentemente durante tres décadas por el costo del capital y el costo de los energéticos. La traslación de nuestra riqueza productiva se realizó en este periodo hacia los bancos vía intereses cotidianos y robos extraordinarios –como los del 94 y 2008– y hacia los grandes conglomerados mundiales del petróleo, vía la sustitución de transporte ferroviario, marítimo o fluvial por el autotransporte con uso intensivo de gasolinas importadas. Ante esos costos incrementados de la producción, el factor sacrificado para la anhelada competitividad lo fue siempre el trabajo. Cosa que puede verse fácilmente en la realidad pero difícilmente en los números oficiales.

Curiosa y casualmente, la información estadística del periodo neoliberal, de 1980 a la fecha, es particularmente difícil de conciliar. La transitividad estadística de la información, necesaria para un detallado análisis de estos fenómenos, se trunca varias veces en los datos oficiales durante este periodo. Los datos disponibles de las Cuentas Nacionales entre 1980 y 2011, cambian de base o metodología de recolección en 1993 y en 2000. No obstante, en cada uno de los tres segmentos estadísticamente consistentes (1980-93, 1993-2000 y 2000-11) del periodo se observa una evidente depreciación de las remuneraciones que reciben los trabajadores.

Entre 2000 y 2011 las remuneraciones al factor trabajo como porcentaje del valor de la producción total se reduce en los tres sectores de actividad económica, el primario –actividades extractivas–, el secundario –actividades industriales y manufactureras– y terciario –servicios–. Esta medida refleja la proporción que el pago de sueldos, salarios y prestaciones representa sobre el costo de lo que se produce. Esto es, siendo tres los factores productivos, tierra, trabajo y capital, el trabajo es el factor que más se ha abaratado para quien los produce. Al mismo tiempo, el valor de los productos y servicios por cada persona ocupada para su producción aumentó en ese periodo: 34 por ciento en el sector primario, 11.4 por ciento en el secundario y 7.3 por ciento en el terciario. Dicho de otra manera, quienes trabajan reciben cada vez menos como pago por sus servicios a pesar de que su productividad –lo que vale su trabajo– aumenta.

O sea, no hace falta una Reforma Laboral para impulsar la economía. Ya el trabajo es muy barato en México, no había necesidad de un artero golpe a la economía popular mediante la dichosa reforma, para abaratarlo aún más. Dicho de otro modo: la economía no va a crecer con esto y mucho menos podrá recuperarse la economía interna. Hemos sido engañados una vez más. Los dados siguen estando cargados.

La mayoría de los habitantes de México ha sido vejada, menospreciada, vilipendiada consistentemente durante estas tres décadas de neoliberalismo y últimos seis años de algo que ni nombre tiene. En materia política, social y económica, todos sabemos quiénes son los que cargan los dados a su favor; los muchos pobres son cada vez más pobres y los pocos ricos cada vez son más ricos. A ver hasta dónde aguanta. La cuerda se rompe siempre por lo más delgado.

 

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